Masiosare, domingo 19 de julio de 1998


Autonomía indígena en riesgo


Yalálag


Jesusa Cervantes/Fotos: Laura Cano


Este sí es un conflicto intercomunitario. Yalálag, una de las comunidades zapotecas con mayor experiencia en la práctica de la autonomía, está partida en dos. El gobierno de Oaxaca -paradójicamente la entidad con la legislación más avanzada del país sobre derechos indígenas- ha decidido intervenir. Más allá de sus diferencias, los yalaltecos rechazan la mano del gobierno, luego de que el Congreso local declarara desaparecidos los poderes en el municipio.

La historia comenzó en una asamblea. El 11 de octubre del año pasado, 600 vecinos se reunieron para tratar el asunto de un predio. En medio de la discusión, Onésimo Cuevas dijo que era necesario cambiar a las autoridades, porque no habían sido capaces de arreglar el problema. La asamblea eligió nuevo presidente municipal ``por aclamación''. Y el elegido fue el propio Onésimo.

Un mes más tarde, el Consejo de Ancianos y las autoridades municipales dictaminaron que la asamblea no se había ajustado a los usos y costumbres de la comunidad y revocaron el nombramiento. Al mismo tiempo, eligieron a Maclovio Aquino.

La división se hizo más profunda y salió de los límites de esta comunidad de la Sierra Zapoteco Mixe, al noreste del valle de Tlacolula.

El grupo que apoya a Onésimo -antiguas autoridades y ex diputados panistas y perredistas-, comenzó a mover hilos en la capital del estado.

El bando que hizo presidente a Maclovio -el Consejo de Ancianos y su asesor Joel Aquino- no dio marcha atrás.

La situación se tensó. Las autoridades municipales alertaron sobre el riesgo de violencia.

El gobierno estatal envió una partida de policías que ha permanecido en la pequeña villa, de apenas poco más de 2 mil habitantes, desde el primer día del año.

Tras largos meses de jaloneos, el 30 de junio el Congreso local declaró la desaparición de poderes en el municipio. Acto seguido, el gobierno local anunció que enviaría un administrador para hacerse cargo del ayuntamiento.

¿Fin del conflicto? En realidad, parece sólo el principio.

``Con un administrador el gobierno pretende simular un respeto de los usos y costumbres, influir en la elección del presidente municipal y estar detrás de las autoridades como ocurre en otros municipios indígenas'', dice Aristarco Aquino, una de las cabezas del grupo que apoyó a Onésimo y ex diputado local del PRD.

Todo, en Oaxaca, la entidad que cuenta con la legislación más avanzada del país en materia de derechos indígenas.

La decisión de los ancianos

Serios, erguidos en sus bancas, los hombres de rostros oscuros que forman el Consejo de Ancianos de Yalálag van desgranando los largos años de batallas por conservar sus tradiciones y su autonomía.

Frente a ellos está Maclovio Aquino Maldonado, el presidente municipal elegido en diciembre.

En la oficina municipal, contrario a lo que sucede en miles de alcaldías del país, no hay retratos del gobernador ni del Presidente de la República. El sitio de honor lo ocupa el bastón de mando y las imágenes de Emiliano Zapata y Benito Juárez.

En una esquina del salón, Joel Aquino, hombre de confianza del Consejo de Ancianos, va traduciendo del zapoteco al español.

A principios de los ochenta, los yalaltecos desterraron a los caciques y creyeron terminada la historia de divisiones. No fue así. La nueva disputa ha partido a la comunidad.

Como muchos municipios de Oaxaca, en Yalálag las autoridades municipales duran sólo un año, y no tres, que es el plazo constitucional. Una de las razones para que esta fórmula tenga vigencia es que las autoridades no cobran salarios, aunque tampoco están obligadas al trabajo comunitario.

Un estudio del Instituto Federal Electoral describe así el método yalalteco:

``Las autoridades de Yalálag son electas mediante un sistema de `plebiscito'. En juntas secretas o semisecretas de autoridades y ancianos principales se designa a las nuevas autoridades. Se busca siempre el equilibrio y la unidad, y con frecuencia se acepta la decisión del jefe en turno, dada de antemano y aparte a un grupo más reducido. Al `plebiscito' no concurren más de unas docenas de personas. No despierta ningún interés en el resto de la población pues todos saben con anticipación quiénes son los electores y quiénes serán los elegidos''.

Hay un matiz, según informan en Yalálag: cuando el cambio de autoridades coincide con la elección constitucional -cada tres años-, entonces el cabildo es electo en asamblea de toda la comunidad.

