Masiosare, domingo 12 de julio de 1998
La estrella de Dante había comenzado a ascender cuando, en 1988, coordinó la campaña de Fernando Gutiérrez Barrios en Veracruz. El ex titular de la Dirección Federal de Seguridad lo hizo secretario de Gobierno. Cuando, por los extraños vericuetos de las alianzas, Carlos Salinas de Gortari llamó ``don Fernando'' a su gabinete, Dante se convirtió en gobernador, sin haber saludado nunca al flamante presidente de la República.
Siguieron los años del brillo y el declive del salinismo. Dante Delgado remató como secretario sin cartera para el caso chiapaneco. Repartió recursos y compró conciencias, según afirman líderes campesinos, para ``disminuir los daños'' del conflicto en Chiapas.
Luego, entró en la disputa con otros actores y abandonó esa entidad, al mismo tiempo que continuaba su trabajo de agrupar a viejos priístas opuestos a los ``tecnócratas''.
Apenas había proclamado su intención de crear un nuevo partido, Delgado fue a dar a prisión, acusado por el gobierno del salinista Patricio Chirinos de diversas irregularidades cometidas durante su gestión como gobernador.
En la cárcel nunca recibió la visita de su amigo Gutiérrez Barrios, quien, sin embargo, tuvo tiempo para tomarse la foto, hace unos meses, con el flamante candidato al gobierno de Veracruz, Miguel Alemán Velasco.
Pudo y no quiso salvarse, porque, según él, antes de la ruptura le ofrecieron la embajada de México en Brasil, en noviembre de 1996. Se quedó. Para ir a la cárcel.
DEL PPS A CONVERGENCIA
En 1996 Dante inició contactos con sus viejos amigos del Partido Popular Socialista. Impulsó la candidatura del ex líder electricista Manuel Fernández a la secretaría general del partido fundado por Vicente Lombardo Toledano y propició una ruptura interna en el PPS.
Al mismo tiempo, convenció a personajes como Cecilia Soto, en Sonora, y Layda Sansores, en Campeche, de incorporarse a su proyecto político. También tuvo avances en Colima y San Luis Potosí.
El 27 de noviembre de ese año renunció al PRI y un día después la Secretaría de la Contraloría de la Federación anunció que sería investigado por irregularidades en su declaración patrimonial. Unos días más tarde fue aprehendido en el Distrito Federal.
Antes de su detención, Dante y un grupo de personalidades políticas lanzaron un manifiesto anunciando la futura ``convergencia'' de varias fuerzas para cambiar el actual régimen. Firmaron personajes como los ex gobernadores Luis M. Farías y Luis H. Ducoing, así como Cecilia Soto y su esposo, Patricio Estévez, quienes apenas aprehendido Dante se alejaron del grupo.
Otros como la senadora Layda Sansores, su esposo Romeo Ruiz y el ex mandatario yucateco Francisco Luna Kan, siguieron públicamente al lado del ex gobernador y lograron, en enero de 1997, el registro de la agrupación política nacional Convergencia por la Democracia, semilla del nuevo partido.
DE PACHO VIEJO AL IFE
Durante su estancia de 472 días en el penal de Pacho Viejo, Dante diseñó el nuevo partido. En forma paralela, la agrupación que había formado escalaba posiciones políticas en alianza con el PRD.
El 29 de abril, a 23 días de obtener su libertad, Dante Delgado solicitó al Instituto Federal Electoral el registro para transformar a Convergencia en partido político.
Ramiro Novelo Berrón, encargado de estrategia de Convergencia, explica que su trabajo hacia el 2000 está dirigido a ganar diputaciones federales de mayoría y senadurías. Los documentos internos del nuevo partido establecen que prepararán el terrero en 172 distritos federales para lograr el mayor número de escaños posible en el Congreso de la Unión.
Dante Delgado detalla que el trabajo lo centran en diez entidades que suman 148 distritos federales.
La primera parada de Convergencia, añade Dante, no son las elecciones locales de Veracruz ni la competencia por la Presidencia de la República en el 2000. Sus miras son a largo plazo. En lo inmediato sólo piensan en entregar al IFE 300 mil afiliaciones.
``Por eso, ni con Morales Lechuga, ni con Manuel Camacho ni con nadie vamos a hacer alianzas, primero hay que construir el partido'', dice.
LA ALIANZA QUE NO FUE
El escenario fue la casa del presidente municipal de Xalapa, Rafael Hernández Villalpando, quien llegó al cargo con el registro del PRD siendo miembro de Convergencia.
