Horacio Labastida
Gobierno, EZLN y Fobaproa

Quien nos atiende es nuestro soberano;
quien nos oprime es nuestro enemigo.

Shu King, Clásicos Confucianos

Dos problemas inmediatos, el de Chiapas y el Fobaproa, son actores centrales en el escenario político. El primero surge cuando el EZLN, hacia 1994, desveló las graves contradicciones en que se encuentra el país junto con una firme demanda de justicia, democracia y dignidad, no sin destacar que su proclama se sustancia en los más puros sentimientos de los mexicanos indígenas y no indígenas. Caracterizan dos hechos resaltantes al otro problema. Para fomentar la mentira de nuestro ingreso al primer mundo, el gobierno de entonces abrió las compuertas a toda clase de inversiones extranjeras, golondrinas las más ofreciendo ganancias superiores a las de cualquier otro mercado, préstamos concertados a plazos que nos pusieron los pelos de punta porque al concluirse no había recursos para devolver el dinero a una gran proporción de ahorradores o jubilados estadunidenses. Con aprobación de Clinton la tesorería de su país prestó con intereses y el aval de los créditos petroleros la suma de 50 mil millones de dólares que sirvieron para pagar a los prestamistas sin ningún beneficio al país; por el contrario, el efecto fue el desarrollo de una crisis más entre las muchas que nos agobian: aumentó el desempleo, se desató el ambulantaje y ocurrió la quiebra de múltiples negocios por falta de apoyos bancarios y el miedo a intereses descomunales o como efecto de una competencia arrasadora por motivo de nuestro ingreso al libre comercio con Canadá y Estados Unidos, complejidades que hincharon hasta la asfixia las carteras vencidas de las instituciones de crédito, y entonces el Presidencialismo optó por recalentar e insuflar un Fobaproa que manipuló créditos millonarios con personajes selectos, compró pasivos abultados por sofisticados señores del dinero y entregó los pagarés que por hoy pesan en el engañoso activo de las contabilidades bancarias. Para resolver tan delicado problema, el Presidencialismo decidió, acatando su lógica de dependencias, el traslado del enorme pasivo fobaproense a deuda pública, sin consideración a las familias mexicanas y complaciendo a élites hartas de innumerables beneficios.

Sin embargo, la solución no ha seguido por los cauces esperados. En el Poder Legislativo hay una fuerte oposición al proyecto gubernamental, y el PRD con una alternativa a la propuesta de la autoridad, decidió promover una consulta pública para conocer lo que la gente piensa sobre el particular, acción que asusta al Presidencialismo por su naturaleza extraña y opuesta a cualquier forma de participación ciudadana en las decisiones públicas.

El mensaje del pasado viernes 17 y la Quinta Declaración de la Selva Lacandona conmovieron profundamente a las autoridades y a la sociedad civil, porque una vez más el EZLN pone los puntos sobre las íes. Desnuda la violencia dramática y criminal que hiere a las comunidades chiapanecas y pone de manifiesto que no claudicará en sus demandas por miedo a la muerte con que lo amenazan los ejércitos que aparentemente han enclaustrado a los indígenas en los abruptos bosques que los cobijan desde hace siglos: sin miedo a la muerte izan orgullosamente los supremos valores de la humanidad replicando el acto heroico que en todos los tiempos y a través de todas las generaciones del mundo ha hecho triunfar la civilización sobre la barbarie; esto es lo que significan las palabras que nos han dicho los zapatistas en los últimos cuatro años. Son ideas, juicios y peticiones de los pueblos indígenas mismos, de los hombres y las mujeres que los forman, incluidos los niños, y no únicamente ideas, juicios y peticiones del subcomandante Marcos, cuya voz es la voz que utilizan esos pueblos para explicar las razones de su rebelión política y moral contra una realidad que los oprime y discrimina desde siempre; sus mensajes son la expresión del espíritu de las comunidades zapatistas que reflejan el espíritu del pueblo mexicano. Y precisamente cuando las palabras de un pueblo se convierten en las palabras del hombre, su universalidad lo coloca al margen de parcialidades o intereses faccionales: el que habla a través de ese pueblo es el hombre, todos los seres humanos, al hablar de sus altas aspiraciones. Dejemos las cosas claras. Los zapatistas no tienen miedo a la muerte porque son héroes invulnerables a las fuerzas de la sinrazón: ¿Cómo va a reaccionar el gobierno ante héroes que piden justicia, dignidad y democracia para todos? ¿Podría suceder acaso que nuestro Presidencialismo se transforme en un gobierno de Estado comprometido con el pueblo?

Los ciudadanos de nuestro país y los del mundo entero están atentos a lo que las autoridades hagan en el caso de los zapatistas y en el del Fobaproa. Quizá la visita de Kofi Annan sea símbolo de que el mundo ha fijado su mirada en nuestra patria.