Buenavista Social Club se presentó en el Carnegie Hall de Nueva York
Durante el concierto en el Carnegie Hall. Foto: Ap
Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Nueva York, 2 de julio Ť Utilizando su arma secreta más poderosa, Cuba está invadiendo Estados Unidos, cuyo pueblo se rinde ante el avance del ataque: la música.
La noche del pasado jueves, en una de las sedes culturales más famosas del mundo, Carnegie Hall, un conjunto de viejos (uno tiene 91 años) se presentó en un concierto ante una sala llena, pues desde tres días antes se agotó el boletaje. Se trata del proyecto Buena Vista Social Club, coordinado por el músico estadunidense Ry Cooder.
En el concierto, filmado por el director Wim Wenders, quien también documentó la grabación de una serie de discos del conjunto, se presentó la música que, a diez meses de su lanzamiento, ya ha vendido casi un millón de ejemplares.
Pero no fue evento aislado. La música cubana ha sido ocultada a los estadunidenses por mucho tiempo a causa del embargo (no se puede vender productos cubanos, incluso discos, en Estados Unidos). Al parecer, bailar a los ritmos de esa isla se considera peligroso para la población. Sin embargo, en estos últimos años, y particularmente en los últimos meses, el muro contra esa música se está deshaciendo.
Hace pocos años, el rockero David Byrne, quien se hizo famoso con su antigua banda The Talking Heads, grabó una serie de discos de diversos músicos y conjuntos cubanos, que lanzó en este país a través de su disquera independiente Luaka Bop.
El primero de estos discos se llamó Bailando con el enemigo, y atrás de su portada hay una serie de preguntas y una invitación: ``¿La política es nuestro enemigo? ¿Los gobiernos son nuestro enemigo? La música, ¿puede ser nuestra enemiga? Los comunistas ¿pueden gozar? Nosotros ¿podemos gozar? Una música ¿puede ser comunista, puede ser.
Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Nueva York, 2 de julio Ť Utilizando su arma secreta más poderosa, Cuba está invadiendo Estados Unidos, cuyo pueblo se rinde ante el avance del ataque: la música.
La noche del pasado jueves, en una de las sedes culturales más famosas del mundo, Carnegie Hall, un conjunto de viejos (uno tiene 91 años) se presentó en un concierto ante una sala llena, pues desde tres días antes se agotó el boletaje. Se trata del proyecto Buena Vista Social Club, coordinado por el músico estadunidense Ry Cooder.
En el concierto, filmado por el director Wim Wenders, quien también documentó la grabación de una serie de discos del conjunto, se presentó la música que, a diez meses de su lanzamiento, ya ha vendido casi un millón de ejemplares.
Pero no fue evento aislado. La música cubana ha sido ocultada a los estadunidenses por mucho tiempo a causa del embargo (no se puede vender productos cubanos, incluso discos, en Estados Unidos). Al parecer, bailar a los ritmos de esa isla se considera peligroso para la población. Sin embargo, en estos últimos años, y particularmente en los últimos meses, el muro contra esa música se está deshaciendo.
Hace pocos años, el rockero David Byrne, quien se hizo famoso con su antigua banda The Talking Heads, grabó una serie de discos de diversos músicos y conjuntos cubanos, que lanzó en este país a través de su disquera independiente Luaka Bop.
El primero de estos discos se llamó Bailando con el enemigo, y atrás de su portada hay una serie de preguntas y una invitación: ``¿La política es nuestro enemigo? ¿Los gobiernos son nuestro enemigo? La música, ¿puede ser nuestra enemiga? Los comunistas ¿pueden gozar? Nosotros ¿podemos gozar? Una música ¿puede ser comunista, puede ser***
capitalista? Usted ¿la goza más de una u otra forma? Usted necesita este disco. Fúmese un puro''. Y termina comentando que durante tres décadas los cubanos han estado bailando esta música, e invitando al posible comprador del disco: ``ahora es tu turno''.
