Masiosare, domingo 5 de julio de 1998
La violencia y las muertes se imponen en las campañas, marcan el tono de la elección chihuahuense. Son los temas de la frontera, los temas de Juárez.
Ciudad Juárez.- La vieja pancarta de plástico se pasea sobre las cabezas panistas. Es la foto de un atrabancado bigotón con una leyenda: ``Vicente Fox, gobernador''. Con plumón negro le han puesto un nuevo mensaje: ``Próximo presidente de la República''.
Los panistas juarenses que cargan la pancarta se plantan frente al gobernador de Guanajuato que, con la plana mayor del panismo nacional, ha venido a apoyar a los candidatos chihuahuenses.
Vicente Fox agradece con un gesto.
Toma la palabra. Tras las frases de cajón en apoyo a los candidatos a la gubernatura y la alcaldía, Ramón Galindo y Gustavo Elizondo, Fox elogia a Pancho Barrio.
Luego, a lo suyo: ``Tenemos que conservar Chihuahua para conservar a los mejores hombres y mujeres cuando lleguemos a Los Pinos el 2 de julio del año 2000''.
Los estrategas del PRI calculan que una derrota panista en Chihuahua sería un duro golpe en el camino del blanquiazul hacia el 2000.
Los panistas deben saberlo, pero sus oradores no se centran, en este cierre de campaña, en los temas electorales, sino en un lugar. Salvo la polémica sobre la educación gratuita, los discursos conducen a una plaza: Ciudad Juárez, que fue la cuna del panismo y representa 38% del padrón electoral y la mitad de los ingresos del estado.
Juárez y la agenda de un panismo a la defensiva. Los oradores la trazan mientras cae la noche calurosa y la estrella de Texas brilla más intensamente al fondo del escenario, en un cerro de El Paso.
Hablan Felipe Calderón, Cecilia Romero, Francisco Barrio y los candidatos:
El PAN no quiere acabar con la educación gratuita. El PAN no tiene la culpa de que los 70 años de PRI hayan propiciado el fortalecimiento del narcotráfico en los lugares que ahora gobierna. El PAN no tiene la culpa de las ejecuciones ni las desapariciones. El PAN no lucra, y los otros partidos, sí con el dolor de los deudos de las decenas de muchachas asesinadas aquí desde 1993. Las propuestas son escasas en medio del rosario de argumentos defensivos (¿alguien recuerda el panismo de ``perros acosados''?).
La plaza frente al palacio municipal ha sido achicada con nueve cajas de tráiler. Aun así quedan pequeños huecos en la explanada que -cuentan memoriosos juarenses- los panistas retacaron más de una vez desde 1986, año del ``fraude patriótico'' perpetrado por el PRI. Con todo, la maestra de ceremonias anuncia que ``un cálculo matemático, cuadrito por cuadrito'' indica que han asistido 35 mil personas. Generosos, algunos testigos aventuran que son 7 mil.
Más o menos, son el público para que Fox y otros oradores reconozcan que las encuestas no han favorecido a su candidato a gobernador, el alcalde con licencia de CiudadJuárez, Ramón Galindo.
Pero el propio mandatario guanajuatense se encarga de anunciar que encuestas de último minuto muestran que Galindo ya remontó la diferencia: ``¡Caballo que alcanza, caballo que gana!'', dictamina Fox, y el panismo juarense -que le regaló siete segundos menos de aplausos que a Francisco Barrio- lo ovaciona hasta el delirio.
Los recuerdos de Olvido
Dos días después del cierre, panistas juarenses cuelgan una manta en un puente peatonal del parque El Chamizal: ``Caballo que alcanza, caballo que gana''.
A un lado del puente, Olvido Espelosín y Elsa Almeida, regidoras panistas del ayuntamiento, van por su segundo día de ayuno en demanda de que las autoridades -del partido del que muy pronto, al parecer, serán expulsadas- resuelvan los 136 asesinatos de mujeres ocurridos de cinco años a la fecha.
Las dos regidoras se enfrentaron una y otra vez al hoy candidato Galindo. El alcalde redujo el asunto a los ``problemas hormonales'' de las regidoras.
Distanciadas de su partido, las regidoras se enteraron de la decisión de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de aceptar la prórroga solicitada por el gobierno estatal y el ayuntamiento para dar respuesta a la recomendación que sañaló irregularidades y negligencia en las investigaciones de los asesinatos de mujeres.
