La Jornada Semanal, 5 de julio de 1998
Y cuando el viento sea flor marchita,
Y cuando sólo quede la ceniza
Cuando esté la esperanza destruida
Cuando el rosal se halle en plena muerte,
y la noche no viva sino en
puro recuerdo;
cuando el silencio reine
y descienda implacable
sobre lunas y estrellas.
de todo aquello que fue luz, montaña
y sombra;
al final de los límites vertidos en los seres;
más
allá de los tiempos.
y los ángeles mudos perdidos
para siempre,
y el agua tan exigua que ni Dios beberá;
después
de esto, después.
perdidas en la nada las
sendas y las flores,
y aunque el dolor y el ser no sean más que
sueño,
seremos todavía.
Al enterarnos de que Alí Chumacero cumple y cumple años y se acercaba a la segunda juventud, nos apresuramos a felicitarlo y a festejarlo (los lectores serán los verdaderos festejados) con la publicación de este poema que, según nos informa el poeta y ensayista Ernesto Flores, nayarita devorado alegremente por Guadalajara, se publicó en un diario de Tepic y sigue inédito en esta Babilonia de todos los centralismos