Horacio Flores de la Peña
El FobaPRI y otros atracos

El senador José Angel Conchello, en una forma clara e inteligente, atributos no muy comunes hoy en día, dice del Fobaproa: ``Económicamente sería una verdadera catástrofe; moralmente es un pecado de lesa humanidad, porque se hizo para rescatar los negocios financieros de los protegidos del gobierno y, desde el punto jurídico, es anticonstitucional, porque va en contra del artículo 73 fracción VII de la Constitución''.

A pesar de estos argumentos y de otros que se han dado, el gobierno se saldrá con la suya y el Congreso, al final de cuentas, aprobará su proyecto por razones diversas: los congresistas del PRI, porque su misión no es defender los intereses del pueblo sino complacer al Ejecutivo; el PAN, porque buscará una componenda con el Estado, para ello tiene muchos especialistas con experiencia en jugadas sucias; y el PRD, porque el protagonismo y la ignorancia no son buenos instrumentos para defender los intereses del país que los demás pueden traicionar.

A estas alturas, el Fobaproa debería llamarse FobaPRI, porque en él sólo creen los funcionarios del gobierno, todos los del PRI, y los representantes populares priístas, que desde luego no representan los intereses del pueblo, y no están obligados a defenderlos, porque fue el Ejecutivo el que los designó como candidatos.

Lo que llama la atención es que, siendo el gobierno actual maestro en trampas sucias de baja intensidad, no haya presentado el FobaPRI en la legislatura del brother que la hubiera aprobado. Pero resulta ahora que Guillermo Perry, economista en jefe para América Latina del Banco Mundial (La Jornada, 26 de junio de 1998, p. 19), dice que ese banco ha estado presionando y alentando al gobierno mexicano para convertir los pasivos del Fobaproa en deuda y por una política que integraría a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores al Banco de México.

Todo lo anterior y las intervenciones de la Tesorería Norteamericana para que se legalizara el asunto del Fobaproa es bastante desconcertante: deja la impresión de que a los norteamericanos y a los organismos internacionales de crédito les interesa más la legalidad de las operaciones financieras del sector público que el gobierno mismo, o tal vez a los norteamericanos les interesa porque, con esta opción, desaparece el resto de independencia que nos queda y es una buena y expedita forma de quedarse con el sistema bancario, pero limpio y sano a costa del pueblo.

El gobierno, a través de la Secretaría de Hacienda, especialista en recortes como sustituto del conocimiento y de la imaginación, ha tratado de justificar el rescate bancario dándole un carácter heroico, al que se ha llegado gracias al patriotismo e inteligencia de sus funcionarios a quienes, en realidad, lo que más les interesa es dejar de buscar culpables, porque esto es sólo la parte anecdótica del problema, según afirmó el secretario de Hacienda. Esta afirmación es de un cinismo escalofriante. Cancelar, a unos cuantos bribones, una deuda que probablemente llegue a un billón de pesos, en español, o sea 110 mil millones de dólares, no tiene nada de anecdótico.

Entiendo que el secretario simpatice con los banqueros y con los criminales de cuello blanco, pero entre ayudar a sus amigos y ayudar al país la elección es obvia. El señor Gurría es autor de muchas declaraciones muy poco afortunadas, pero ésta no tiene nombre y contribuye a la política de terror que siguen los funcionarios del sector Hacienda, donde nos amenazan que, de no aprobar este despojo, México casi desaparecía del mapa.

Al mismo tiempo, el señor Zedillo en el problema de Chiapas no acepta los acuerdos de San Andrés porque atenta contra la integridad de la patria; esto es parte del caos mental con el que actúan los funcionarios públicos. Además, el señor Gurría, aunque pudo simpatizar con el Fobaproa, no lo hizo; fueron Ortiz y Mancera, pero la disciplina burocrática lo hace defender este atraco contra el pueblo, del cual él no es culpable directo.

Otros países han sufrido problemas similares: los EU con los bancos de ahorros, pero los estadunidenses sólo pagaron alrededor de 30% de la deuda de los bancos, o sea 2.4% del PIB; y dejaron quebrar a 650 bancos.

En Francia el rescate no será mayor a 20 mil millones de dólares, aproximadamente. Los alemanes gastaron 250 mil millones de marcos, o sea 147 mil millones de dólares, en sanear los activos de Alemania del Este. Los países escandinavos, para salvar sus bancos, gastaron: Noruega 3.9% del PIB, Suecia 6.3% y Finlandia 9.3%. Se tomaron diversas medidas; entre ellas, disolución de unos bancos y nacionalización de otros. Esto se debió, quizá, a que sus funcionarios privilegiaron los intereses de su país sobre los de los banqueros y también puede ser porque tienen una capacidad que los nuestros no han demostrado.

El caso de Japón aún no está resuelto, porque el primer ministro afirmó que no se gastaría ni un centavo de impuestos en la salvación de los bancos; EU insiste en que esto se haga, porque dejarlos quebrar le significan pérdidas, igual que al resto de los países del área; además, aquí se juega un problema ideológico de los fundamentalistas de la economía de mercado. Si en México se dejan quebrar los bancos malos y sólo se rescata a los pequeños depositantes, éstos, apenas son 1% del valor total de los ahorros. Que se salve a éstos; y los grandes que se rasquen con sus uñas, porque son los mismos los robados que los ladrones.

De los otros atracos me ocuparé en el próximo artículo.