La Jornada 21 de julio de 1998

Se duplicó en el Distrito Federal la cifra de menores que trabajan como cerillos

Ricardo Olayo Ť La demanda de menores de edad para obtener trabajo en las tiendas de autoservicio se ha incrementado en 100 por ciento en los primeros días del periodo vacacional. A las siete de la mañana, decenas de ellos ya hacen fila para obtener el permiso de laborar que les dan las autoridades capitalinas. Dos o tres se desvanecen por falta de alimento o por cansancio, lo que sólo es el principio de una jornada que cada día culmina con más de 150 menores entregando sus documentos con el deseo de trabajar.

La actividad más socorrida entre los jóvenes es la de empacador en los centros comerciales. En este momento más de 9 mil laboran como ``cerillos'', cifra más del 100 por ciento superior al número de empacadores que había a inicios de la década, cuando el ex regente Manuel Camacho Solís firmó un acuerdo con los empresarios, el cual ahora les sirve a éstos como escudo para no reconocer relación laboral con los jóvenes.

Los cerillos constituyen una enorme fuerza de trabajo, cuyas percepciones son las propinas y en la mayoría de los casos tienen que cumplir con el uniforme que les es requerido, además de que muchas veces trabajan más de las seis horas requeridas por la ley. Sin embargo cuentan también que sus percepciones están por encima de un salario mínimo, y para sus padres el empleo significa un buen motivo de utilización del ``tiempo libre''.

El actual gobierno reabrió el expediente y ha entrado en pláticas con la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD), con el fin de mejorar las condiciones de los chicos, pues según explica el director de Asuntos del Menor de la Subsecretaría del Trabajo del DF, Jorge Villegas, en los hechos si hay una relación laboral que puede advertirse incluso en la lectura de aquel documento firmado por Camacho Solís.

Es necesario revisar las condiciones en que laboran, porque en ocasiones se hace después de las 10 de la noche, situación que prohibe la ley, o se les emplea en actividades diferentes, como mensajería, pintura, reparto de volantes y carga de bultos. Una más de las razones para cambiar el estatus es que el trabajo de empacadores lo prestan en las instalaciones de las propias tiendas.

Para los empresarios, el emploe sirve a los menores para su socialización y no requiere de un pago, pero lo cierto es que podrían crearse de común acuerdo esquemas de apoyo o tutela, en los que puede participar el propio gobierno, subrayó Villegas.

Una larga espera

Los menores tienen que solicitar un permiso y pasar un examen médico para acceder al empleo en jornadas, que según ellos mismos cuentan, rebasan las seis que establece la ley para edades de los 14 y 15 años de edad.

La Dirección General del Trabajo del DF es la dependencia encargada de realizar el trámite, aunque en instalaciones insuficientes que si en temporada normal, no pueden responder a la demanda de solicitantes de permiso , ahora, en época de vacaciones tienen saturadas las oficinas y el consultorio médico.

Con escaso personal, entre ellos profesionistas que reciben salarios menores de mil 800 pesos al mes, tienen que lidiar con la lentitud de dos computadoras y una impresora en las que se realiza la totalidad de las operaciones.

En tanto, en las filas, los menores esperan acompañados por alguno de sus padres a que les reciban los documentos. Muchos han recurrido a la falsificación de sus actas de nacimiento o sus boletas de calificaciones porque tienen necesidad del empleo, asegura, Carlos Vázquez, jefe de la Unidad Departamental de Menores de la Subsecretaría del Trabajo.

Van a Arcos de Belén, a las oficinas del Registro Civil y con ``coyotes'' pagan entre 200 y 300 pesos por un comprobante alterado, que muchas veces es identificado, aunque en algunas ocasiones por la carga de trabajo no se revisa a detalle.

Cada día, explica el funcionario llegan hasta 150 menores a solicitar el permiso que por ley, sólo se puede otorgar a quienes tengan 14 y 15 años. Unos 120 son autorizados y el resto no tienen la documentación completa, es falsa o no tienen salud suficiente para aprobar el examen psicofisico. Estas cifras significan casie el doble del trabajo cotidiano en época que no sea de vacaciones.

