Practicarlo no es ``la panacea'', señala el arzobispado
David Aponte Ť El aborto de ninguna manera representa ``la panacea de la salud pública''. Sin embargo, algunas autoridades y sectores de la sociedad buscan establecer esa práctica con el pretexto del progreso de la nación, señala el arzobispado de México.
Las personas y grupos a favor del aborto consideran que van rumbo al desarrollo, cuando en realidad retroceden y llevan ``al país hacia el despeñadero de una mayor desesperanza. Cruel ironía: progreso por asesinatos'', argumenta en su semanario de información Desde la Fe.
En varios artículos dedicados al debate sobre la despenalización de la práctica, el arzobispado asegura que los sectores pro aborto comenzaron una ofensiva en los medios de comunicación en contra de la jerarquía católica. Pero los ataques no tienen ningún fundamento y sólo aluden a que el aborto es necesario por razones de salud pública, indica.
``Ahora se les hace fácil que otros mexicanos, pequeñísimos e indefensos, con los mismos derechos y con iguales o mayores posibilidades que ellos, sean abortados o, para decirlo con mayor exactitud --sin eufemismos--, sean asesinados en los vientres de sus propias madres'', señala.
El editorial del órgano de información del arzobispado asegura que muchas personas que apoyan el aborto ``viven jugosamente del poder o de los caravaneos a fundaciones extranjeras''. Por eso, ahora juegan el papel de defensores de las mujeres y de la salud pública del país.
Resulta más fácil acusar a la jerarquía de la Iglesia católica, que permanecer callado ante las obligaciones de las autoridades del país frente a las mujeres que, por una causa u otra, desean abortar, agrega.
El semanario católico resume el debate en dos posiciones: la Iglesia católica, como la defensora de la vida, y los grupos pro aborto, como sujetos que están dispuestos a cometer un crimen, con el argumento de la salud pública.
A manera de colofón recuerda que el Código de Derecho Canónico castiga el aborto con la excomunión. Una persona que incurre en ese ejercicio afecta también a sus ``cómplices'' --padres, médicos y enfermeras-- sin cuya ayuda no habría podido ser cometido el crimen.
``Con esta sanción, la Iglesia deja en claro que el aborto es un crimen muy grave y peligroso, e incentiva a los que lo cometen a buscar sin tardanza el camino de la conversiónÉ Este pecado sólo puede ser confesado ante el obispo o ante el sacerdote que él delegue'', concluye.