En esa reunión del 25 de abril, Dante Delgado hizo saber su deseo de ser candidato a gobernador bajo una fórmula peculiar: él sería el abanderado, ganaría y dos años después dejaría su lugar a Ignacio Morales Lechuga, para que éste completara el mandato. Del otro lado de la mesa escuchaba el entonces presidente del PRD veracruzano, Arturo Hervis (hoy candidato a la gubernatura).
Dante expuso una convicción compartida por muchos políticos veracruzanos: ninguna fuerza podría ganarle sola al candidato priísta, Miguel Alemán Velasco.
Pero la peculiar candidatura común se esfumó cuando en los altos niveles del PRD vetaron a Morales Lechuga.
LOS ALCALDES DE DANTE
El año pasado, el PRD creció en las elecciones intermedias de Veracruz. En gran parte, esos triunfos se debieron a los candidatos de la agrupación dantista: 30 en total. Los miembros de Convergencia ganaron en Xalapa, Tuxpan, Alamo, El Higo, Espinal, Tampico el Alto y Lerdo de Tejada.
Actualmente, Convergencia gobierna a más de 670 mil veracruzanos, es decir, el 10% de la población, y tiene además dos diputados federales, Cuauhtémoc Velasco Oliva y Francisco Luna Kan.
El candidato perredista a la gubernatura, Arturo Hervis, dice que todos los alcaldes surgidos de Convergencia se han desempeñado ``a la altura'' y defendido los principios del PRD.
En el PRD existe la certeza de que, en cuanto obtengan el registro, la alianza terminará.
Pero Dante Delgado explica que ``antes del 2000 no tenemos por qué lastimar a ninguna organización que nos dio el respaldo, hacerlo evidenciaría que no hay seriedad en Convergencia''.
LA GENTE Y LOS ESTADOS
En Convergencia las figuras principales son hombres que en distintas épocas han estado cerca de Dante Delgado.
Por ejemplo, Armando Méndez de la Luz, ex presidente estatal del PRI veracruzano y alcalde del puerto entre 1992 y 1995. José Lobato Campos, encargado de finanzas, fue director de pensiones con Agustín Acosta Lagunes y con Dante secretario de Educación.
El encargado de gestionar alianzas con los perredistas es Rafael Hernández Villalpando, secretario de Gobierno de 1988 a 1992.
En organización está Adán Pérez Utrera, secretario técnico del gobierno de Tabasco con Enrique González Pedrero y asesor de Dante en la gubernatura de Veracruz y en la Procuraduría Agraria. También Ramiro Novelo Berrón, ex funcionario electoral y José Cesáreo Roldán Díaz, ex dirigente del Movimiento Territorial del PRI veracruzano.
Fuera de Veracruz, los cuadros de Convergencia están en Aguascalientes, Chiapas, Chihuahua, Coahuila, Distrito Federal, estado de México, Jalisco, Morelos y Yucatán, donde los organizadores son ex funcionarios locales y ex diputados.
Con ellos, Dante quiere jugar en el 2000, sin candidato a la presidencia ``para no esquirolear'', pero sí con la idea de que en el ``reacomodo electoral'', el futuro político del país ``se va a construir con las fuerzas regionales''.
Dividir y corromper fueron las divisas de Dante Delgado en su paso por Chiapas, según el testimonio de dirigentes campesinos de aquella entidad. ``Se comportaba como un virrey'', recuerdan.
Tenía con qué operar como un gobernador paralelo. En 1995, Dante Delgado sumó a su cargo de procurador Agrario el de jefe de la Coordinación de Bienestar Social y Desarrollo Económico y Sustentable para Chiapas. En otras palabras, Dante manejó buena parte de la cartera del gobierno federal para atender a las organizaciones campesinas en el contexto del conflicto, que entonces sólo tenía unos meses.
``La X'nich de Mario Landeros, la Unión Nacional Lombardista (UNAL), que encabezó Oscar de León Calindamaya, y un grupo de los Chimalapas lidereado por Miguel González, recibieron dinero de Dante para resolver asuntos personales'', ejemplifica Arturo Luna, dirigente estatal de la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC).
La estrategia de Dante dio resultados: el reparto de los dineros federales terminó por dividir a la Asamblea Democrática del Pueblo Chiapaneco, donde habían confluido la mayoría de las organizaciones campesinas de la entidad.