Hasta hace poco, la música cubana en este país fue la producida por los artistas en el exilio, Celia Cruz la más famosa, entre muchos más. Pero las nuevas corrientes y las interpretaciones de la música tradicional de Cuba sólo se encontraban en grabaciones importadas a través de Europa, sólo al alcance de los que conocían esa fuente de cultura.
Sin embargo, ahora existe una virtual invasión, y el público estadunidense, junto con los críticos de música de los medios, están descubriendo con gran entusiasmo nuevos bailes.
En abril pasado, el conjunto Gema 4 y La Charanga Habanera llegaron a Miami, donde acompañaron la presentación de la película de Hugo Cancio Zafiros, Locura Azul. La película, sobre el legendario grupo cubano de los sesenta, fue dirigida por el cubanoamericano Cancia y fue premiada en el Festival de Cine de La Habana. Pero ¿en Miami? Esto, admiten todos, hubiera sido imposible hasta hace muy poco por presiones de los ultra conservadores grupos cubanoamericanos. Y en esa ocasión, solo acudieron algunos manifestantes que insultaron a unas 700 personas que gozaron del evento. No sólo eso: después de la presentación de la película, los músicos acudieron a un club en Miami donde tocaron junto con un grupo local mientras medio mundo bailaba.
Cancio, que también es promotor, decidió que había llegado la hora de presentar el primer concierto de música contemporánea de Cuba, y así el cantante Isaac Delgado ofreció un concierto en Miami Beach en abril, sin incidentes, sin amenazas de bomba. ``Un concierto en Miami de músicos cubanos significa que las cosas están cambiando en Miami, cosas que necesitan cambiar... la gente debería poder disfrutar de una de las mejores músicas del mundo'', dijo Cancio al New York Times.
Hay un nuevo apetito sin precedente para todo que se trate de música cubana. La semana pasada, Los Van Van y Cubanismo ofrecieron un concierto-baile en Nueva York, y conquistaron a un público que también agotó los lugares en poco tiempo.
En marzo, el debut en Estados Unidos del cantante Carlos Várela se realizó en el antro Knitting Factory en Nueva York. Cada vez que se presenta, los conciertos del pianista Gonzalo Rubalcava son todo un evento. El mes pasado, el gran pianista Chucho Váldez se presentó en el antro mas famoso de jazz en Nueva York, el Village Vanguard, donde después de cancelar algunas funciones por problemas de visa, el artista dejó su huella sónica entre los privilegiados que obtuvieron boletos.
De hecho, la revista literaria-cultural The New Yorker, señaló que la presentación del pianista era el único evento en Nueva York por el que valía la pena ausentarse de los grandes actos del Festival de Jazz JVC que en ese mismo periodo ocupaba la gran mayoría del mundo del jazz en esta ciudad.
El Buena Vista Social Club es posiblemente el éxito comercial más grande de la música cubana desde la revolución; se venden alrededor de 5 mil discos a la semana en Estados Unidos. Sus viejos integrantes fueron rescatados del olvido para convertirse en estrellas internacionales. Ibrahim Ferrer de 71 años se encontraba boleando zapatos, el pianista Ruben González de 79 años, no había tocado un piano en diez años, y sufre de artritis (pero su talento impresionó tanto que le están produciendo su propio disco), el cantante Compay Segundo de 91 años trabajaba haciendo puros. Ahora su disco ha ganado el Grammy. A pesar de que las estaciones de radio son renuentes a transmitirlo ante el temor de las presiones de los poderosos grupos anticastristas, el disco sigue como el número tres en la lista de los discos de música latina más vendidos en el país.
El disco fue coordinado por Cooder y el cubano Juan de Marcos González, líder del conjunto Sierra Maestra. De Marcos comentó al New York Times que con este esfuerzo, y su éxito, ``estamos realizando una apertura social y política, una forma de cambiar las realidades de dos países que han sido enemigos durante tanto tiempo. Esta musica es así de poderosa''.