La Jornada 19 de julio de 1998

Labastida: seguridad pública y financiera, temas prioritarios

Andrea Becerril Ť Al hablar en nombre del gobierno federal, el secretario de Gobernación, Francisco Labastida Ochoa, hizo un llamado a elevar el debate político en torno de los principales problemas del país, entre los que ubicó la seguridad pública y la estructuración del sistema financiero. Pidió pasar de las diferencias a los acuerdos, ``dejar atrás intereses de grupo o de partido'' y advirtió que son imprescindibles los cambios legislativos propuestos por el Ejecutivo.

Orador único en la ceremonia encabezada en Palacio Nacional por el presidente Ernesto Zedillo para conmemorar el 163 aniversario luctuoso de Benito Juárez, el titular de Gobernación no se refirió de manera directa al conflicto chiapaneco y la parte medular de su mensaje la dedicó a insistir en la necesidad de reformar las leyes para consolidar los avances en materia económica.

Resaltó que `` los problemas que hoy enfrenta el país no son más grandes que los de otras épocas y que han resuelto otras generaciones''.

El discurso de Labastida fue precedido de gran expectación, ya que se esperaba una respuesta del gobierno federal a las críticas y señalamientos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Sin embargo, el funcionario sólo aludió al tema Chiapas de refilón, cuando enumeró ``las cuestiones pendientes que debemos resolver todos'' , entre ellas la necesidad de una legislación ``para proteger mejor los derechos y cultura indígenas''.

Hubo otra alusión, también indirecta, al resaltar que Benito Juárez rechazó de manera tajante ``la invocación de la injerencia externa para solucionar los problemas nacionales'' y fue en él ``principio inquebrantable que a los mexicanos y sólo a los mexicanos corresponde dirimir nuestras divergencias''.

A pesar de la prolongación de la guerra interna, Benito Juárez ``jamás cedió a la creencia socorrida por algunos, de que sólo llegaría al fin de un conflicto si extranjeros tomaban participación activa en la lucha''., recalcó Labastida.

En el largo presidium instalado en el patio central de Palacio Nacional, el ejecutivo, acompañado por la tataranieta de Benito Juárez, la señora Adela Obregón, los representantes del Congreso de la Unión, Genovevo Figueroa y Porfirio Muñoz Ledo, del poder judicial y los miembros del gabinete, seguía atento el mensaje.

Labastida resaltó asimismo que a 163 años de su muerte, la República rendía un homenaje ``al hombre más destacado de su historia, a Benito Juárez'', cuyos sustentos, dijo, fueron gobierno, política y ley. ``para rechazar de manera tajante la invocación de la injerencia externa para solucionar los problemas nacionales''.

El responsable de la política interior del país dijo asimismo que Juárez es un ejemplo para los mexicanos de hoy, un hombre cuyas virtudes morales sólo son equiparables a sus inmensas virtudes políticas. ``Solo el inmenso valor de una generación de gigantes, de la que Juárez fue líder, pudo poner a salvo la República'', en aquella epóca ``despedazada, hecha ruinas, dividida por luchas intestinas, que había perdido la mitad de su territorio original y era presa codiciada para muchas potencias''.

Párrafos más adelante, Labastida pasó al tema central de su discurso. Sostuvo que a los mexicanos ``no nos arredra el cambio'' y detalló lo que dijo, son avances y transformaciones que se han dado. ``En estos años, el país evolucionó, dio el salto histórico en materia electoral, reuperamos el crecimiento económico y la generación de empleo como desde hace 20 años no se veía, saneamos las finanzas públicas, fortalecimos el ahorro interno para no depender tanto del exterior, asumimos con responsabilidad el problema de la crisis''.

Expuso que ``el avance democrático ha permitido que hoy veamos normal que las elecciones se presenten sin conflictos previos ni posteriores, en un clima de paz social. La normalidad democrática es ya una realidad en el país''.

