La tradición y los hechos previsibles han sido sustituidos hace tiempo por las sorpresas inéditas.
La Iglesia católica, aliada histórica del PAN, se muestra su crítica más severa en Nuevo León. En un documento preparado para el Primer Sínodo Diocesano de la Arquidiócesis de Monterrey (La relación Iglesia-mundo), los juicios emitidos respecto al gobierno que encabeza Fernando Canales Clariond no dejan lugar a dudas: a) carece de un ``proyecto social claro y específico en donde el Estado asuma su responsabilidad frente a los sectores más necesitados, particularmente los que habitan la zona rural''; b) producto de la alternancia en el poder en unas elecciones limpias, esto ``no ha significado, hasta ahora, una mejor forma de ejercer la función pública''; c) no dispone de ``un proyecto político encaminado al desarrollo de la democracia, más allá del ámbito electoral''; d) la disminución en cierto tipo de delitos (robo con violencia a casas habitación, robo de vehículos y otros menores) no ha evitado los graves rezagos y deficiencias ``en la impartición de justicia y en el combate a la corrupción gubernamental''; c) la presencia en los más altos niveles de gobierno de representantes de la iniciativa privada transforma la administración pública en administración privada restándole sentido social a la primera.
En materia de alimentación, salud, educación, vivienda y servicios urbanos, los rezagos son grandes. En el documento se afirma que en el área metropolitana de Monterrey viven 100 mil familias en condiciones de alta marginalidad. Brusco contraste de esta realidad es la concentración de la riqueza en pocas manos. De los 15 grupos empresariales más grandes en el país, ocho tienen su asiento en Monterrey, y 39 por ciento de las utilidades del sistema bancario nacional son captadas por inversionistas de Nuevo León. Otro contraste: la infraestructura, la ciencia, la tecnología, la capacitación de recursos humanos, la capacidad de importación y la modernización en sistemas administrativos que ponen a Nuevo León en el primer lugar de la competitividad a nivel nacional se riñen con la distribución del ingreso -la más desigual en el país.
El documento eclesial no sólo se ocupa del gobierno, sino que analiza la participación de los partidos, las ONG y la sociedad civil en la solución de los problemas que ésta enfrenta. Sus conclusiones son sombrías: ``Ni en el ámbito gubernamental, ni a nivel de los partidos políticos, ni a nivel social, se aprecian acciones tendientes a acelerar el desarrollo de una cultura política democrática que privilegie la tolerancia, la pluralidad, la participación''.
Los principales funcionarios del gobierno de Canales Clariond, empezando por él mismo, descalificaron el documento y a quienes lo elaboraron bajo la autoridad del cardenal Adolfo Suárez Rivera, arzobispo de Monterrey, y la conducción del presbítero José Francisco Gómez Hinojosa. Las frases empleadas para ello seguramente serán reproducidas en la columna de Carlos Monsiváis Por mi Madre, Bohemios.
El documento, que está preparado para iniciar una amplia consulta, condensa el trabajo de varias docenas de profesionales y de 43 instituciones relacionadas con los temas que trata: economía, política, sociedad y cultura, religiosidad.
El gobierno panista ha pedido, en actitud de finquero, que sea retirado de circulación por su falta de objetividad. Pero no ha dado argumentos que rebatan los que esgrimen, a guisa de diagnóstico, quienes lo elaboraron.
Si en Chiapas, debido a la existencia de pobres entre los pobres, la Iglesia católica ha asumido una posición diferente de la que le ha impuesto su jerarquía, era de esperar que en Nuevo León, debido a la existencia de ricos entre los ricos, jugara un papel compensatorio. No ha sido así y ésta es la sorpresa.
Nada puede adelantarse sobre la manera en que se desenvolverá y concluirá el conflicto entre la Iglesia y el gobierno de Canales Clariond. Por un lado, el documento toca intereses que hasta ahora han sido zona sagrada para cualquier institución en Nuevo León, incluidos los sindicatos; por el otro, todos los conflictos Iglesia-Estado en México han desembocado en un modus vivendi cómodo para ambas partes.
Los involucrados en la elaboración y destino del documento son, no obstante, hombres cabales, recios y talentosos que pueden crear una corriente de conciencia favorable a la multitud de damnificados por el doble vendabal del neoliberalismo y los gobiernos que le son afines u obsecuentes.