Alejandro Nadal
Fobaproa y crisis: 8% del PIB
Al estallar la crisis en diciembre de 1994, el entonces flamante presidente buscó establecer la relación entre la revuelta en Chiapas y el desastre económico. En el medio financiero de Estados Unidos casi nadie creyó la demagógica tesis de que los zapatistas habían ayudado a precipitar la crisis de 1994. Quizás por esa razón el presidente se abstuvo de hacer esta referencia en los últimos dos años. Pero ante el fracaso de su administración en todos los ámbitos, ahora regresa a esta interpretación en Simojovel, responsabilizando a los zapatistas de precipitar la crisis. El discurso de Zedillo contradice la realidad, indica un diagnóstico insuficiente sobre la crisis y su equivocada política económica, y revela que su propuesta para Chiapas es la confrontación y la represión.
El déficit en cuenta corriente que provocó la crisis en 1994 era equivalente a 8 por ciento del PIB. Las subastas de activos del Fobaproa revelan que, de aprobarse los planes del Ejecutivo, las pérdidas son equivalentes a 8 por ciento del PIB. Extraña coincidencia de porcentajes, probablemente ignorada por Zedillo en su belicoso discurso en Simojovel.
En una de sus primeras declaraciones ante la crisis Zedillo reconoció no haberse percatado del rápido deterioro de las cuentas externas de México. Ese deterioro se sintetizaba en un déficit en cuenta corriente de 28 mil millones de dólares, equivalente a 8 por ciento del PIB. Según sus propias palabras, el presidente descubrió este hecho cuando estalló la crisis, a pesar de que el deterioro de las cuentas externas comenzó en 1990. ¿Estará ahora enterado del rápido deterioro de las cuentas externas entre 1997 y 1998?
El déficit en cuenta corriente en 1994 era insostenible, y al repuntar la tasa de interés en Estados Unidos, los agentes financieros internacionales se encargaron de imponer su férrea disciplina de mercado: los flujos de capital se revirtieron y el artificial modelo mexicano quedó en la insolvencia. Quedó claro que por sus incoherencias, por sus fallas estructurales, y por la pésima instrumentación de la política económica, el modelo neoliberal resultó incapaz de superar la restricción externa por falta de divisas.
El nuevo intento de Zedillo para vincular zapatistas y crisis económica muestra un superficial diagnóstico sobre las causas del desastre de diciembre de 1994. Si el presidente no comprendió en su momento las causas de la crisis, y si hoy sigue sin un diagnóstico certero sobre ese desastre, no sorprende que su respuesta haya sido otro descalabro. En lugar de remediar las cosas, las agravó y prolongó los efectos negativos de la crisis.
La prueba más clara de lo anterior es el Fobaproa, clara evidencia de que la medicina del doctor nunca permitió superar la crisis, y que su único objetivo fue postergar los efectos negativos para el grupo beneficiado con el modelo neoliberal, y ganar un poco de tiempo para terminar airosamente el sexenio. Hoy sabemos que consolidar los pasivos del Fobaproa implica aumentar la deuda pública total (interna y externa) a 45 por ciento del PIB. Y los intereses que habrá que pagar cada año por este monto equivalen a 17 mil millones de dólares.
Juzgando los resultados de las subastas del Fobaproa, los analistas financieros nacionales y extranjeros calculan una tasa de recuperación del 40 por ciento por cada peso de la cartera de malos créditos que detenta el Fobaproa. En consecuencia, los planes que recomienda el Ejecutivo implican aceptar pérdidas totales (en un escenario optimista) superiores a los 331 mil millones de pesos: equivalentes a 8 por ciento del PIB de 1998.
La coincidencia de cifras sirve para resaltar el pésimo desempeño del modelo neoliberal y la equivocada medicina que aplicó el presidente y su gabinete económico. En un caso, el déficit en cuenta corriente de 8 por ciento del PIB se relaciona con las causas de la crisis. En el otro, las pérdidas asociadas al Fobaproa y la imposibilidad de recuperar el monto de los malos créditos asumidos, el equivalente al 8 por ciento del PIB está vinculado con la equivocada política recesiva impuesta a partir de 1995. Entre causas y efectos de la crisis, y las corruptelas que se dan en sus entretejidos, se encuentra atrapado el futuro del país, gravemente comprometido por la anterior y la presente administración.