Guillermo Almeyra
Cantando, cantando...

Las canciones reflejan ``el aire de la época'' como se solía decir... En Cuba, del estribillo de ``llegó el Comandante y mandó parar'' al de ``Arrolla cubano, todo esto es tuyo'' (con menciones, además, a la aristocracia cubana y a una intervención policial) hay algo más que 40 años de esfuerzos heroicos, de dificultades y de desilusiones.

No tiene, por lo tanto, mucho sentido hablar, como hace Fidel Castro, sobre la irreversibilidad de la mundialización y sobre la imposibilidad actual de la lucha guerrillera en América Latina si no se sacan las conclusiones no sólo del pasado sino también del presente, que recogen las canciones populares.

¿Cómo mantener, en efecto, la ``fórmula china'' o sea, mercado más autoritarismo y partido único, cuando en China misma hace agua debido a la mundialización pretendiendo imitarla, para colmo, en un país donde la revolución ha creado una fuerte base cultural y de expectativas y que tiene una estructura social mucho menos diferenciada que la de China y un pasado político mucho más democrático?

¿Cómo encontrar aliados --indispensables para cualquier régimen progresista y mucho más aún para una pequeña isla poco poblada, sin recursos y al lado del Leviathán-- si, excluyendo la lucha armada, no se profundiza teóricamente sobre cuál puede ser la vía democrática en los países de este continente no digamos a la liberación social de nuestros pueblos sino, por lo menos, a la contraofensiva que permita organizarse y madurar para lograrla? O, dicho de otro modo, ¿cómo movilizar a los trabajadores junto a Cuba si la única política consiste en seguir el tortuoso sendero de la diplomacia y en identificar los gobiernos con los Estados y a éstos con los pueblos, sin ver que estos últimos se dividen a su vez en clases contrapuestas, privilegiando el apoyo de los primeros y abandonando la tarea de construir conciencias y de dar batallas ideológicas?

El Estado cubano, es evidente, debe tener las mejores relaciones comerciales posibles con Dios y con María Santísima, pero el Partido ``comunista'' cubano tiene la obligación de no identificarse con ``su'' Estado, de no homologarse con la nomenklatura, de buscar opciones propias en el plano internacional y nacional, y la misma obligación tiene la prensa, si quiere construir conciencias, informar y formar.

Ante la tendencia mundial a la caída de los precios de las materias primas, a causa de la menor demanda, de la sustitución de productos y del deterioro constante de los términos de intercambio, no se puede esperar sólo de la venta de cada vez menos azúcar y de níquel, y contar sobre todo con las inversiones y con el turismo para resolver el insoluble problema de la cuenta corriente deficitaria y de la importación de alimentos, maquinarias, combustibles, tecnología. No sólo porque esas fuentes son frágiles y porque Cuba no tiene el mismo poder de atracción que China, sino porque no es un problema económico sino político pues muchos ven que unos pocos gozan de privilegios y que la centralización política y económica agrava las dificultades, las desigualdades, la desmoralización, la burocratización y el despilfarro de recursos caros y escasos. ¿Por qué no mantener, en cambio, la planificación, pero desde abajo hacia arriba, a partir de las necesidades y prioridades fijadas por el pueblo cubano mismo mediante su libre expresión en asambleas, en reuniones, en la discusión pública de partidos o movimientos que ofrezcan soluciones y en las que el Partido Comunista intervenga, proponga, discuta, convenza o refute los argumentos contrarrevolucionarios o conservadores, de dentro o de fuera del aparato del Estado? ¿El socialismo no es el resultado de la libre organización de hombres y mujeres libres e iguales, en un proceso de autogestión en el que construyen su conciencia? ¿Cómo decretar que la mundialización será socialista si en Cuba misma no se construyen las bases para una democracia con profundo contenido social, que dé solidez al país en su defensa frente al imperialismo y sirva también de ejemplo para el mundo? ¿Cómo hablar de socialismo sin hacer siquiera un balance de por qué se derrumbaron los regímenes ``socialistas reales'' y discutir libremente qué es, qué debe ser el socialismo? ¿Cómo no ver que nadie espera ya las órdenes del Comandante, para parar o para arrancar, y en cambio se canta sobre las jineteras y sobre la aristocracia o sobre el hambre de todo y en primer lugar de libertades?

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