Así como la insurrección zapatista de enero de 1994 precipitó la ciudadanización de los órganos electorales, la V Declaración de la Selva Lacandona busca catalizar la separación de poderes, el fin del presidencialismo y la promoción de la democracia participativa.
Si el levantamiento indígena permitió vencer las resistencias que desde el poder se tenían a la plena autonomía del Instituto Federal Electoral, vieja demanda de movimientos ciudadanos y partidos de oposición, la V Declaración convoca al Congreso de la Unión a asumir cabalmente su independencia, e impulsa la organización de una consulta nacional en torno a la iniciativa sobre derechos y cultura indígenas elaborada por la Cocopa, que retoma, en los hechos, un elemento central de la agenda política nacional aún pendiente: la ampliación de las formas de participación política, estableciendo mecanismos de democracia directa tales como el reconocimiento del referéndum, el plebiscito y la iniciativa popular.
La consulta a la que el EZLN convoca está precedida de otra auscultación previa: la que dio como resultado los acuerdos de San Andrés. En ella, centenares de representantes de las franjas más organizadas de los pueblos indios del país, discutieron y acordaron los puntos centrales de lo que después se pactaría con los representantes gubernamentales. Nunca antes en la historia reciente de la aprobación de leyes en nuestro país, una iniciativa había sido formulada con tanta participación ciudadana. Lo que los zapatistas se proponen hoy es ampliar y profundizar aún más la participación popular en el proceso legislativo.
La consulta se llevará a cabo en los municipios. En lugar de que ésta se organice a partir de los distritos electorales existentes o de los estados o de las regiones, se realizará en el ámbito de gobierno más cercano a la población. Su lógica es la de fortalecer un proceso organizativo municipalista, el mismo que rige la formación de municipios autónomos.
Si en el pasado el zapatismo actuó como un instrumento para catalizar la organización de la sociedad civil sin pretender sustituirla, en el presente apuesta por servir como un elemento activo en el desmantelamiento del presidencialismo sin tratar de prescindir de los partidos políticos. La nueva composición del Congreso de la Unión, las iniciativas de los partidos de oposición y el surgimiento de importantes corrientes dentro de las fracciones parlamentarias de los institutos políticos (como el Grupo Galileo) permiten suponer que una propuesta de esta naturaleza trasciende el nivel puramente contestatario o declarativo, siempre y cuando se logre generar una acción ciudadana capaz de presionar o apoyar a los legisladores para que actúen con independencia del Poder Ejecutivo y de sus intereses inmediatos.
El EZLN busca así hacer de la cuestión indígena y del problema de la paz un instrumento eficaz en la democratización del régimen. Y lo hace, privilegiando la movilización popular y la consulta democrática como métodos de lucha, por sobre la negociación cupular de las élites políticas.
Desde esta perspectiva la V Declaración no sólo sostiene que el reconocimiento de los derechos indígenas debe ser un elemento central de la reforma del Estado, sino que se inserta en el debate sobre ésta reivindicando mecanismos de democracia directa que no sólo deben de ser aprobados sino ejercidos previamente.
La lógica política que anima la V Declaración está contenida tanto en la propuesta general del zapatismo sobre la transformación de la cadena mando-obediencia, contenida en la propuesta de mandar obedeciendo, como en las conclusiones a las que llegó la mesa de San Andrés sobre democracia y justicia del 16 y 17 de julio de 1996. Sostener que el reconocimiento que los zapatistas hacen hoy al Congreso, los partidos de oposición y la Cocopa surge de la desaparición de la Conai, muestra un enorme desconocimiento del pensamiento programático del EZLN.
En aquel entonces, en un documento de 37 cuartillas los zapatistas sostenían: ``Sin negar ni menospreciar la importancia que los partidos políticos tienen en la vida nacional, una visión sustantiva de la democracia contempla la apertura de espacios ciudadanos no partidarios en la lucha política...'' ¿No es ésta acaso la lógica que anima la propuesta de consulta nacional contenida en la V Declaración?