En declaraciones y desplegados de prensa, las regidoras lanzaron: ``¿Cuántas muertes más debemos sumar? ¡Ya basta! Enfrenten su responsabilidad como gobierno y respondan a la comunidad''.
Olvido Espelosín, militante panista durante 28 años y casada con un primo hermano del senador Luis H. Alvarez, dice que decidió llegar al ayuno tras la muerte de Brenda Patricia Méndez, quien había sido su alumna en la Escuela Secundaria Federal número 1, y que fue encontrada estrangulada apenas el 26 de junio pasado. La regidora la recuerda como una ``muchacha inquieta, como todas las demás''.
La regidora está segura de que los crímenes no se han investigado a fondo por dos razones: una, que ``en Acción Nacional el machismo está muy arraigado, hay una fobia a la mujer''; otra, que las víctimas eran muchachas pobres, pues cuando ``comenzaron los secuestros de ricos rápidamente formaron un grupo especial de la policía''.
Con las urnas a punto de instalarse, las regidoras se dicen ``aterrorizadas'' con la idea de que Ramón Galindo gane la gubernatura:
-¡Dios nos agarre confesados si gana! -dice Elsa.
-Este régimen fascista de Galindo nunca se vio ni con el PRI -remata Olvido.
Las elecciones pasan, ¿y la impunidad?
Las mujeres de oenegés que tomaron el caso de las muchachas en sus manos desde 1995 están enojadas con todos los partidos porque convirtieron el tema en leña de la disputa electoral. ``Las elecciones terminarán, la impunidad no'', lanza Esther Chávez Cano, cabeza de un frente de organizaciones civiles que no ha quitado el dedo del renglón.
¿Cómo saber si el tema de las muchachas muertas le pegó a las aspiraciones electorales del PAN, que quiere repetir en la gubernatura conquistada en 1992?
Las mayores cantidades de tinta y minutos en radio y tv -las campañas electrónicas son ya las campañas electorales- no se consumieron en el caso de las muchachas morenas de largos cabellos, cuyos restos han sido encontrados en el desierto.
Los tiempos de campaña se consumieron en la rebatinga entre el PRI y el PAN.
Toda una feria de acusaciones.
El PRI acusó al gobernador de favorecer los negocios de su hermano Federico. El PAN al candidato priísta Patricio Martínez de manejos turbios cuando fue alcalde de Chihuahua. El PRI expuso supuestas irregularidades en la renta de un helicóptero por el alcalde Galindo. El PAN exhibió la fortuna de Patricio Martínez... Ninguno de los casos fue aclarado a fondo.
A la mitad de las campañas, los electores chihuahuenses tenían la impresión de estar viendo una película en la que dos hombres sentados en una mesa se acusaban uno al otro:
-Tú me robaste la cartera -dice uno.
-Ah, pero tú me bajaste el reloj -replica el otro.
Fueron tantos los ataques que, en los últimos días de campaña, los desplegados del PRI ya aparecían con los títulos ``Caso No. 9'', ``Caso No. 10'', en referencia a supuestas irregularidades en las admnistraciones panistas.
Para la candidata del PRD, Nora Yu, no hay diferencias entre los candidatos del PRI y el PAN: ``Estamos viendo simplemete el pleito de un grupo económico que se dividió'', dice en referencia a la cercanía de los Barrio con el fundador de la Ciudad Juárez de la maquila, Antonio J. Bermúdez.
La ruptura mayor, dice Yu, se dio cuando Francisco Barrio decidió expropiar el Lote Bravo, propiedad de Bermúdez. Hoy, afirma, 80% de los recursos para obra pública del ayuntamiento se han ido hacia esa zona.
La guerra de acusaciones PRI-PAN podría haber fortalecido el lema y la campaña del PRD (``El partido de las manos limpias''), pero todo indica que la doctora Esther Orozco, candidata externa que se afilió al perredismo hace apenas unos días, no logró siquiera mantener el nivel de preferencias alcanzado por ese partido en 1997. Con todo, en Juárez el perredismo espera crecer con el impulso de su candidata externa, Nora Yu, quien fue líder empresarial y priísta durante más de dos décadas.
Sagrario y las elecciones
``Todos son iguales'', dice Paula González, mientras comienza a recordar.
Hace 18 años, en la sierra de Durango, Paula escuchaba radionovelas. Le gustaba el personaje de ``una muchacha muy sufrida'' que se llamaba Sagrario. Así bautizó a su segunda hija.
