Masiosare, domingo 19 de julio de 1998


Las fórmulas partidistas para escoger candidatos


Selecciones en conflicto


Alberto Aguirre M.


El PRI presume su triunfo en Chihuahua como resultado de la ``consulta abierta'' mediante la cual seleccionó candidatos. Pero en Durango también ganó con un aspirante de ``unidedo''. Con el sabor de la derrota, el PAN está revisando sus métodos de selección, que siempre había presumido como ``los más democráticos''. El PRD ha ensayado encuestas, consultas a la militancia, elecciones abiertas, según la entidad y los candidatos ``externos'' que estén a la mano. Las tres principales fuerzas caminan así, sin terminar de definir las reglas, rumbo a sus Grandes Selecciones Internas: las que lanzarán a la arena a sus candidatos presidenciales en el 2000.

PAN, tradiciones en vías de extinción

Luego de dos décadas de militancia dentro del PAN, el empresario José Luis Gutiérrez Lozano se pensaba con los méritos suficientes para ser candidato al gobierno de Aguascalientes.

En las filas panistas se le reconocían constancia y renombre -fue secretario de Estudios, cuando Carlos Castillo Peraza presidía el partido- y había alcanzado celebridad por ser el principal asesor económico de Felipe Calderón Hinojosa y haber redactado el capítulo original de la Plataforma Electoral 1997-2000.

Tenía todo para ser candidato... pero no lo fue. Pese a que también se había quedado en el camino en 1994 y 1997.

Hoy es candidato del PRD a la alcaldía de la capital aguascalentense y uno de los tantos ``panistas desplazados'', que pasaron a ser oposición de la oposición.

Gutiérrez Lozano se cansó de esperar.

Como él, medio centenar de destacados cuadros del partido se fueron al PRD a luchar por las postulaciones a cargos de elección popular.

Destaca el caso de Alfonso Bernal Sahagún, ahora abanderado del PRD a la gubernatura. Salido de las filas de la academia -fue catedrático en el Tecnológico de Monterrey y en la UAM-, era miembro ``adherente'' del PAN y un personaje reconocido por sus tareas altruistas.

En 1995, el PAN lo invitó a ser candidato a diputado local por el tercer distrito, con cabecera en la capital. Este año, la dirigencia panista lo convocó a participar en la contienda interna, para definir al candidato a la gubernatura, pero él se abstuvo, porque no quiso validar la mascarada de hacer candidato al neopanista Felipe González.

Este caso, el más reciente, demuestra que el método panista no ha funcionado del todo bien.

Consultados al respecto, dirigentes panistas sólo recuerdan dos casos en los que el CEN haya vetado a un candidato.

Uno ocurrió en 1975, en Hidalgo, cuando después de la convención la dirigencia nacional no validó el triunfo de Alfredo Oropeza, argumentando anomalías.

El otro se registró en Sonora, en 1996. La dirigencia nacional del PAN evitó que se efectuara la convención estatal, porque el triunfo era seguro para Adalberto, El Pelón, Rosas.

Rosas -quien iba por su segunda nominación, después de haber sido alcalde de Cajeme- se había significado como un ``riesgo'' para la buena fama panista, pues se le había involucrado en un fraude del gobierno de Manlio Fabio Beltrones. Para evitar críticas, el CEN pidió a Rosas y a otros cuatro precandidatos que no hicieran precampaña. Rosas se negó. La convención fue cancelada y se determinó que el CEN nombrara al candidato. Rosas se fue del PAN y hoy trata de construir un nuevo partido.

Ha habido otros hechos del tipo, pero antes de las convenciones.

Hace apenas tres meses, Ricardo Villa Escalera iba por su tercera candidatura al gobierno de Puebla y no pudo registrarse por orden explícita del comité local. Renunció al partido.

En 1985, Javier Livas, a pesar de no reunir los requisitos, pudo competir por la candidatura al gobierno de Nuevo León, aunque perdió frente a Rogelio Sada Zambrano.

Tres potenciales candidatos a la Presidencia de la República -Ernesto Ruffo, Vicente Fox y Francisco Barrio-, han sido abanderados ``de unidad'' en sus respectivos estados, sin rupturas en los comités estatales (Barrio compitió dos veces por la gubernatura de Chihuahua. La primera vez, en 1986, ganó la candidatura a Gustavo Villarreal y a Luis H. Alvarez, entonces alcalde de Chihuahua capital).

En lo que va del sexenio, el Partido Acción Nacional ha presentado candidatos a gobernador en 18 estados. En todos -salvo en Sonora-, se han celebrado convenciones electorales.

En Tabasco, el ex priísta Juan José Rodríguez Pratts accedió sin dificultades a la nominación, mientras que en Jalisco el carisma de Alberto Cárdenas Jiménez superó la trayectoria partidista de Gabriel Jiménez Remus.

