Anunciaron la edición en un acto por el centenario del natalicio del historiador y politólogo
Angel Vargas Ť En un ``país de máscaras'', como se ha dicho de México, en ``infinidad de ensayos y análisis'', apareció en esta centuria la figura de un ``hombre de una pieza'', que fue diferente a la mayoría por sus firmes convicciones; un hombre con profundo patriotismo que creía en los libros y en la crítica, y que fincó instituciones culturales que se opusieron a la ``monarquía sexenal'' y al autoritarismo cultural; un hombre que literalmente se puso el overol para actuar, en su condición de intelectual, con vocación de servicio público, con la idea de beneficio colectivo del México que lo vio crecer. Es esa, en síntesis, la descripción de Daniel Cosío Villegas, un liberal que se valió del poder para crear y construir, ``pero siempre manteniendo su independencia respecto de ese poder''.
El pasado jueves se conmemoró el centenario del natalicio de este personaje, considerado ``el más importante historiador moderno'' del país. Ante tal efemérides Editorial Clío, en colaboración con El Colegio Nacional, organizaron en la sede de este último una mesa redonda, en la cual los historiadores Lorenzo Meyer, Josefina Vázquez, Andrés Lira y Enrique Krauze, además del escritor y ensayista Federico Reyes Heroles, hablaron sobre la vida y la obra del fundador de El Colegio de México y del Fondo de Cultura Económica (FCE).
Los participantes delinearon a un Cosío Villegas austero, de ``personalidad apabullante'' y con una ``desbordante'' pasión por México; pero sobre todo lo identificaron como un intelectual y liberal que ``transforma las respuestas en nuevas preguntas'' y cuya apuesta estaba dirigida al ``poder de la cultura y no a la cultura del poder'', conservando ``siempre su independencia''.
Creador hasta el final
El director de Clío, Enrique Krauze, dijo que la intervención de Lorenzo Meyer, ``uno de los vástagos intelectuales, sin duda, más brillantes y más respetados de don Daniel'', tocó ``la fibra'' al centrar sus palabras en la calidad ética del autor de El estilo personal de gobernar (1974).
Dijo Meyer acerca de Cosío Villegas: ``Su obra puede en algún tiempo, como la de cualquiera, pasar, ser superada; ese es el destino de toda creación académica. Entonces, lo que me interesa destacar es no a don Daniel como historiador o politólogo, periodista y literato; me interesa algo que no pasa, que no puede pasar, el tiempo correrá y no pasará: es la parte ética, la parte moral.
``Me pareció siempre más importante no la dimensión de sus libros, sino su manera de enfrentarse a la vida en general --señaló Meyer--; siempre se mostró crítico pero no amargado, aunque sí estaba dolido por lo que sucedía en el país.
``El vivió como un agravio el sistema autoritario, menos por autoritario y más por corrupto. Era ese un agravio personal (...) le dolía profundamente ver cómo estaban echando a perder al país.''
Más adelante, agregó: ``ese patriotismo, quizá, a pesar de todo lo que estaba pasando, le llevaba a ser creador hasta el final; no estaba de acuerdo con lo que ocurría y sin embargo convocaba empresas, como la de La historia moderna de México'', obra divida en 10 tomos, de los cuales cinco son de su puño y letra.
Cuando Cosío Villegas se fue, reiteró Meyer, ``lo hizo dolido con lo que le estaba sucediendo al país; hasta el último día fue creador, y creo que eso es lo que nos deja finalmente: en un país de máscaras, como se ha dicho en infinidad de ensayos y análisis sobre lo mexicano, don Daniel era un mexicano sin máscaras y por eso fue muy raro, y ahí está la parte quizá para mí fundamental, su enseñanza última, ésa, el tiempo no se la va a llevar; sus trabajos podrán pasar, pero esa actitud frente a la vida, creo que no''.
Antes que Meyer, habló el director de la revista Este país, Federico Reyes Heroles. Su participación estuvo enfocada, principalmente, a resaltar la visión que tenía Daniel Cosío Villegas sobre lo que debe ser un intelectual, además de rememorar la relación de aquel personaje --fallecido en 1976-- con el poder, específicamente con aquellos que detentaban el gobierno.
Hereje y liberal confeso
``El intelectual es quien usa el intelecto, es decir, la facultad de conocer y razonar, de usar el intelecto profesionalmente; buscar a diario y no necesariamente encontrar; hacerlo por la vía racional (...) El intelectual es un artista que cultiva su oficio; en tanto que profesional del intelecto tiene la obligación de someter todo al servicio del raciocinio, una y otra vez el encadenamiento infinito'', citó a Cosío Villegas.
Para quien fue secretario general de la UNAM en 1929, dijo Reyes Heroles, el intelectual, si en verdad lo es, no puede tener una carrera política y ni siquiera pretender llevar las consejas al oído político. ``Cosío Villegas tiene entonces que ajustar cuentas con muchos intelectuales que pretendieron convertirse en Maquiavelos detrás de los tronos. Creo que si don Daniel despertara no encontraría demasiadas novedades en el frente, por lo visto la tentación es fuerte. Los perfumes y fragancias de poder siguen embriagando mucho, pero hoy ya no tienen justificación''.
Esas definiciones del poder y su relación del poder, citadas por Reyes Heroles, tuvieron el afán de delimitar, con sustentos, el accionar de Cosío Villegas en su papel de intelectual y su vínculo con el poder.
El apostó por el ``poder de la cultura y no la cultura del poder; por la cultura como interpretación propia del mundo pero sin negar la existencia de los otros; por ese simple hecho `ya es un hereje, es un liberal declarado, un confeso', en una nación gobernada por autoritarios. En un país con millones de analfabetas, de iletrados, don Daniel cree en los libros'', en la democratización de la cultura por medio de la imprenta.
Don Daniel, para lograr sus objetivos, se acercó al gobierno: ``fue muy exitoso, lo hizo desde dentro, hizo méritos y no culpa. En un país de partido hegemónico, se mantuvo fuera, como externo; en un país presidencialista, actuó en la periferia, tocó todas las puertas que fue necesario''.
Entre otras aportaciones, apuntó Reyes Heroles, Cosío Villegas enseñó a los economistas a contar; a los historiadores al servicio del poder, los enseñó a olvidar; a los periodistas a sueldo del régimen, los enseñó a decir''.
Krauze realizó una breve descripción de la vida del personaje, existencia que, de cierta forma, puede quedar resumida en las siguientes palabras: ``Transfirió su fe a la esfera cívica y dedicó la vida entera a crear libros, instituciones, ideas, puentes de entendimiento para hacer menos injusta, menos oscura, más libre la vida de México. Mantuvo esa alegría creadora hasta el final''.
Informó que Clío, en coedición con El Colegio Nacional, ha publicado parte de las obras de Cosío Villegas y el propósito es que al terminar el milenio estén listas las obras completas del Premio Nacional de Letras 1971.