Angeles González Gamio
Tacubaya

Antigua villa, de importancia desde la época prehispánica, ahora es de los barrios céntricos y tradicionales de la ciudad. Sitio de ubicación privilegiada en la cuenca por su cercanía a los lagos, pero con la altura suficiente para no padecer inundaciones, estuvo poblada desde el siglo XIII por una de las tribus chichimecas que peregrinaron por décadas desde su partida de la legendaria Aztlán. Anteriores a los aztecas en su llegada, fueron finalmente dominados por ellos, teniéndoles que pagar tributo y participar en sus guerras.

Al arribo de los españoles esas ricas tierras pasaron a ser propiedad de Hernán Cortés, quien permitió que órdenes religiosas se establecieran en ellas, edificando templos sobre los teocallis indígenas. Desde luego a ellos siguieron vastos conventos y el uso de tierras para cultivo y crianza. A su alrededor se fueron desarrollando barrios que para 1553 sumaban siete. Por su ubicación, era paso obligatorio de las mercancías que venían del sur. En su ámbito se encontraba la Garita de Belén, uno de los principales accesos a la ciudad.

Tacubaya fue el sitio sugerido para cambiar la capital tras la terrible inundación de 1629, que mantuvo anegada la ciudad de México durante cinco años. Finalmente se optó por reconstruirla en el mismo lugar, por las enormes inversiones que había en ella: 7 conventos, 8 hospitales, 6 colegios, casas reales, cárceles, etcétera, cuya reedificación total sería costosísima.

A lo largo de los siglos, Tacubaya fue teniendo las transformaciones que caracterizaron los alrededores de la antigua Tenochtitlan. Su urbanización comenzó a fines del siglo XVIII, con la construcción de enormes casas de campo, aunque desde el XVI se habían edificado casonas que eran parte de las instalaciones de grandes haciendas, sobre todo de molinos, que aprovechaban los generosos caudales que fluían de los cerros que lo rodeaban y de fructíferos manantiales, ni más ni menos uno de ellos --el de Chapultepec-- surtía de agua fresca a la ciudad de México, junto con el de la Tlaxpana.

En el siglo XIX se estableció el servicio de trenes, cambiando el de multas por el de vapor y después al eléctrico. Esto propicio que varias familias trasladaran su residencia permanente a Tacubaya, con lo que se modificó el concepto de ir a las casonas únicamente para veranear y ``mudar de temperamento'', considerado --no sin razón-- muy bueno para la salud.

Sin embargo, el desarrollo más acelerado, comenzó a raíz de la aplicación de las Leyes de Exclaustración de los Bienes Religiosos, que dio lugar a que se destruyeran las instalaciones clericales y se fraccionaran para edificar casas; de una sola huerta salieron 20 predios. Estas residencias convivían con las enormes mansiones de los más opulentos, que contaban además con grandes jardines.

En este siglo la mayoría de ellas fueron destruidas y divididas para hacer construcciones modernas, en general deleznables, aunque hubo algunas que marcaron momentos importantes de la arquitectura en México, como el famoso Edificio Ermita levantado en 1931, que en un inmenso edificio de ocho pisos, en estilo art-deco, combina el que en ese momento fue un concepto novedoso de vivienda, comercio y un amplio cine, obra del afamado arquitecto Juan Segura. En el lugar estaba la impresionante Casa Mier y Celis.

Milagrosamente han sobrevivido algunos de los molinos del siglo XVII, ahora utilizados para vivir y el famoso del Rey que ocupan los militares. También se salvaron algunas iglesias y varias casonas incomparables como la Casa de la bola, la Casa Amarilla, la del obispo Palafox y Mendoza, el Palacio Arzobispal y varias privadas y vecindades de este siglo, que tiene valores arquitectónicos como la llamada Vecindad Londinense y dos espléndidos en la avenida Observatorio, para no hablar de la célebre casa de Luis Barragán, innovador de la arquitectura mexicana con reconocimiento internacional.

Así, son muchos los tesoros que conserva Tacubaya; de ello y sus problemas, nos hablan la arquitecturas Aracelí García Parra y María Marta Bustamante en una obra excelente Tacubaya en el olvido, que fue su tesis profesional y pronto se publicará como libro. No queda más que felicitarlas, e invitarlas a comer en alguno de los agradables restaurantes del rumbo, como el Alemán, ubicado precisamente en el Edificio Ermita, en Revolución y Jalisco, en donde se degustan suculentos chamorros, salchichotas y roast beef todo acompañado de cerveza de barril.