Idénticos resultados se registraron en Nuevo León, cuando Fernando Canales Clariond -aprovechando su ascendente en la clase empresarial regiomontana- superó al senador Mauricio Fernández y al entonces alcalde de Monterrey, Jesús Hinojosa; en Querétaro, donde Ignacio Loyola se impuso a Francisco Cevallos, primo del Jefe Diego, y en San Luis Potosí, donde borrada la estirpe del navismo en el PAN, el empresario Marcelo de los Santos fue nominado.

Este año, de las convenciones salieron cinco panistas ``puros`` como candidatos: Ramón Galindo, en Chihuahua; Florencio Quezada, en Zacatecas, Rosario Castro Lozano, en Durango; Ana Teresa Aranda, en Puebla, y Gustavo Cárdenas Gutiérrez, en Tamaulipas. Los otros dos fueron el adherente Luis Pazos, en Veracruz; y el militante de reciente ingreso Pablo Arnaud, en Oaxaca.

PRD, abortos democráticos

En los 22 meses que lleva en funciones, el actual Comité Ejecutivo Nacional del PRD ha conducido la selección de 16 candidatos a gubernaturas, aplicando criterios distintos.

Sólo seis de los candidatos han sido escogidos en procesos abiertos. Nueve han sido postulados sin estar afiliados al partido.

En este periodo, la primera candidatura fue para la entonces senadora priísta Layda Sansores Sanromán.

En noviembre de 1996, el PRD ordenó una encuesta en Campeche, que demostró que la hija de Carlos Sansores era uno de los tres personajes políticos con mayor popularidad en Campeche.

Amalia García, entonces secretaria de Relaciones Políticas y Alianzas, construyó los consensos necesarios para lograr el aval del CEN perredista. En aquella entidad, el Consejo Estatal decidió ``reservar'' la nominación para un ``externo''. Layda fue la candidata.

En enero de 1997, el CEN del PRD sorprendió al llamar a una ``consulta abierta'' para seleccionar a su candidato a la jefatura de gobierno del Distrito Federal.

Compitieron Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo. Siete de cada diez votos fueron en favor del hoy jefe del gobierno capitalino.

Pero luego, la ``apertura democrática'' perredista se frenó. Vinieron las candidaturas de Jesús Zambrano, en Sonora; Salvador Nava Calvillo, en San Luis Potosí; Alfredo Castañeda Bazavilvazo, en Colima; Liliana Flores Benavides, en Nuevo León, y Carlos Saint-Martín, en Querétaro, que se resolvieron en el primer trimestre de ese año.

Ninguno de ellos fue electo en convención electoral. Las encuestas se establecieron como instrumento primordial en la selección de los candidatos y prevaleció el criterio de que ``los más populares'' debían ser nominados. Sólo Nava y Zambrano tenían membresía en el PRD.

En 1998, el modelo de los externos siguió su ascenso, pero sufrió un súbito freno.

La primera candidatura del año fue para la científica Esther Orozco Orozco -hermana del dirigente estatal en Chihuahua-, quien compitió con el ex diputado barzonista Víctor Quintana.

Luego vino la nominación del senador Héctor Sánchez López en Oaxaca. Salió como candidato sin competir. Su rival, el ex diputado Eloí Vázquez, declinó participar, ante ``las graves irregularidades'' en la organización del proceso interno.

Siguieron las nominaciones de los ex priístas Ricardo Monreal Avila y Máximo Gamiz Parral, en Zacatecas y Durango. Ellos debieron cubrir pocos requisitos, pues los consejos estatales ``reservaron'' las candidaturas para ``externos''.

En el PRD empezaron las críticas hacia el CEN, por la ``exclusión'' de los cuadros partidistas y las facilidades otorgadas a los externos.

El modelo hizo crisis en la víspera del cuarto Congreso Nacional del PRD. Una semana antes del acto -el 7 de marzo-, Cuauhtémoc Cárdenas alertó sobre los riesgos de conceder más candidaturas a externos. Y vetó a Morales Lechuga con su frase lapidaria: ``Si fuésemos a constituirnos en el vehículo para que al poder llegara el oportunismo y un pragmatismo sin límites, es preferible que el partido no gane la elección del año 2000''.

En el Congreso Nacional, el tema se volvió central. En la última sesión, el pleno votó y perdió Morales Lechuga.

La dirigencia perredista de Veracruz intentó rebelarse, pero también fue derrotada.

Al final, el acuerdo de reservar la candidatura a un ``externo'' fue revocado y Arturo Hervis Reyes, presidente del PRD estatal, alcanzó la nominación.