La elección de autoridades para el ejercicio de 1998 no debería haberse hecho en asamblea, según el grupo de Joel Aquino, por lo que el Consejo de Ancianos recomendó anular el proceso. Además, el Consejo dijo que la reunión fue ``manipulada'' por Onésimo y por Aristarco Aquino.

Los ancianos también sentenciaron: dejar que Onésimo y su grupo lleguen al poder es ``permitir el regreso del grupo caciquil que traerá de nuevo sangre y enfrentamientos''.

¿Cuál autonomía?

Los dos grupos en pugna se lanzan la acusación: ``Ellos son los caciques''. Más allá de la etiqueta, el fondo de la disputa parece ser la concepción de la autonomía indígena y las formas de ejercerla. Dicho en términos maniqueos, se enfrentan una visión comunalista, que pone el acento en el respeto a la autoridad de los principales (los viejos); con otra que pretende dar mayor capacidad de decisión a la asamblea.

La versión del grupo de Joel indica que sus adversarios pretenden ``destruir el espíritu del tequio y del sistema de cargos, eliminar el consejo de ancianos, imponer autoridades y manejarlas''.

Aristarco Aquino sostiene que él impulsa la recuperación de ``la esencia'' de los usos y costumbres; sustituir el Consejo de Ancianos por una especie de consejo consultivo y que la elección de autoridades sea siempre mediante asamblea. ``Porque si la asamblea se equivocó, que sea ella la que rectifique'', dice.

La comunidad, plantea Aristarco, ``está cansada de que Joel manipule a las autoridades''. Además, sostiene que Joel es intolerante con quien no opina como él y practica una política de exclusión.

``El Consejo de Ancianos sabe lo que es bueno y lo que es malo, tiene la experiencia y yo sólo opino'', se defiende Joel.

Aristarco fue secretario general de la sección 22 del SNTE y luego diputado local por el PRD. En 1995 se contó entre los principales promotores de las reformas que abrieron el camino para que 405 de los 570 municipios oaxaqueños -incluido Yalálag- pudieran elegir a sus autoridades con el sistema de usos y costumbres. Aristarco ha regresado a su comunidad, donde ahora dirige un centro de actualización magisterial.

Sin embargo, en opinión de Joel, su primo Aristarco ``hoy está sirviendo al cacicazgo sin darse cuenta''.

Pese a las diferencias, los dos grupos de Yalálag rechazan la presencia del administrador -Germán Hurtado, quien cumplió esa tarea en el municipio mazateco de Mazatlán Villa de Flores- y consideran que la salida es convocar a una nueva asamblea para elegir a un presidente municipal que complete la gestión anual.

El peligro de la violencia

El grupo de Joel dice que entre sus adversarios hay no sólo sucesores de los caciques, sino también gente con antecedentes penales. Ponen como ejemplo a Onésimo, quien asesinó a Francisco Hernández en 1983, de ocho puñaladas.

Onésimo lo reconoce, pero argumenta que fue en defensa propia y que él es un hombre de paz. ``Tengo maíz, leña y calidad moral para ser el presidente'', dice muy orgulloso.

Pero antes de la desaparición de poderes, Onésimo advertía: ``Si el gobierno estatal falla en beneficio del grupo caciquil de Joel Aquino habrá problemas, lucharemos hasta lo último''.

El riesgo de que el conflicto derive en violencia está presente desde hace varios meses.

Eleuterio Madriz, presidente municipal en 1997, no quiso arriesgarse: pidió la presencia de la policía estatal para la entrega del bastón de mando, el primero de enero pasado. Una partida policiaca sigue en Yalálag.

``Tenemos miedo, todos hemos recibido amenazas'', dice en voz bajita Juana Vásquez, regidora del ayuntamiento.

El 20 de marzo pasado, Maclovio Aquino, todavía presidente municipal, alertó al gobernador Diódoro Carrasco sobre ``un grupo de presión que trata de crear condiciones para un zafarrancho''.

Cacicazgos

El grupo de Joel dice que sus oponentes son una extensión del cacicazgo que todavía en los ochenta personificaban Francisco Alvarez Domínguez, Artemio Primo Vargas, Gil Molina Maldonado, Onésimo Cuevas y el ex diputado del PAN, Luis Rey Matías.

En 1984, Rey demandó un plebiscito donde pretendió participar el grupo caciquil y, según el Consejo de Ancianos, fue asesor político de Alvarez Domínguez.

En 1989 Alvarez Domínguez baleó al representante del Instituto Estatal Electoral al percatarse de que su planilla perdería las elecciones.

Gil Molina Maldonado -ex dirigente local priísta ya fallecido- fue el intermediario de Primo Vargas ante el gobernador del estado durante los conflictos electorales de 1982 a 1985.

