Bernardo Bátiz V.
Hidalgo, una posibilidad

Para que haya un cambio drástico de la semidemocracia de estos tiempos (mejor que la franca simulación de la democracia de hace unos años) a la democracia aceptable a la que aspiramos, es necesario vencer al partido oficial que sobrevive y repunta, prolongando la agonía del sistema y estorbando la llegada de los nuevos tiempos.

El PRI puede ser un partido más en competencia equitativa con los demás partidos, lo que redundaría en su propio beneficio, si se logra romper la estrecha liga que hay entre él y el aparato de gobierno a todos los niveles, y para lograr esto es necesaria una derrota generalizada del tricolor en las urnas lo más pronto posible.

Sin embargo, como se vio en las elecciones del domingo, el triunfo de la oposición aún es excepcional, con todo y que esa excepción se repite con mayor frecuencia. En Zacatecas ganó el PRD, pero con un candidato que hace muy poco tiempo era un priísta destacado, y en Chihuahua y Durango, por lo que se ve, el partido del gobierno será el que se lleve las gubernaturas y la mayoría de los congresos y otros puestos menores. Una de las varias causas de este repunte es que los votos opositores se dividen y esta división beneficia a quienes todavía conservan los controles y los mecanismos de inducción al voto que, si bien han perdido eficacia, siguen siendo útiles.

Es por ello que a la luz de los recientes resultados electorales, cobra nuevo interés la propuesta de una candidatura ciudadana, apoyada por los dos partidos más grandes de oposición en el estado de Hidalgo.

La finalidad de una campaña como la propuesta por el politólogo y periodista Miguel Angel Granados Chapa tendría así una triple finalidad cuando menos: ganar la gubernatura, demostrar que es posible, con imaginación y buena voluntad, reconstruir un proyecto que estuvo en boga hace unos años y que parecía el indicado para la consolidación de la transición política, y en tercer lugar abrir la puerta para estrategias similares futuras, incluida la elección federal del 2000.

Las objeciones son, por parte del senador Mario Saucedo, la incompatibilidad de proyectos de nación entre PAN y PRD, a lo que habrá que contestar que para consultar al pueblo sobre cuál proyecto quiere será indispensable primero consolidar y afirmar un sistema democrático.

Por parte del PAN, las objeciones pueden ser similares, aun cuando habría que añadir alguna cuando menos, de carácter puramente personal.

Quienes vimos como positiva la actitud de apertura de ambos partidos en elecciones anteriores a candidaturas externas, sin duda vemos también como positivas las estrategias para el rompimiento de la inercia tripolar en que podemos caer, con la experiencia posible en Hidalgo, que de resultar positiva puede ser alentadora.

Granados Chapa llena los requisitos de un candidato experimentado y demócrata con prestigio y, para el efecto de la alianza, equidistante entre ambos partidos. Cualquiera de ellos lo lanzaría por su cuenta: ¿por qué no los dos juntos?