Juan Soto Ramírez

Límites imprecisos y bordes gráficos

Considerar que las situaciones, los cuerpos de conocimientos, las relaciones afectivas, los estados de ánimo, las emociones, los ambientes, etc., no tienen límite, es tan falso como hacer lo contrario. Independientemente de la postura que se tome, se podrá llegar a la determinación de que cualquier punto de vista contaría con los argumentos suficientes para sobreponerse a otro, pero el problema no comienza ni termina ahí. Si tratásemos de encontrar el límite entre el amor y el odio (muy aparte de darnos cuenta que así como podemos amar a una persona también la podemos odiar, incluso al mismo tiempo), llegado el punto sería imposible afirmar dónde comienza uno y dónde termina otro.

Un conjunto, por ejemplo, representado gráficamente, termina en sus bordes (piense el lector en una ruedita sobre una hoja de papel). Pero no sólo eso sino que se define por dos condiciones de lugar: el afuera y el adentro, aunque no tenga puertas, ventanas o balcones. Todos los elementos que le pertenecen están dentro. Lo que no, queda fuera del conjunto.

Falsamente se supone que llegar al borde del conjunto es llegar al límite. Si el conjunto A está compuesto por todos los números entero positivos, los que no sean enteros ni positivos, no podrán quedar allí dentro. Sin embargo, a uno le faltaría paciencia, vida y pulso para enumerar todos y cada uno de los elementos de cada conjunto y, en ese sentido, aunque los conjuntos tengan bordes, son ilimitados. Carecen de un límite preciso acerca del cual se pueda afirmar que ahí terminan. Por ello, su delimitación se manifiesta como un sobrentendido, como algo que dice y no dice al mismo tiempo.

Las relaciones amorosas tienen un límite, en tanto que no duran toda la vida, pero éste no es preciso porque no se puede anunciar con letreros: ``aquí terminó el romance con X y principia con Y'' (aquí el lector puede pensar en dos de sus grandes amores, si es que los tuvo). Sin embargo, cuando alguna de las partes implicadas en un romance anuncia: ``se acabó'', en ese momento, en ese preciso instante, le puso fin a la relación y, por ende, le puso un límite simbólico, aunque siga queriendo o amando a la persona con la cual terminó. De ahí que sea difícil determinar con quién se casará uno porque las relaciones amorosas, al igual que las gelatinas, unas cuajan y otras no. Es posible entonces que uno siga enamorado de la persona con la cual terminó hace cinco años porque acabó con la relación, pero no con ese sentimiento que estaba ahí dentro.

Ya que el límite siempre es simbólico, es convencionalmente imaginario y, en tanto que sólo puede ser narrado, está hecho de lenguaje. El borde es la representación gráfica de eso que se narra. Por ello, los bordes de las relaciones amorosas, a diferencia de los pertenecientes a los conjuntos numéricos, están más o menos dados por fechas de inicio y terminación, y se cuentan por días, meses e incluso años, de donde viene la necesidad de fijar fechas de reinicio que más o menos están representadas por los días de aniversario. Hay de aquel que olvide la fecha de su casamiento o comienzo del noviazgo porque puede ser motivo de ruptura, sobre todo cuando siempre se le olvida.

En sentido estricto, los conjuntos carecen de límites porque no terminan en su representación gráfica, pero tampoco comienzan en el centro. Los bordes son conjuntos de puntos, los límites, conjuntos de momentos que definen situaciones fronterizas hechas de palabras. Son líneas hechas de bordes o, dicho pedantemente: borderlines. Mientras un borde se ve, los límites sólo se sienten, son invisibles. Contienen ambientes particulares que definen situaciones. El borde las delimita y les da forma y figura, pero no contenido.

Tenemos, pues, que la intensidad con la que se amó una persona no puede estar determinada jamás por las fechas de comienzo y terminación de un romance. Mientras el borde sólo puede trazarse (ya sea en el papel o en el calendario o en donde se le dé la gana pensar a uno), el límite nunca puede establecerse con precisión. El borde del presente texto está dado por las frases iniciales y terminales, pero el límite del mismo no puede establecerse con precisión, sobre todo si no se entendió.

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