El Centro Histórico de la ciudad de México, sitio amadísimo, es también fuente de tristeza y preocupación cuando se le ve en el abandono, maltratado por plantones, marchas y vendedores ambulantes que agreden sus calles y construcciones centenarias; cuando los dueños dejan que las bellas casonas se deterioren o, peor aún, las mutilan o destruyen; cuando sus gobernantes no lo limpian, no arreglan sus calles, no lo cuidan, y esto incluye a los que lo viven, lo trabajan y lo visitan.
En los últimos años ha habido varios intentos por recuperar su hermosura y dignidad, en el entendido indiscutible de que es patrimonio valiosísimo de los mexicanos y de la humanidad entera, según declaración de la Unesco. Esto nos compromete a todos; sin embargo, a pesar de que ha habido varios programas, algunos con cierto éxito y la mayoría que no pasaron del papel, no se ha logrado cristalizar un proyecto integral que involucre a todos los sectores y personas interesadas.
Ahora el gobierno de la ciudad que encabeza el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, parece realmente decidido a iniciar este necesario y trascendente proyecto. La intención se cristaliza en diversos hechos: entre otros, el revivir organismos abocados a ese fin, que habían permanecido prácticamente muertos. Tal es el caso del Consejo del Centro Histórico, creado en 1982, que ahora preside como vocal ejecutivo la connotada historiadora Sonia Lombardo, quien tomó posesión en una sobria ceremonia que presidió el ingeniero Cárdenas, en la que presentó su programa de trabajo, que complementa y enriquece el del Fideicomiso del Centro Histórico, que dirige René Coulomb, encargado de tramitar --entre otras acciones-- los subsidios que otorga el gobierno de la ciudad, a los que restauran en este lugar que es el corazón de todo México.
Ambos organismos se encuentran ubicados en el palacio del Conde de Heras Soto, uno de los más bellos de América. Aunque se desconoce el arquitecto, fue sin duda uno de los mejores del barroco, probablemente Lorenzo Rodríguez, autor del Sagrario de la Catedral, pues aquí se desborda la belleza de la filigrana de piedra en el marco de enorme y bello portón, alcanzando su máxima expresión en el nicho de la esquina de Chile y Donceles, con un niño rubicundo cargando un canasto de frutas en la cabeza, graciosamente parado en la testa rizada de un león, todo rodeado de profusa vegetación.
En este sitio tan inspirador, la maestra Lombardo va a llevar a cabo, entre otras importantes acciones, la creación de un centro de información, conjuntando toda la que posean las instituciones que tienen que ver con el Centro Histórico, como el INAH, INBA, Secodam, Sectur, Consejo de la Crónica y, desde luego, el gobierno de la ciudad. También se van a llevar a cabo simposios, publicaciones e investigación y el impulso a la ventanilla única para agilizar trámites.
Al apoyo que se esta dando a estas instituciones, hay que agregar que se acaba de volver a la vida a la Comisión de Nomenclatura, que llevaba nueve años durmiendo el sueño de los injustos; pues como consecuencia, ese aspecto se volvió un desastre en todos los sentidos; fue impactante enterarse que 40% de las 25 mil calles que hay en la capital, tiene errores en su nomenclatura, son confusos o carecen de denominación.
No menos importante es el aspecto histórico, que ha padecido con el cambio injustificado del nombre de calles que tenían un enorme significado, que eran parte de la identidad de la ciudad y de sus habitantes, amén de puntos de referencia.
Todo esto se ha apoyado con una campaña de prensa cuyo objetivo es concientizar a la población de los valores y la importancia que tiene el Centro Histórico, despertar el amor en la ciudadanía, que todos lo sientan suyo, como de hecho lo es, ya que aquí se forjó nuestra identidad, el alma y esencia de los mexicanos, además de estar lleno de construcciones maravillosas que en otro lugar serían objeto de orgullo, cuidados y visitas cotidianas por propios y extraños.
Muy contentos y esperanzados nos vamos a comer a Bolívar 12, que constantemente renueva su menú, conservando, eso sí, su maravillosa olla de mariscos, que compité dignamente con la Boullaibaise francesa. Si la bolsa está magra, puede ir al recién abierto bar El Encanto, en Madero 21, con el concepto de cantina, por el cual le dan botana gratis con la bebida, que viene resultando una comida completa. El lugar está adornado con un gran mural de coloridas calacas brindando, estilo Guadalupe Posada; los jueves y viernes tiene música tropical en vivo.