Aliados coyunturales de este grupo son el diputado federal del PRD por el DF, César Lonche, y Aristarco.

Este grupo demandó la desaparición de poderes bajo el argumento de que en Yalálag existía ``ingobernabilidad y vacío de poder''.

Pronto se hicieron del apoyo del gobierno estatal, que a través del subsecretario de Desarrollo Municipal, Eric López Molina -nieto de Gil Molina Maldonado-, solicitó al Congreso que iniciara el proceso de desaparición de poderes en febrero pasado.

En la solicitud se planteó que en octubre hubo dos elecciones, lo que dio pie a ``conflictos reiterados'' que impedían las tareas del ayuntamiento.

Tras esta solicitud dejó de fluir el dinero al municipio.

El enredo

Antes de tomar una decisión, varios diputados locales visitaron la villa el 22 de junio. Estuvieron sólo cuatro horas en Yalálag.

Tiempo suficiente, según Javier Jiménez Herrera, presidente del Congreso, para comprobar que en ese municipio había ``ingobernabilidad'', que ``el cabildo en funciones no pudo precisar o demostrar las formas de elección que los rigen'' y que ``no había definición de usos y costumbres acorde al reclamo de la comunidad''.

El Congreso también consideró el argumento del gobierno en el sentido de que sólo otra asamblea podría haber anulado la elección del 11 de octubre de 1997.

Sin embargo, un peritaje antropológico realizado por la etnóloga Cristina Velázquez establece que el cabildo y el Consejo de Ancianos pueden elegir a las autoridades.

Aunque según Javier Jiménez Herrera, presidente del Congreso, la anulación del acuerdo de la asamblea se realizó sin la participación del Consejo de Ancianos, cosa que niega, acta en mano, el grupo de Joel.

El peritaje antropológico señala que desde 1981 hay una elección constitucional cada tres años, en asamblea, y una anual en sesión de cabildo. También se afirma que en Yalálag ``impera un ambiente de paz social, de orden y de gobernabilidad''.

La salida y la factura

Pese a sus diferencias, los grupos en disputa quieren una salida que evite la intromisión del gobierno, que consumaría lo que consideran una violación a su sistema normativo.

El grupo de Joel ha buscado a las autoridades estatales para plantearles que está dispuesto a aceptar al administrador, siempre y cuando trabaje junto con el cabildo ya desconocido.

El siguiente paso sería que el administrador y las autoridades convocaran a una asamblea para designar al presidente.

Aristarco coincide: ``La resolución de la Cámara no corresponde a la forma de resolver los problemas en Yalálag, pero puede servir para que la gente se vuelva a reunir en asamblea, se restablezca el consenso comunitario y se vote''.

La propuesta de Aristarco tiene un matiz: que participen en esa convocatoria el administrador y un cabildo compuesto por ambos grupos.

El funcionario estatal Eric López Molina dice que el gobierno está abierto a ambas propuestas: ``Esto se puede resolver porque los dos grupos tienen algo que los une y es la búsqueda por el bien de la comunidad; ningún bando acudió a nosotros a nombre de un partido político''.

El gobierno de Oaxaca rechaza que pretenda violentar los usos y costumbres o inmiscuirse en la vida política de Yalálag.

Aristarco Aquino cree, sin embargo, que el gobierno estatal está aprovechando la división de los yalaltecos para ``cobrarle la factura'' al grupo que resulte ganador.


Volver a los partidos

El 2 de agosto los oaxaqueños elegirán gobernador. Dos meses después será la renovación de los 570 ayuntamientos, la mayoría de los cuales (405) decidieron hace tres años renovar sus autoridades mediante usos y costumbres.

Esta vez, sin embargo, el número de municipios que elijen con el sistema tradicional podría ser menor, porque los partidos políticos han acordado regresar al método anterior al menos en 17 de ellos.

La fuerza política más interesada en regresar al sistema de partidos fue, curiosamente, el PRD, que pidió el cambio en los siguientes municipios: Nazareno Etla, Rojas de Cuauhtémoc, San Mateo del Mar, San Juan Lalana, Santiago Choapan, San Francisco Tlapancingo, Coicoyan de las Flores y San Miguel Chimalapa.

Junto con el PAN, los perredistas solicitaron el regreso al sistema anterior también en Santiago Matatlán, San Sebastián Tutla y San Agustín.

El PAN solicitó el cambio en Santa Cruz Amilpa, San Jacinto Amilpas, Santa María el Tule y San Antonio de la Cal.

Carlos Moreno Alcántara, representante panista ante el Instituto Estatal Electoral, sostiene que ``en los pueblos indios donde hay división, los partidos unen, porque su sistema es ya insostenible o porque los usos y costumbres son utilizados por caciques indígenas''.

