La Jornada viernes 24 de julio de 1998

Carlos Montemayor
Diplomacia y realidad

Ignoro si el lenguaje diplomático se propone sugerir que la realidad es mejor de lo que parece o si trata sólo de encubrir la realidad que el buen decoro oficial quiere que permanezca oculta. Las declaraciones del secretario general de la ONU, Kofi Annan, a propósito del conflicto de Chiapas, oscilan entre ambas posibilidades. Como desconozco por dentro el mundo de la diplomacia, ignoro si sus declaraciones reflejan realmente lo que piensa o si debemos tomar como gentileza diplomática el haberse prestado a repetir la versión gubernamental sobre la posible solución al conflicto de Chiapas.

En su función de diplomático, el señor Kofi Annan pareció convencido de que el gobierno mexicano busca en Chiapas una salida política y que no desea una confrontación militar. Afirmó haber recibido del presidente Ernesto Zedillo, durante una conversación de noventa minutos, una ``muy buena información'' sobre Chiapas y sobre los diversos programas sociales y económicos que se aplican en la región. Explicó que desde dos perspectivas enfrenta el gobierno este conflicto: una, tratando de mejorar la situación económica y social de la población; otra, buscando una solución política al conflicto armado. Por ello, concluyó exhortando a ``la parte opuesta'' a colaborar con el gobierno para resolver pacíficamente la crisis.

Es posible que necesitemos otra vez de las dotes hermenéuticas de la cancillería mexicana para traducir el lenguaje diplomático del secretario general de la ONU. Recordemos que gracias a la traducción diplomática, el lenguaje agresivo de la señora Albright se convirtió en una charla cordial y amena. Quizás ahora el lenguaje amistoso y oficialista -de buena fe, agregaríamos- de Annan, pudiera tornarse pronto en un grave riesgo político.

En algún momento, en algunos próximos noventa minutos de la vida del señor Annan, podría llegar a él otra ``muy buena información'' sobre lo que está ocurriendo en Chiapas desde hace un buen tiempo: la administración de la guerra. Podría recibirla a través de organizaciones de defensa de derechos humanos, de observadores nacionales e internacionales, de observadores e investigadores de la ONU, del ruido mismo que seguirá produciendo la guerra y la muerte en Chiapas y en los medios de México y del mundo o, incluso, en un futuro no lejano, a través de la alta comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Mary Robinson.

El señor Annan sabrá (¿o ya lo sabe?) que ahora se trata de frenar una guerra que está en marcha desde hace meses. Una guerra que cada día avanza hacia fases más severas. Una guerra que intenta acallar su ruido de mortandad, hambre y millares de desplazados con discursos que hablan de solución pacífica o que exigen diálogos directos. Es tiempo de que no solamente en las esferas cupulares del poder se conozca que la estrategia de guerra cumple una fase tras otra en Chiapas. Es hora de que toda la opinión pública, todos los mexicanos, sepamos que debemos frenar esta guerra.