``Fue un embarazo intrauterino muy peligroso, que finalmente se abortó. Esta vez se perdió el producto, pero pudo haberse muerto la madre'', resume la diputada Laura Itzel Castillo, secretaria de Comunicación del CEN y cabeza de los ``hebertistas'', una de las voces en favor de que el PRD precise en su reglamento la participación de externos como candidatos.

Acepta que la dirigencia nacional falló, pues dejó al ex procurador salinista avanzar su campaña interna, sin frenarla. Relata que desde noviembre de 1996 la dirigencia nacional tenía conocimiento de lo que ocurría y dice que ``algunos miembros del CEN'' se aliaron con Morales Lechuga.

Para las siguientes nominaciones -Sinaloa, Tamaulipas y Tlaxcala-, los criterios cambiaron radicalmente.

Y se dieron hechos inéditos de ``consulta ciudadana'' en la que participaron ocho precandidatos -internos y externos-, lo que dio la candidatura en Tlaxcala al ex priísta Alfonso Sánchez Anaya.

Otra ``consulta'' en Tamaulipas -donde sólo intervinieron tres externos- posicionó a Joaquín Hernández Correa. Similar método hizo candidato al ex rector de la Universidad de Sinaloa, Rubén Rocha.

En Aguascalientes, el PRD nominó a Alfredo Bernal Sahagún, panista desertor. Y en Puebla, en una ``consulta abierta'', también con competencia mixta, salió electo el ex panista Ricardo Villa Escalera.

PRI, crónicas de una amputación anunciada

Hace tres meses, el presidente Ernesto Zedillo le ordenó a Mariano Palacios Alcocer que le cortara el dedo.

Y en consonancia, el PRI ha dado cuenta de sus afanes democráticos, con la elección abierta de sus candidatos a las gubernaturas.

Las experiencias previas -casi todas en la época de Luis Donaldo Colosio- no fueron tranquilas ni dejaron a todos contentos.

En la 14 Asamblea Nacional del PRI -1990- la petición mayoritaria fue la de erradicar ``dedazos'' y elegir candidatos mediante consultas a las bases.

Pero en 1991 la cúpula priísta no quiso exponerse, y en Guanajuato, San Luis Potosí, Sonora y Nuevo León optó por los ``candidatos de unidad''.

En 1992, en Colima, se quiso implantar la moda de la ``democracia interna'', con funestos resultados. Compitieron la entonces diputada Socorro Díaz y Carlos de la Madrid Virgen, secretario de Gobierno. El priísmo local cerró filas en torno al segundo por considerar a Díaz Palacios ``arribista y enviada del centro''.

En memorable batalla entre ``mapaches'' y ``tejones'' electorales, Díaz perdió la elección interna, a pesar del apoyo del CEN y de sus ingenieros electorales.

``Caciquismo primitivo'', ``democracia selectiva'', ``abusos de poder'', fueron las denuncias que Díaz Palacios lanzó a través del periódico El Día, del cual era directora.

En los siguientes casos -Aguascalientes, Chihuahua, Tamaulipas, Sinaloa y Puebla, en 1993-, el PRI esquivó las hileras de precandidatos y lanzó candidaturas de unidad.

No hubo más ``procesos democráticos'' en el sexenio de Carlos Salinas.

Fue hasta noviembre de 1994 que la dirigencia priísta convocó a una convención de delegados para elegir al candidato al gobierno de Jalisco. Se inscribieron el extinto Jesús González Gortázar, entonces líder de los Propietarios Rurales, Guillermo Vallarta Plata, María Esther Sherman, Enrique Dau Flores y Eugenio Ruiz Orozco.

Se aplicó un método de ``insaculación'' para acreditar a los delegados, que no fueron representativos de la estructura territorial o sectorial. La elección fue el 5 de noviembre; participaron casi mil 900 delegados. Ruiz Orozco ganó con 75% de los votos.

La democracia interna permaneció en el olvido otros dos años.

En febrero de 1997, el PRI decidió ``abrir'' la selección en el Distrito Federal, siguiendo una ``recomendación'' del presidente Zedillo. Fue una apertura parcial, pues los electores fueron los integrantes del Consejo Político. Participaron Alfredo del Mazo, José Antonio González Fernández y Manuel Jiménez Guzmán. El mexiquense ganó por amplio margen.

Ya en este año, la dirigencia priísta mostró moderación para escoger a los primeros tres candidatos de los diez que disputarán gubernaturas, y ejerció los tres métodos estatutarios.

En Zacatecas convocó al Consejo Político Estatal, en Durango y Aguascalientes llamó a asambleas de delegados y en Chihuahua dejó que fuera una consulta ``directa'', con la característica de que fue ``a padrón abierto''.

En las tres primeras entidades salieron José Marco Antonio Olvera, Angel Sergio Guerrero Mier y Héctor Hugo Olivares Ventura como candidatos de ``unidedo''.