Hace tres años, cuando la madera de la zona se acabó, la familia González decidió venir a la frontera. Don Jesús, el padre, y tres hijas encontraron trabajo en una maquiladora. Iban y venían juntos.
A principios de abril, Sagrario González, de 17 años, fue cambiada de turno en la maquiladora Capcom, donde hacía ``el primer paso para los capacitores de refrigeradores''. Le dijeron que una menor de edad no podía laborar en el segundo turno.
Una semana después se esfumó luego de subir a un camión de pasajeros. La hallaron el 29 de abril.
Su hermano Jesús cierra los ojos cuando recuerda cómo reconoció el cadáver de Sagrario: ``Por su cabello y porque ella había bordado su nombre en la bata de la maquila''.
Su madre llora. ¿Campañas? ¿Priístas? ¿Panistas? ``Todos son iguales'', dice por lo bajo.
Después de enterrar a Sagrario, los González pensaron en regresar a la sierra de Durango. Decidieron que se quedarán aquí, en Lomas de Poleo, donde no hay agua y hay que colgarse para tener electricidad. Aquí, en su casa de triplay y conglomerado que es un infierno a los 40 grados del desierto. ``Nos quedaremos a esperar que se haga justicia'', dice muy firme Paula.
No importa a qué horas llegan
A la mitad de su campaña, el aspirante priísta a la alcaldía, Eleno Villalba, lanzó un anuncio de tv en el que la madre de una de las muchachas asesinadas, a punto de llorar, reclama el esclarecimiento del crimen.
El PAN lo acusó de querer lucrar políticamente con el dolor de los deudos. Eleno, hombre cercano al ex gobernador Fernando Baeza, retiró el anuncio, pero los priístas siguieron tocando el tema.
En su cierre de campaña, el PAN lanzó al ruedo a su secretaria general adjunta, Cecilia Romero: ``El PAN saluda a todas las mujeres, sin importar dónde trabajen, con quién salen, a dónde van o a qué horas llegan. El PAN saluda también a las que no vinieron porque fueron víctimas de un asesino múltiple al cual la sociedad juarense, los hombres y mujeres bien nacidos, estamos buscando para ponerlo en la cárcel''.
Cecilia Romero clamó: ``Que no se vuelvan a usar el luto y la muerte como bandera política''.
Si un hueco quedaba en la tv, el gobierno estatal se encargó de llenarlo. Una locutora refiere que se ha dicho que el PAN quiere acabar con la educación gratuita: ``Esa acusación es totalmente falsa'', y pasa a un largo recuento de las obras del gobierno de Barrio en materia educativa y a subrayar que 57% del presupuesto del estado se gasta en educación.
``¿Tú crees que haría esto un gobierno que no cree en la educación pública? No te preocupes, la educación gratuita en Chihuahua está garantizada.''
En el cierre de campaña en esta ciudad, el gobernador Barrio también dedica su extenso discurso a desmentir a los priístas. Pero parece que el golpe ya surtió efecto.
Ventajas y desventajas de Maquilotitlán
Manuel Loera de la Rosa, director de Investigación de la Universidad de Ciudad Juárez, perdió a su sobrina Rebeca Espinosa. ``Desapareció hace tres años, cuando tenía 13, y nadie la volvió a ver''.
El investigador proporciona otro dato. El año pasado se cometieron en Juárez 320 homicidios. Y el contraste: en El Paso fueron 30 y en Chihuahua capital también 30.
Pero Juárez tiene otras marcas nacionales. Una que se presume mucho: la industria maquiladora da empleo a más de 200 mil juarenses.
En la pantalla, Francisco Barrio y Ramón Galindo aparecen juntos. La voz fuera de cuadro presume: ``Los chihuahuenses ya logramos el primer lugar en la generación de empleos; ahora vamos por los salarios más altos''.
``Presumen los empleos, como si en crearlos no hubiera tenido que ver la economía internacional, pero no quieren cargar con los muertos'', dice el investigador Loera.
Y es que Ciudad Juárez es ciertamente campeona en empleo a nivel nacional. Pero también tiene sus casi 200 desaparecidos desde 1994, sus 85 ejecutados a partir de 1997, sus 500 picaderos de heroína y las 136 mujeres asesinadas desde hace cinco años -88, precisa el gobierno estatal, como si no fueran también demasiadas.
