La Jornada miércoles 22 de julio de 1998

ASTILLERO Ť Julio Hernández López

La V Declaración de la Selva Lacandona acelerará la lucha interpriísta por la candidatura presidencial del 2000. Para empezar, acentuará la división interna del grupo en el poder en duros y blandos. En ese jaloneo, el gran perdedor puede ser el secretario de Gobernación, cuya postura belicista podría ser abatida más delante para dar paso a una nueva oportunidad de paz.

Tan complicado marco de redefiniciones, reacomodos y futurismo, convierte a la Cocopa en un espacio de lucha política que va más allá de las tareas reales de la coadyuvancia, y llega al terreno de los intereses electorales de los partidos políticos y de los juegos de poder de los principales personajes perfilados para la batalla del 2000.

Condicionado, el apoyo zapatista a la Cocopa

Una lectura apresurada de la mencionada V Declaración parece mostrar que el EZLN ha prodigado a la Cocopa un generoso tanque de oxígeno y un vistoso diploma de superpoderes.

No es tan sencillo el asunto como parece, ni como lo quieren hacer aparecer algunos entusiastas declarantes que creen resucitada y súbitamente vigorosa a la citada comisión. Hay, sí, dos elementos positivos que están altamente interrelacionados: uno, la reivindicación zapatista de la política como instrumento para lograr la paz y, dos, el depósito específico de esas expectativas políticas en la Cocopa. Hoy, con estos dos elementos a su favor, esa comisión tiene muchas, muchísimas cosas más que hacer que ayer, cuando no era ni siquiera capaz de lograr que una carta urgente y confidencial fuese leída, o cuando menos tomada de la rústica mesa en la que hubo de ser dejada a una suerte incierta.

Pero, para lograr a plenitud su conversión en factor decisivo en el proceso de paz, la Cocopa tendrá que cumplir con dos difíciles tareas: una, la readopción plena y militante de la iniciativa para reformar la Constitución en materia de derechos indígenas, que elaboró la propia Cocopa y que el gobierno federal desechó para presentar la propia; y otra, el aprovechamiento de las pugnas internas del zedillismo para facilitar la adopción de una postura pacifista hacia Chiapas.

El punto esencial: la iniciativa de la Cocopa

Los zapatistas le han ofrecido gran apoyo a la Cocopa, siempre y cuando (subrayado de Astillero) defienda la iniciativa de reformas constitucionales en materia indígena que elaboraron los miembros de la Cocopa original, y que varios de los actuales han permitido que se manosee (recuérdese el fallido intento de Gobernación de sacar de la chistera el conejo de fantasía llamado ``segunda iniciativa'', con la que pretendían facilitar el abandono de la primera) y que se sepulte entre propaganda y demagogia gubernamentales.

Esa primera (y única) iniciativa fue aceptada por los zapatistas y por el gobierno federal, pero (y aquí reside el hecho sustancial del conflicto actual, que la V Declaración pone inteligentemente de relieve) cuando los rebeldes del sureste se aprestaban a firmar un protocolo inicial de paz y a convertirse en una fuerza política no partidista, el gobierno se echó para atrás de su compromiso original.

El incumplimiento de los acuerdos de San Andrés, y de su expresión mutuamente convenida que era la iniciativa elaborada por acuerdo de las partes por la Cocopa, fue acompañada de una política de endurecimiento ejecutada primero por Emilio Chuayffet y luego por Francisco Labastida Ochoa. De aquellos preparativos para la paz se pasó a la promoción de los grupos paramilitares, al incremento de la presencia militar en la zona de conflicto y a las masacres como la de Acteal.

La sombra de Chuayffet

¿Será cierto, como dice la V Declaración, que está en las manos y en las habilidades de la Cocopa ``el detener la guerra, cumplir lo que el Ejecutivo se niega a cumplir, abrir la esperanza de una paz justa y digna, y crear las condiciones para la convivencia pacífica de todos los mexicanos''?

Sí, siempre y cuando sea capaz de hacer honor al compromiso institucional de promover y defender la iniciativa de ley que redactó, y de lograr que el gobierno federal retire la propia.

El retiro de la iniciativa gubernamental significaría, dicho sea de paso, el desmoronamiento de la política de mano dura desplegada por Labastida Ochoa y le llevaría a seguir los pasos de Chuayffet, para darle al Presidente una oportunidad clara de recompostura. La suerte de Labastida sería la de Jorge Alcocer, Adolfo Orive y Emilio Rabasa, entre otros.

Por otra parte, no debe perderse de vista que la única manera de evitar que el EZLN rompa nuevamente el cerco impuesto por la ley de pacificación de Chiapas, y se disperse por el país entero para organizar la consulta nacional sobre la ley y contra el exterminio indígenas, sería el retiro de la iniciativa gubernamental y el sometimiento ante el Congreso de la iniciativa de la Cocopa.

Las ``otras voces dentro de la máquina de guerra''

A pesar del carácter cerrado del grupo zedillista, hay algunos personajes que de alguna manera alientan para Chiapas posturas distintas a la bélica y a las demagógicas. Uno de ellos tiene ahora una colocación política altamente influyente, pues es uno de los no declarados precandidatos priístas a la Presidencia de la República: Esteban Moctezuma Barragán.

A pesar de las descalificaciones públicas que en su contra ha hecho el subcomandante Marcos, acusándole de tender celadas simulando diálogos, Moctezuma Barragán es una voz pacificadora dentro del aparato gubernamental. Su importancia radica no sólo en el valor que le corresponde como secretario del gabinete sino, además, en la influencia que puede ejercer en la conducta de algunos de los miembros priístas de la Cocopa, no sólo en Oscar López Velarde, con quien le unen proyecto político y amistad personal plasmada en un compadrazgo, sino además en otros miembros del PRI en la Cocopa que, por convicción o por visión futurista, decidiesen alinearse en la postura no belicista del secretario de Desarrollo Social, que tiene como subsecretario a Luis Maldonado, que ya antes fue operador de tareas políticas pacificadoras en el sureste.

Otro personaje importante en la distensión es Mario Luis Fuentes, el director del DIF. Pieza importante en el trabajo discreto de comunicación y tendido de puentes hacia el zapatismo, Fuentes ha sido punto de confluencia de dos personajes importantes de la Cocopa: primero Jaime Martínez Veloz y ahora Javier Guerrero.

Y en ese reacomodo de fuerzas y voces rumbo al futuro podrían estar personajes como Carlos Rojas, Beatriz Paredes, Elba Esther Gordillo, los integrantes del Grupo Galileo y hasta la Corriente Renovadora, cuyo vocero actual es Sergio García Ramírez.

Astillas: Kofi Annan está invitado por la canciller Rosario Green a tomar un descanso en México luego de su visita oficial y, según versiones de los anfitriones, el secretario general de la ONU habría aceptado... El próximo miércoles 29 habrá una sesión del subcomité de asuntos del hemisferio occidental del Congreso estadunidense para escuchar versiones sobre lo que pasa en Chiapas. Ya tienen a dos de tres expositores confirmados: a Carlos Tello, autor de La guerra de las cañadas, y a Roderic Au Camp... Ese mismo día, en la Universidad de Georgetown, también hablará sobre el tema chiapaneco Joel Solomon, directivo de Human Rights Watch... Mañana, a las 19.30 horas, en el Centro Cultural San Angel, será presentado el libro Historia personal de la Cocopa, de Juan N. Guerra. Participarán Carlos Payán, Miguel Alvarez, Jaime Martínez Veloz, Rodolfo Elizondo y el propio Guerra...

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