En Chihuahua, la disputa fue entre el senador Artemio Iglesias y el ex alcalde de la capital estatal Patricio Martínez, quien resultó triunfador en la contienda, en la que votaron más de 128 mil personas, es decir, uno de cada dos de los tradicionales votantes del PRI.

Empero, la dirigencia priísta se resistió a abrir consultas en Zacatecas, Veracruz, Durango, Oaxaca y Aguascalientes.

El saldo: las renuncias y posteriores nominaciones de Ricardo Monreal, en Zacatecas, y Máximo Gamiz Parral, en Durango, que compitieron por el PRD.

Tres meses después, modelos similares al usado en Chihuahua se reeditaron en Tlaxcala, Puebla, Sinaloa y Tamaulipas. Los resultados dejaron a salvo, al menos en apariencia, la unidad partidista.


Las variadas fórmulas priístas

Los estatutos del PRI -vigentes desde la 17 Asamblea, de 1996-, establecen que la postulación de candidatos se realiza de acuerdo con el procedimiento que seleccionen: el Consejo Político Nacional, para cargos de elección federal y estatal; y los Consejos Estatales y del Distrito Federal, para cargos de elección local, entre los siguientes:

- Consejo Político;

- Convención de Consejeros Políticos;

- Convención de Delegados;

- Consulta Directa a los Militantes;

- Usos y costumbres.

Estos mecanismos no serán modificados en la próxima Asamblea Nacional, adelantan integrantes del actual CEN priísta. Habrá cambios, sí, pero en los requisitos que deben cubrir quienes aspiren a las candidaturas. Los famosos candados.


Los panistas revisan métodos

Hasta ahora, la única forma de designar candidatos dentro del PAN es a través de Convenciones Electorales, en las que sólo pueden participar delegados que acrediten su militancia.

La selección de candidatos a gobernador, senadores y diputados locales ocurre en Convenciones Estatales, que deben ganarse con la mayoría absoluta de los votos computables y mediante el número de rondas de votación que sean necesarias.

A las Convenciones Distritales corresponde elegir candidatos a diputados federales y locales de mayoría relativa, y a las Convenciones Municipales elegir candidatos a cargos en los ayuntamientos.

A la Convención Nacional le corresponde elegir al candidato a la Presidencia de la República. El ganador deberá contar con los votos de por lo menos tres quintas partes de los delegados. Esta convención también elije a los candidatos a legisladores de representación proporcional.

Actualmente, el PAN se encuentra inmerso en un proceso de adecuación de sus métodos de selección, iniciado el año pasado a propuesta de Felipe Calderón, luego de quejas habidas en la selección de candidatos a senadores y diputados de representación proporcional.

El CEN panista instaló una comisión, que integran María Elena Alvarez de Vicencio, Salvador Beltrán del Río, Juan Antonio García Villa, Rogelio Sada y Cecilia Romero, con la misión de elaborar una nueva propuesta.

Una de las propuestas más elaboradas -según pudo conocerse- busca convertir la elección de candidato presidencial del PAN en una verdadera elección primaria, como estilan los partidos políticos de presencia nacional en Estados Unidos.

En el caso de la elección del candidato a la Presidencia, se convocaría a asambleas electorales, que se realizarían en cada estado del país. Quedaría roto el esquema tradicional, de realizar una convención de delegados en la ciudad de México, que no garantizaba la participación de todos los militantes con derecho a expresarse.

La definición de este asunto debe producirse en noviembre de este mismo año, en Asamblea Nacional Extraordinaria.


Los perredistas ponen candados

Hace apenas cuatro semanas, el PRD aprobó un nuevo sistema para seleccionar a sus candidatos a puestos de elección popular.

Fundamentalmente, el cambio -originado en su cuarto Congreso Nacional, en marzo pasado-, impuso ``candados'' a las candidaturas externas. Está contenido en el Título Cuarto de los nuevos Estatutos, ya vigentes.

En lo interno -se definió- cualquier miembro del PRD tiene derecho a postularese como precandidato. En los procesos de selección pueden participar afiliados y simpatizantes.

Ahora, los candidatos externos deben cubrir con siete requisitos: dar su consentimiento por escrito -se parte del principio de que son invitados-; no haber sido responsables directos ``de hechos de represión, corrupción o narcotráfico''; comprometerse a no renunciar a la postulación; suscribir un convenio con los órganos directivos; hacer una campaña coordinada con los órganos políticos e instancias electorales, y respetar las normas y postulados programáticos del partido si resultan electos.

En el caso de postulaciones para órganos legislativos por el principio de representación proporcional, la mitad son definidas en convención, hasta 30% pueden ser externas -la selección corre a cargo del consejo respectivo- y el resto son otorgadas por la dirigencia. (Alberto Aguirre M.)