El proceso de cambios que se ha impulsado es muy amplio, aunque, reconoció, ``subsisten cuestiones pendientes que debemos resolver entre todos''. Insistió en el imprescindible concurso de los tres poderes de la nación para poder transformar al país y puso énfasis en el legislativo.

Por ello, definió, el cambio iniciado en seguridad pública requiere llegar hasta sus últimas consecuencias: reformas en las leyes, ataque radical a la corrupción, profesionalización y eficiencia en la procuración de justicia, responsabilidad que ``debemos asumir los tres órdenes de gobierno''.

Asimismo, abundó, ``requerimos también mejores leyes para enfrentar la delincuencia, para castigar severamente a quienes agravian a la sociedad, a quienes esquilman a la nación, para dar certidumbre de largo plazo al crecimiento económico, para estructurar bien el sistema financiero , para proteger mejor los derechos y cultura de los indígenas''.

Tampoco se refirió por su nombre al controvertido tema del Fobaproa, pero fue el punto toral de su mensaje. En ese tenor, el secretario de Gobernación planteó la necesidad de no sólo discutir los problemas, sino también sus soluciones, de elevar la calidad del debate y de transformar las leyes del país, pues los cambios legislativos son imprescindibles ``en la magnitud que los retos los demandan''.

Justificó el modelo económico del régimen y señaló que se está consolidando una política económica para que el país no entre en crisis recurrentes y sea posible generar más empleos, destinar más recursos a la salud, la educación, las necesidades sociales y para fortalecer a los estados y municipios. Sin embargo, remarcó, tales tareas ``no pueden ser cabalmente cumplidas sólo por el ejecutivo federal''. Es imprescindible, añadió y considerar que ``no son los intereses de un grupo o partido los que transforman a la nación''.

``¬Pasemos en definitiva de la identificación de los temas al debate de los mismos, de las diferencias a los acuerdos''.

Por otra parte, durante la ceremonia, el presidente Zedillo, en compañía de los representantes de los poderes legislativo y judicial montó una guardia de honor y depositó una ofrenda floral en el monumento a don Benito Juárez, en el Primer Patio Mariano de Palacio Nacional. Recorrió el recién remodelado recinto de homenaje al indigena oaxaqueño y canceló la estampilla postal alusiva al aniversario luctuoso.


se refirió de manera directa al conflicto chiapaneco y la parte medular de su mensaje la dedicó a insistir en la necesidad de reformar las leyes para consolidar los avances en materia económica.

Resaltó que ``los problemas que hoy enfrenta el país no son más grandes que los de otras épocas y que han resuelto otras generaciones''. Se requiere, insistió, el concurso de los tres poderes, ya que el Poder Ejecutivo Federal no puede solo cumplir cabalmente con las tareas prioritarias.

El discurso de Labastida fue precedido de gran expectación, ya que se esperaba una respuesta del gobierno federal a las críticas y señalamientos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Sin embargo, el funcionario sólo aludió al tema Chiapas de refilón, cuando enumeró ``las cuestiones pendientes que debemos resolver todos'', entre ellas la necesidad de una legislación ``para proteger mejor los derechos y cultura indígenas''.

Hubo otra alusión, también indirecta, al resaltar que Benito Juárez rechazó de manera tajante ``la invocación de la injerencia externa para solucionar los problemas nacionales'' y fue en él ``principio inquebrantable que a los mexicanos y sólo a los mexicanos corresponde dirimir nuestras divergencias''.

A pesar de la prolongación de la guerra interna, Benito Juárez ``jamás cedió a la creencia socorrida por algunos, de que sólo se llegaría al fin de un conflicto si extranjeros tomaban participación activa en la lucha'', recalcó Labastida.

En el largo presídium instalado en el patio central de Palacio Nacional, el Ejecutivo, acompañado por la señora Adela Obregón, tataranieta de Benito Juárez, los representantes del Congreso de la Unión, Genovevo Figueroa y Porfirio Muñoz Ledo, del Poder Judicial y los miembros del gabinete, seguía atento el mensaje.

