REPRESAS CLANDESTINAS, TRAS LA TRAGEDIA EN CUAJIMALPA
Raúl Llanos Samaniego Ť Localizadas a lo largo del río San Borja, en Cuajimalpa, un número aún desconocido de represas ha creado un constante peligro para los habitantes de predios ejidales, comunales, de propiedad privada y reserva ecológica invadidos, en caso de que los niveles de precipitación pluvial se eleven nuevamente.
Para el gobierno de la ciudad, la tromba del sábado pasado en esta zona acarreó volúmenes inesperados de agua que rompieron tanto los diques que construyeron las autoridades como aquellos clandestinos, desde donde se surten las pipas que llevan el líquido a lugares donde escasea.
Aunado a la pobreza cotidiana de la gente de San Mateo Tlaltenango, hoy el agua, que siempre había sido su aliada, se ha convertido en una gran amenaza. Así lo perciben sus pobladores, quienes no dejan de repetir que la construcción de represas motivó que la avalancha de lodo, piedras y troncos adquiriera una velocidad impresionante.
Sin embargo, para algunos comuneros, ejidatarios y particulares de ese poblado, el agua que corre por el cauce del río San Borja se ha convertido en un negocio, pues de manera ilegal levantan muros sobre la corriente y forman represas para llenar pipas que posteriormente revenden el vital líquido en delegaciones y municipios conurbados.
La práctica es añeja, y aun cuando está prohibida por la ley, continúa hasta la fecha. Para los habitantes de San Mateo --donde la tromba dejó tres personas muertas, una menor desaparecida y pérdidas incuantificables en viviendas, infraestructura y propiedades--, la causa principal de la magnitud de la desgracia fue la existencia de esas represas, las cuales presionaron la fuerza de la corriente.
La titular en esta delegación, Jenny Saltiel Cohen, destacó que se dio parte al Ministerio Público para que investigue el ilícito que se comete al utilizar en beneficio propio el agua captada en esos embalses. Jaime Schlitler, subdelegado de Fomento Económico y Desarrollo Rural, afirmó que alterar el curso de cualquier río implica un delito. ``El agua federal es libre, y por ende nadie puede lucrar con ella''. Aun con eso, consideró que más que esas represas, lo que motivó el siniestro fue el volumen tan alto de agua que cayó en tan corto tiempo.
Durante un recorrido efectuado por el cauce del Río San Borja, se constataron casos concretos de tal práctica. En San Mateo, a la altura del Paraje de Pachuquilla, se ubica una pequeña construcción de ladrillo conocida como La Bodega, donde se esconde una bomba de agua capaz de impulsar el agua a fuerte presión; a su lado hay una serie de mangueras de varias dimensiones que sirven para el llenado de las pipas, así como una barda rústica que atraviesa de lado a lado el río.
Hasta antes del sábado acudían ininterrumpidamente a proveerse de agua las pipas, desde las seis de la mañana hasta el anochecer.
Armando Pérez, ayudante de uno de los operadores de esos vehículos repartidores del vital líquido, explica que tienen ya cuatro años dedicándose a esta actividad. Asegura que los dueños de las unidades son particulares, quienes reciben en sus casas las llamadas de empresas, constructoras, residencias o vecinos para que les doten del agua.
Cada pipa de 20 mil litros de líquido no potable se llena en 15 minutos. Para ello, los operadores ponen a funcionar la bomba --que se acciona con tomas clandestinas de electricidad-- e instalan sus unidades bajo las mangueras. El costo del contenido de cada pipa es de 300 pesos, aunque ellos pagan cantidades menores a los comuneros, y sus puntos de entrega van desde zonas apartadas de esta delegación hasta municipios conurbados, como Nezahualcóyotl.
La barda que funciona como compuerta de la corriente que desciende desde el Desierto de los Leones, fue construida por los comuneros hace apenas dos meses, afirma dicha persona; sin embargo, dice desconocer quién es el dueño de la bomba, o si tienen permiso de las autoridades para lucrar con el agua de río.
Señala que los principales dueños de pipas que se surten del San Borja son ``el ingeniero Díaz Zubieta'' y una persona de nombre Armando Vázquez, de quienes desconoce su paradero, aunque sean los que diariamente le pagan 30 pesos, independientemente del número de viajes que realice al día.
Actualmente, este punto de recarga de pipas está azolvado. La tromba arrasó con parte de La Bodega y con las mangueras, por lo que vecinos de la zona ofrecieron sus servicios a los comuneros para limpiar piedras, troncos y lodo, y así reactivar su ``fuente de ingresos''.
Cerca de 200 metros río abajo de esta represa se localiza otro punto de carga de pipas. Es la casa de Teófilo García, que está sobre la orilla del cauce. Aquí se cuenta con sofisticados mecanismos de bombeo para surtir el líquido: una fuente de almacenamiento y mangueras con dispositivos de succión movidos a través de las bombas que funcionan con electricidad. Dos jóvenes atienden las llamadas telefónicas y determinan los lugares a donde se debe entregar el agua. Su tarifa es también de 300 pesos la unidad.
``Tronadas'' tres represas de la DGCOH
Durante el mismo recorrido por el río San Borja se constató que del tramo que va del paraje La Sabandija hasta el Desierto de los Leones ``tronaron'' por lo menos cuatro represas de mampostería y gaviones que construyó la Dirección General de Construcción y Operación Hidráulica (DGCOH), las cuales ayudan a disminuir la velocidad del agua cuando baja de los cerros aledaños, y a la vez permite retenerla para que haya más recarga en los mantos acuíferos.
En compañía del subdelegado de Fomento Económico y Desarrollo Rural, se observó que las presas están construidas mediante el apilamiento de piedras, con un talud de 45 grados y que se forran con alambrón. Sin embargo, la cantidad de lluvia que cayó el fin de semana hizo que cedieran a la fuerza de la corriente y arrastró todo a su paso.
La mayor de las presas de esta zona es El Retiro, ubicada en la zona conocida como el Convento de las Monjas, la cual resistió la embestida, y de hecho en este punto todavía se observan los grandes troncos que terminaron ahí su descenso y los bancos de tierra negra generados. El encargado del Parque Nacional del Desierto de los Leones, Gustavo Loa, consideró que de haberse ``tronado'' esta presa ``hubiera hecho un verdadero desastre en muchos pueblos''.