No en vano el candidato Elizondo tiene por lema de campaña: ``En 1986, democracia; en 1998, seguridad''.
Más allá de su historia del crimen, el explosivo crecimiento de esta ciudad ha propiciado que decenas de miles de personas se salven del hambre en sus estados de origen y vengan aquí a padecer la falta de servicios, en una ciudad donde más de 60% de las calles no están pavimentadas y el transporte urbano es ineficiente y caótico.
``Somos el gordo: todos nos pegan'', se queja Roberto Urrea, presidente de la Asociación de Maquiladoras local. ``La obligación de la industria no es resolver todos los problemas sociales que existen porque los gobernantes no previeron el crecimiento''.
La frase de Eleno
Eleno Villalba, ex líder empresarial y constructor, suelta su frase favorita: ``Cierto, los priístas nunca aprendimos a ser oposición. Pero lo grave es que los panistas nunca aprendieron a ser gobierno. Y ahora están muy asustados''.
Tal vez el candidato priísta a la alcaldía tenga razón. Al menos la tiene a juzgar por su cierre de campaña. A la explanada de la Plaza Monumental, el PRI lleva varios conjuntos musicales, entre ellos los famosos Caballo Dorado. Se reparten profusamente banderas, aguas, alimentos. Un mitin matraquero. Del PRI en el gobierno, pues. La algarabía y el desorden son tales que pocos se enteran de que la maestra de ceremonias pide un minuto de silencio por las muchachas asesinadas.
El cierre del PAN, en cambio, fue tan ordenado que los asistentes aguantaron sin chistar las largas piezas oratorias.
Por lo demás, y haciendo a un lado los ataques, las diferencias entre los discursos panista y priísta son escasas. Patricio Martínez ofrece ``continuar el cambio'', como si suya fuera la tarea de seguir los pasos de Barrio. Y Eleno Villalba resume su ideario en una frase que podría pronunciar cualquier candidato del PAN: ``El eje de mi propuesta es la integración familiar''.
La cuña de Barrio
El 20 de noviembre de 1986, Gustavo Elizondo fue a dar a la cárcel por encabezar la resistencia civil panista. Está orgulloso de su cuota tras las rejas.
Años más tarde, el gobernador Francisco Barrio lo hizo su representante en esta ciudad. ``Elizondo fue la cuña de Barrio contra Ramón Galindo, definitivamente no se llevan'', dice la candidata del PRD, Nora Yu, desde hace unos días en ayuno junto con las regidoras panistas.
``Hizo campaña durante cuatro años con la chequera del gobierno estatal'', dice el priísta Eleno.
Eleno y Nora Yu coinciden en que Elizondo no era el mejor candidato del PAN, pero contó con el apoyo del gobernador Barrio. ``Perdió cuatro veces las elecciones internas del PAN'', informa Yu.
A unos días de los comicios, Elizondo reconoce las dificultades en la contienda estatal, aunque da por seguro su triunfo en Juárez. Según él, los factores que explican las dificultades panistas son que los electores esperaban cambios más rápidos, que la ``alta calificación'' del gobierno de Barrio no ha sido suficiente para darle electores a AN y la ``rabiosa respuesta'' del PRI en las campañas. Además, argumenta, el PRI ha contado con recursos ``ilimitados'' de la Federación para sus campañas.
La larga fila de coches avanza en la noche calurosa y las bocinas no dejan de sonar: Ta-ta-ta/ ta-ta-ta. El pitido de guerra del panismo chihuahuense de 1986: ``Ba-rrio-sí/ Bae-za-no''. En 1998, los panistas que ofrecen seguridad lo usan de nuevo aunque no ajuste con ``Ga-lin-do-sí/Pa-tri-cio-no''.
Los priístas no pitan, pero también sacan sus coches repletos de banderas a las calles de Juárez.
Panistas y priístas se cruzan y avanzan juntos por las calles del centro. No se insultan. No pasa nada.
``Juárez no es una ciudad de vicio ni de crimen. Es una ciudad industrial, pujante'', dice el priísta Eleno.
``Tenemos que aceptar sin temor la realidad en que vivimos, los desequilibrios que han propiciado el crecimiento de la delincuencia'', suelta el panista Elizondo.
Las elecciones se deciden hoy. En las calles de Juárez, un globito (dosis) de heroína sigue costando 25 pesos.