Labastida resaltó asimismo que la República rendía un homenaje, a 163 años de su muerte, ``al hombre más destacado de su historia: a Benito Juárez'', cuyos sustentos, dijo, fueron gobierno, política y ley, ``para rechazar de manera tajante la invocación de la injerencia externa para solucionar los problemas nacionales''.

El responsable de la política interior del país dijo asimismo que Juárez es un ejemplo para los mexicanos de hoy, un hombre cuyas virtudes morales sólo son equiparables a sus inmensas virtudes políticas. ``Sólo el inmenso valor de una generación de gigantes, de la que Juárez fue líder, pudo poner a salvo la República'', en aquella época ``despedazada, hecha ruinas, dividida por luchas intestinas, que había perdido la mitad de su territorio original y era presa codiciada para muchas potencias''.

``Juárez fue, sin duda, grande, porque a su lado estuvieron otros hombres tan grandes como él: en el campo de las ideas, Ignacio Ramírez, Melchor Ocampo y Guillermo Prieto; en las armas, Ignacio Zaragoza, Mariano Escobedo y Porfirio Díaz''.

Párrafos más adelante, Labastida pasó al tema central de su discurso. Sostuvo que a los mexicanos ``no nos arredra el cambio'' y detalló lo que, dijo, son avances y transformaciones que se han dado. ``En estos años, el país evolucionó, dio el salto histórico en materia electoral, recuperamos el crecimiento económico y la generación de empleo como desde hace 20 años no se veía, saneamos las finanzas públicas, fortalecimos el ahorro interno para no depender tanto del exterior, asumimos con responsabilidad el problema de la crisis''.

Expuso que ``el avance democrático ha permitido que hoy veamos normal que las elecciones se presenten sin conflictos previos ni posteriores, en un clima de paz social. La normalidad democrática es ya una realidad en el país''.

El proceso de cambios que se ha impulsado es muy amplio, aunque, reconoció, ``subsisten cuestiones pendientes que debemos resolver entre todos''. Insistió en el imprescindible concurso de los tres poderes de la nación para poder transformar al país y puso énfasis en el Legislativo.

Por ello, definió, el cambio iniciado en seguridad pública requiere llegar hasta sus últimas consecuencias: reformas en las leyes, ataque radical a la corrupción, profesionalización y eficiencia en la procuración de justicia, responsabilidad que ``debemos asumir los tres órdenes de gobierno''.

Asimismo, abundó, ``requerimos también mejores leyes para enfrentar la delincuencia, para castigar severamente a quienes agravian a la sociedad, a quienes esquilman a la nación, para dar certidumbre de largo plazo al crecimiento económico, para estructurar bien el sistema financiero, para proteger mejor los derechos y cultura de los indígenas''.

Tampoco se refirió por su nombre al controvertido tema del Fobaproa, pero fue el punto toral de su mensaje. En ese tenor, el secretario de Gobernación planteó la necesidad de no sólo discutir los problemas, sino también sus soluciones, de elevar la calidad del debate y de transformar las leyes del país, pues los cambios legislativos son imprescindibles ``en la magnitud que los retos lo demandan''.

Justificó el modelo económico del régimen y señaló que se está consolidando una política económica para que el país no entre en crisis recurrentes y sea posible generar más empleos, destinar más recursos a la salud, la educación, las necesidades sociales y para fortalecer a los estados y municipios. Sin embargo, remarcó, tales tareas ``no pueden ser cabalmente cumplidas sólo por el Ejecutivo federal''. Es imprescindible, añadió, considerar que ``no son los intereses de un grupo o partido los que transforman a la nación.

``Pasemos en definitiva de la identificación de los temas al debate de los mismos; de las diferencias a los acuerdos.''

Por otra parte, durante la ceremonia, el presidente Zedillo, en compañía de los representantes de los poderes Legislativo y Judicial, montó una guardia de honor y depositó una ofrenda floral en el monumento a don Benito Juárez, en el Primer Patio Mariano de Palacio Nacional. Recorrió el recién remodelado recinto de homenaje al indígena oaxaqueño y canceló la estampilla postal alusiva al aniversario luctuoso.