El silencio del EZLN ha puesto en crisis al gobierno de México, porque está mostrando todos los días la ilegalidad del régimen. De ahí la ira oficial contra los zapatistas, pues el monólogo del poder no hace más que evidenciar las prácticas gubernamentales hundiendo a Ernesto Zedillo en un creciente descrédito internacional.
1. El temor de la burocracia gobernante a las escasas decisiones que puede tomar Ernesto Zedillo sólo es superado por el que tiene a sus discursos, y esto es evidente en el caso de Chiapas. Buscando doblegar a las comunidades indígenas, a lo largo de los últimos meses Zedillo ha intensificado la violencia militar y paramilitar en Chiapas y en el resto del México rural y, al mismo tiempo, ha multiplicado los discursos de autopropaganda, con el resultado que era de suponerse: los problemas sociales se han agravado, la guerra está cada vez más próxima y el gobierno ha perdido toda credibilidad.
2. La última visita de Zedillo a Chiapas (1o. de julio) ha resultado en este escenario la más deplorable de todas porque resume toda su intransigencia ante el descontento social, evidenciando un encono irracional contra los zapatistas, sintetizado en el discurso de Simojovel, donde habló no como hombre de Estado (que no es) sino como miembro (y no líder) de un grupo de interés que, como los hooligans ingleses, aparece poseído por un afán destructivo, y quisiera desaparecer al EZLN (al que odia), a las comunidades indígenas (a las que desprecia), al obispo Samuel Ruiz (al que insulta), a la Conai (a la que descalifica), a la Cocopa (a la que critica), a las entidades civiles (a las que calumnia) y al marco legal del diálogo (del que se olvida).
3. La principal obsesión de quien se supone gobierna a México parece ser la de destruir el entramado institucional del diálogo a fin de tener vía libre para imponer una solución de fuerza en Chiapas y en el México rural, y poder implantar contra la voluntad de los campesinos indígenas los programas de escritorio de los tecnócratas de Hacienda.
4. El discurso de Zedillo en Simojovel (El Nacional, 2 de julio) no queda de tal suerte más que como muestra de la incompetencia de los tecnócratas neoliberales.
5. Los viajes relámpago de Ernesto Zedillo a Chiapas a presidir actos propagandísticos en escenografías montadas bajo la protección militar, muestran a su vez lo contrario de lo que pretenden. Lejos de probar que el régimen controla a los pueblos indios, evidencian que en Chiapas no hay un estado de derecho, que lo único presente es el ``sistema'' con todas sus perversiones, que el Ejército federal ayudado por los paramilitares es una simple fuerza de ocupación, que Chiapas no es una entidad autónoma y que la soberanía popular sigue residiendo en las comunidades rebeldes. Son prueba de la debilidad y no de la fuerza del régimen.
6. La primera gran torpeza de Zedillo en Simojovel fue sin duda la de insistir en desconocer la representatividad del EZLN, haciendo caso omiso de la ley para el diálogo, que expresamente lo obliga a reconocerlo como su interlocutor, olvidándose de paso que es él quien habla en nombre de una minoría intransigente y extremista que carece de consenso.
7. Los exabruptos de Zedillo acusando una vez más a la Conai de no ser parcial e imputando a Samuel Ruiz el tener un ``apostolado de la hipocresía'' constituyen expresiones que no hacen más que degradar a quien las pronunció. La mediación cumplió su responsabilidad de manera imparcial pero con un claro compromiso con los pueblos indios y es eso sin duda lo que le enfurece. El rencor de Zedillo viene de no tener una mediación subordinada y de una pretensión que evidencia no sólo ignorancia sino desprecio por los pueblos indios, según cuenta el corresponsal de Le Monde, Bertrand de la Grange, en una iracunda carta a Reforma (27 de junio) contra Guadalupe Loaeza: la de utilizar a la diócesis de San Cristóbal ``para separar el zapatismo indígena'' con ``vínculos con el obispo'' del ``zapatismo armado''.
8. El principal responsable de la violencia y de la ilegalidad en Chiapas es desde luego el propio Ernesto Zedillo, que está transgrediendo la Constitución, violando la ley para el diálogo y saboteando el diálogo de paz al negarse a cumplir los primeros acuerdos de San Andrés, y por ello resultan risibles en sus discursos las alusiones al estado de derecho: en Chiapas no hay una entidad autónoma.
9. Las barbaridades expresadas en Simojovel fueron muchas, pero una más requiere una aclaración. La crisis financiera de México ha sido producto tanto de la política errónea como de la ineptitud y la corrupción de los gobiernos de Salinas y de Zedillo. Culpar del desastre a los campesinos indígenas, además de indigno es ridículo. Los pueblos indios son las víctimas y no los causantes de la crisis, cuyos responsables tienen nombre: Córdoba, Salinas, Gurría, Ortiz Martínez, Zedillo, Serra, Aspe, Espinosa, y sus socios en los bancos, en los cárteles y en las multinacionales.
10. La cuestión central hoy en día va a estar por todo esto en saber si podrá la sociedad civil restaurar lo que el gobierno destruye y que es el entramado institucional del diálogo y el camino hacia la paz.