En otros casos, como en San Sebastián Tutla, el cambio es ``necesario'' porque la ciudad se ``comió'' al pueblo. Ahí se construyó recientemente una unidad habitacional donde residen 10 mil personas, mientras en la cabecera municipal hay 2 mil indígenas. Los habitantes de la unidad no pueden votar porque la elección es por usos y costumbres y ellos no son indígenas.

El PRI solamente solicita el regreso al sistema de partidos en Mazatlán Villa de Flores y Guevea de Humboldt, municipios donde se han registrado fuertes conflictos poselectorales.

En el periodo 1992-1995, las cifras oficiales indicaban que el PRI gobernaba 537 de los 570 municipios del estado.


La autonomía y las obras

Con el tequio, el gobierno de Yalálag ha logrado avances importantes en los últimos años. Los yalaltecos presumen su red de agua potable para toda la población y que incluso cuentan con un ``sobrante'' de 50% del líquido. También, que terminaron el camino de terracería que los une a la capital, el servicio telefónico, una nueva escuela secundaria y la rehabilitación del palacio municipal, que en otros tiempos ``era una cantina''.

Desde 1990 trabajan en la pavimentación, la construcción de una preparatoria y han creado un taller de investigación de la cultura zapoteca.


Fuenteovejuna zapoteco

En 1924 regresaron a Yalálag varios pobladores que participaron en la Revolución: los coroneles, que instalaron sucesivos cacicazgos, aunque no siempre con resultados venturosos... para ellos.

En 1935, la comunidad tomó por asalto la casa del coronel Enrique Valle, el cacique de entonces. Ya muerto, le cortaron la cabeza, ``sólo para asegurarse de que había muerto''.

Más tarde, el lugar de Valle fue tomado por Antonio Primo Fabián, quien en 1945 corrió la suerte de su antecesor. A él ``le pusieron una carga de dinamita en la boca'' (Testimonios Indígenas, Equipo Pueblo, 1988).


Los Harp van a Yalálag

El primero de noviembre de 1997 bajó un helicóptero en Yalálag. Descendieron tres tripulantes: un piloto, la directora del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca y... Alfredo Harp Helú.

¿Qué hacía el dueño de uno de los bancos más importantes de México en este pueblo de la sierra oaxaqueña?

En Yalálag dicen que le ganó la curiosidad por ver su forma de gobierno.

Juana Vásquez, se encargó de darle una cama donde descansar y un buen plato de huevo al comal.

La visita del banquero hizo que los yalaltecos recordaran a otros visitantes. En los setenta, dicen, estuvo aquí el doctor Ignacio Madrazo, quien institucionalizó la letrina y salvó vidas. Y también los ``maestros comunistas'' que enseñaron a leer a muchos, entre ellos el hoy diputado federal Jesús Martín del Campo, y unas monjas que apoyaron la lucha contra los caciques.

Harp llegó como caído del cielo, cargado de computadoras y libros, los más caros que ha habido en esta comunidad. ``Están rebonitos''.

Dos años atrás, cuando Juana Vásquez habló con él en la capital oaxaqueña, nadie creyó que vendría a este caliente pueblo dibujado en un cerro. Pero cumplió.

Sin guarura alguno que lo protegiera de otro posible secuestro, Harp bajó sólo de su helicóptero privado.

Desde su llegada el banquero recibió toda una cátedra de cómo cuidar maíz y la lengua zapoteca, se tomó fotos con las autoridades municipales, escuchó el significado del bastón de mando y subió y bajó el cerro donde se incrustan las casas.

Libre, muy libre, se sintió el señor Harp, cuenta Juana. ``Se veía feliz, nos compró rebozos y nos regaló camisetas de la Fundación Oaxaca de Banamex.

``Yo sé que tenía una biblia donde escribió todas sus reflexiones cuando lo secuestraron, pero no se la quisieron dejar los hombres que lo secuestraron, creo que aquí vino a continuar con sus reflexiones porque estuvo feliz'', completa la regidora.

Harp durmió en Yalálag y se despidió al día siguiente con la promesa de volver.

Unos meses después la visitante fue su sobrina Susana Harp. Llegó con sus músicos, se puso un traje tradicional y cantó en lengua zapoteca, variante istmeña. Seguramente el patrono de la comunidad, San Juan Bautista, estuvo contento, porque no existe memoria alguna de tal ofrenda.

El 14 de febrero, la integrante del clan Harp partió con sus músicos. A diferencia de su tío, ella sí tuvo que recorrer por tierra 90 kilómetros de terracería.