La Jornada 20 de julio de 1998

Busca el IFE llegar al 2000 sin ninguna sombra de influencia: Merino

José Gil Olmos Ť Para las elecciones del 2000 el Instituto Federal Electoral (IFE) pretende llegar con un equipo de 2 mil 336 funcionarios del Servicio Profesional Electoral (SPE) ``transparente y confiable'', asegura el consejero Mauricio Merino, tras destacar que con la creación del Centro de Formación y Desarrollo se intenta eliminar cualquier influencia discrecional y fortalecer la confianza de los actores políticos en la imparcialidad del instituto.

Considerada como una parte de los trabajos de la ``obra negra'' en el proceso de restructuración del IFE, y uno de sus proyectos más importantes para los próximos comicios federales y presidencial -junto con el voto de los mexicanos en el extranjero-, el trabajo del organismo está encaminado sobre todo a quitar la sombra de influencia gubernamental que se tendió sobre parte de este equipo de funcionarios que se encargó de organizar los procesos electorales de 1994 y 1997.

``La consolidación del Servicio Profesional Electoral es una de las condiciones de mayor importancia para afirmar la confianza de los mexicanos en los procesos electorales, por su apego a la legalidad y objetividad, por la calidad técnica de sus instrumentos y por el capital humano que habrá de producir hacia la organización de las elecciones federales de fin de siglo'', advierte Merino, consejero ciudadano encargado de guiar los trabajos de la profesionalización en el servicio electoral.

El SPE fue estatuido desde 1992, aunque tardó un año en integrarse; desde el principio estuvo formado por 2 mil 336 funcionarios que se encargaron de organizar directamente los comicios federales en cada uno de los 300 distritos en los que se distribuye el mapa electoral del territorio nacional.

Dos de los aspectos que han ocasionado dudas en la integración de la estructura del SPE han sido la forma de ingreso y el ascenso. Sin reglas que regularan estos dos aspectos, los primeros funcionarios electorales entraron con candidaturas ya prefiguradas y por un examen personal. Una vez dentro los ascensos se sustentaron en la construcción de ternas propuestas por el jefe inmediato, lo que impedía la posibilidad de ampliar el número de candidaturas disponibles entre los propios miembros del servicio o el establecimiento de un método vertical del personal de carrera a partir de concursos de oposición, comenta Merino.

Otro elemento que tendió la duda en dicho servicio electoral fue la ascendencia que tuvo el ex secretario general ejecutivo del IFE, Felipe Solís Acero, cuestionado por algunos consejeros ante una presunta relación con el gobierno federal. A la salida de este funcionario, a principios de año, y de Alberto Begné, a cargo de la Dirección Ejecutiva de Capacitación Electoral, a finales de mayo pasado, la tarea del instituto se enmarcó en la reforma al Servicio Profesional Electoral.

Merino cita siete puntos de esta reforma: primero la eliminación de cualquier influencia discrecional en el ingreso al servicio, privilegiando los concursos de oposición para ocupar las plazas vacantes, método que buscaría asegurar el reclutamiento de personal más calificado y ``fortalecer la confianza de los actores políticos en la imparcialidad del órgano electoral en su conjunto, además de afirmar la lealtad de los miembros hacia la institución''.

En segundo lugar, la creación de un centro de formación y desarrollo, destinado a la actualización y especialización permanente de los conocimientos que debe poseer cada uno de los servidores electorales; en tercero, la puesta en marcha de un método de ascenso horizontal por rangos, diferenciados de los puestos que ocupen los miembros del servicio, que garantice una carrera profesional; como cuarto, la instalación de un sistema de incentivos; en quinto, un método de evaluación periódica del desempeño; en sexto, el perfeccionamiento del sistema disciplinario; y finalmente, un sistema de vigilancia sobre el conjunto de procedimientos del servicio y de sus órganos de dirección para los partidos políticos.

De entre estas siete acciones destaca la integración del centro de capacitación porque se trata no sólo de ``uno de los eslabones más relevantes del sistema que se ha propuesto'' con la capacitación especializada en materia electoral, advierte, sino porque de manera paralela también ofrecerá sus servicios para garantizar la transparencia de los exámenes que serán aplicados.

Reconoce que la estructura del SPE, esto es, de los servidores que se han encargado de la organización de los comicios en todo el país, ha tenido márgenes de desconfianza y de improvisación que han creado un círculo vicioso que es necesario revertir ante las próximas elecciones.

Así, como encargado de trabajar en la restructuración del SPE, Merino señala que en la medida en que se impongan la objetividad, transparencia y rigor en la aplicación de los principios que regulan el servicio, ``éste ira ganando la confianza política que hasta ahora le ha sido negada por buena parte de los actores políticos que contienden en los procesos electorales''.

Bajo estos parámetros, concluye: ``La reforma al SPE debe llevar al rompimiento del círculo vicioso generado entre la desconfianza y la provisionalidad, como una de las condiciones de mayor importancia para el futuro electoral mexicano''.