La sucesión presidencial del año 2000 se adelantó casi tres años, como consecuencia de la crisis política y de la ineptitud del gobierno para enfrentar los problemas del país, como se ve en el caso de Chiapas, en donde el abismo entre las palabras y los hechos ha llevado a Ernesto Zedillo a un descrédito absoluto.
1. En Ocosingo (23 de julio), Ernesto Zedillo llegó al extremo en esas declaraciones mentirosas que suele hacer para tergiversar la realidad, cuando reiteró con el rostro descompuesto que en Chiapas ``no hay guerra'' y que ``no la ha habido ni la habrá''. Sin embargo, sólo suscitó el desdén o la hilaridad de algunos comentaristas, lo que es en extremo preocupante pues evidencia la nula credibilidad que en México tiene el titular del Ejecutivo.
2. El gobierno ``quiere y propone el diálogo'', afirmó nuevamente ahí Zedillo, y aún habituados a que el discurso oficial ha sido tradicionalmente un engaño, los analistas no pudieron dejar de señalar la extraña manera de dialogar que ha tenido en Chiapas: violó la ley del diálogo al incrementar la militarización en las comunidades y perpetrar múltiples matanzas, no hablaron sus emisarios en la Mesa II y, desde luego, dialogaron para no cumplir lo pactado.
3. ¿Qué confianza puede suscitar quien funge como jefe de Estado cuando afirma, como lo hizo Zedillo en Ocosingo, que su gobierno ``ha cumplido todos los acuerdos que ha suscrito'', cuando todo mundo sabe que no ha tenido palabra de hombre y se niega a respetar los acuerdos de San Andrés suscritos con el EZLN?
4. ¿Qué credibilidad puede tener Zedillo al afirmar ante la consulta anunciada por el EZLN que su proyecto de ley indígena, redactado sin consenso alguno por oscuros abogados de la Presidencia, que no consagra ningún derecho a los pueblos indios ni a las comunidades, no se parece ni remotamente a lo acordado en San Andrés y considera ``legítimo'' por haber sido llevado a algunos encuentros con grupos priístas?
5. ¿Qué respeto puede merecer quien desde la Presidencia de la República descalifica el proyecto de los legisladores de la Cocopa, cuyo contenido buscó ser lo más fiel posible a San Andrés, mismo que fue redactado en 1996 tras un acuerdo entre éstos, la Secretaría de Gobernación y el EZLN, que en ese entonces se comprometieron a asumir, compromiso que después desconoció el gobierno?
6. La obsesión de las políticas mexicanas por videograbar todo para editar sus cortes de propaganda puede también revertírseles, como sucedió con el video de Lomas Taurinas, o con el más reciente de Ernesto Zedillo en Palenque, en donde pasea vestido como Ricardo Montalbán en la serie televisiva de La Isla de la Fantasía o practica la natación mientras lo cuida una parafernalia de miembros del Estado Mayor Presidencial (El Noticiero, canal 2, 29 de junio). Con estas escenas histriónicas de dudosa calidad pretende demostrar a los congresistas estadunidenses que Chiapas es ``un paraíso turístico'' y que no hay guerra (a pesar del Ejército y de los paramilitares).
7. La detención durante varias horas de Thomas Gillen (agregado militar estadunidense) y de la sargento Liz Krug por paramilitares del PRI en Los Plátanos (26 de julio), desmiente en este contexto, por enésima ocasión, a Zedillo, a Labastida y a Madrazo, quienes insisten que esos grupos no existen, para tratar de ocultar su responsabilidad constitucional por organizarlos y protegerlos.
8. El conflicto está en vías de solución y sólo lo perturban las provocaciones que vienen de ``los otros'', dijo Zedillo en Ocosingo, refiriéndose a los campesinos zapatistas, pero entre quienes lo respaldan muy pocos están ya de acuerdo con estas absurdas afirmaciones. El Departamento de Estado estadunidense manifestó de nuevo ``su preocupación'' tras la detención de los dos diplomáticos de ese país por los paramilitares de Zedillo (28 de julio); el Subcomité de Asuntos del Hemisferio Occidental de la Cámara de Representantes concluyó en Washington que hay ``inestabilidad, violencia y violación a los derechos humanos'' que generan interrogantes acerca de la estabilidad política y económica de México'' (23 de julio) y, para no ser menos, John Womack Jr., pluma de Carlos Salinas, en su panfleto titulado Chiapas, el obispo de San Cristóbal y la revuelta zapatista (Cal y Arena, 1998, 92 pp.), luego de elogiar las políticas en Chiapas de su amigo, se solaza en describir la incompetencia de Zedillo.
9. El gobierno ha probado en Chiapas, según Zedillo, ``su voluntad política'', siendo que sus acciones criminales no sólo evidencian todo lo contrario, sino algo más grave: que no tiene un consenso para las mismas al interior de la propia burocracia gobernante. Cabría preguntarse por ello si esa estrategia ``de Los Pinos'', definida en realidad en Bucareli por Adolfo Orive, otro incondicional de Carlos Salinas, no tiene como objetivo, conociendo el talante autoritario de Zedillo, ahondar en su desprestigio para quitarle toda autoridad en el proceso de designación del candidato presidencial del PRI y en las elecciones del 2000.
10. Y también cabría preguntarse si al prolongar la guerra de Chiapas, con el objetivo de mantenerse en el poder, los salinistas no están jugando con el destino de los pueblos indios y del país.