La espera es por lo menos de dos horas, aunque al avanzar la mañana, el trámite se hace más tortuoso y el aire se comprime a tal grado que ni los dos ventiladores habilitados fuera de las oficinas para refrescar a los jóvenes son suficientes para vencer el agobio. Vázquez indica que el equipo humano y material no se da a abasto y los trabajadores tienen que laborar más allá de las tres de la tarde para dar respuesta a las solicitudes, lo que también se debe reconocer.


Ricardo Olayo Ť Menores de edad con talla y peso menor al rango normal, padecimientos de parasitosis intestinal, problemas severos de caries y deformación dental, pertenecientes a familias que en su mayoría perciben sólo uno o dos salarios mínimos, constituyen la fuerza de trabajo en la ciudad entre los 14 y 17 años, revelan un estudio efectuado por las autoridades capitalinas entre mil 21 jóvenes.

Sus aspiraciones profesionales no arrojan sorpresas. Desean convertirse en médicos, abogados y arquitectos, aunque ``un hallazgo digno de mención'' es que el 31 por ciento tiene inclinación por carreras militares, y el 9 por ciento por convertirse en policía de la Secretaría de Seguridad Pública; ello por la posibilidad de tener un empleo ``seguro'' y mejores condiciones de vivienda, indica el estudio.

Un lugar numéricamente especial entre los jóvenes encuestados es el de los rangos de edad de 14 y 15 años, quienes se emplean de manera preferente como cerillos en las tiendas comerciales. En esa labor destaca que en forma paulatina las mujeres han ganado terreno al representar el 33 por ciento de los empacadores.

Sólo en relación a este grupo de jóvenes, presta sus servicios el 33 por ciento en el grupo Aurrerá, luego Superama con 22 por ciento y Comercial Mexicana con 20; el restante 25 por ciento se lo dividen Gigante, Carrefour, Walmart y De Todo.

Tan importante es la demanda de un espacio para convertirse en cerillo, que los adolescentes con 14 años cumplidos representan casi la mitad de los mil 21 encuestados, que es la edad mínima para poder tener un permiso para laborar.

La ubicación de menores en otras actividades fuera de las tiendas departamentales se da en menores de 16 y 17 años, de manera principal en empresas de limpieza, en expendios de comida rápida y como empleados de mostrador.

En todos los casos de empleo de menores se requiere de cumplir con requisitos de ley, y una vez concretado el empleo, se hacen inspecciones para observar el cumplimiento; en el caso de los cerrillo, los empresarios no reconocen la relación laboral.

Padre y madre aportan por igual

La responsable de la Unidad de Valoración Médica del DF, Carmen González, indica que el estudio es la radiografía más reciente que ha elaborado la autoridad sobre los jóvenes que se acercan a realizar trámites y se concluyó al inicio del segundo semestre de 1997.

En este momento, subraya la funcionaria, persiste el deterioro en la salud de los menores, ha aumentado la presencia del pie plano y los parásitos, además de problemas bucales severos, en gran medida provocada por la baja en el consumo de maíz. Carmen González sostuvo que en la subsecretaría del Trabajo no se puede atender a fondo a los menores, por la carga de trabajo, pero cuando detectan un caso grave lo canalizan a otras instituciones.

El deterioro de la situación económica, se expresa en que el 53 por ciento de las familias sobreviven con un salario mínimo; el 23 por ciento con dos salarios y menos de tres. El principal aporte al ingreso familiar se distribuye prácticamente en forma equitativa entre un 31 por ciento en que sólo lo hace el padre y un 29 por ciento la madre.

Ambos padres como sostén de la familia aparecen en el 35 por ciento de los casos, y sólo en un porcentaje menor de cinco puntos, los hijos encuestado también aportan dinero.

El 45 por ciento de los mil 21 menores indicó que su familia tiene disfunciones, pues sus padres están separados, tiene carenca extrema de recursos, pasan demasiado tiempo fuera de su domicilio y no se incentiva el estudio.

El 78 por ciento tiene entre una familia de tres a siete miembros; el 31 por ciento fuma, en tanto se observa una mala nutrición pues el peso y la talla de menores de 14 y 15 años, está por abajo del normal en el 48 por ciento de los muchachos