Esto es apenas el boceto de un espectáculo de cabaret, que las personas y organizaciones interesadas en difundir didácticamente el caso Fobaproa pueden montar con toda facilidad y rapidez, y con un mínimo de recursos representarla para sus amigos, vecinos o compañeros de trabajo, con el fin de contribuir a propagar el sentido del plebiscito convocado para el 30 de agosto por el PRD.
El escenario puede limitarse a una mesa detrás de la cual ya está sentado, de toga y birrete, el JUEZ, cuando suena la tercera llamada.
JUEZ: Se abre la audiencia. (Da tres martillazos.) José María Platas, alias Kid Naping, ¡a la reja!
Entra, bailoteando, la cabeza cubierta con una toalla, calzón blanco, botines blancos, las manos vendadas, quien aparentará ser el boxeador más jodido del mundo. Trae un cinturón de enorme hebilla circular, de cartón, que representa la cara más conocida del peso mexicano.
JUEZ: ¿Tú eres Kid Naping? (Kid asiente, siempre bailoteando.) ¿Y por qué vienes en estas fachas?
KID: ¿Y cómo quiere que venga, mi jefe? ¿Soy peso welter? No. ¿Soy peso gallo? Menos. ¿Peso mosca? Nel. ¿Peso pluma? No, jefe. Sólo soy un pinche peso mexicano (señala su cinturón). ¿Cómo quiere que venga?
JUEZ: Podrías mejorar tu aspecto...
KID: ¿Con Guillermo Ortiz en el Banco de México? ¿Con Gurría en Hacienda?
JUEZ: Basta, basta. (Tres martillazos.) ¡Que pase el excelentísimo don Gastón de Rocha y de Casquette!
KID: ¿Qué quiere decir Casquette?
JUEZ: En francés, casquette es gorra.
KID: ¡Orale, pos que pase el que derrocha de gorra!
JUEZ: ¡Silencio! Aquí el único que da órdenes soy yo. (Tres martillazos.) ¡Don Gastón, cuando guste!
Pero don Gastón, saco y pantalón gris oxford, corbata y pañuelo de seda amarilla, con billetes que asoman por todos los bolsillos del traje, en ese instante, como en casi todos los de su vida, está hablando por celular. Y cruza el escenario diciendo:
GASTON: No, Divino, ya te lo dije. No te voy a vender mis hoteles y mis restaurantes en Francia para que compres tu embajada. ¿Ok? No, Divino. Punto. (Cuelga.) Estoy enteramente a sus órdenes, señor juez. (Mira al Kid.) Ah, pero si también estás tú.
Kid se pone en guardia. Gastón se abre el saco y amenaza con desenfundar una pistola. El juez da tres martillazos.
JUEZ: ¡Orden, orden! (Dice a Gastón.) Tiene la palabra. Recuerde que está bajo juramento.
GASTON: Honorables miembros del jurado. (Se dirige al público.) Aquí donde lo ven, este torvo sujeto que se hace llamar Kid Naping ha participado, como peso mexicano que es, en miles de millones de fraudes. Y no hablo de miles, y no hablo de millones, señoras y señores; hablo de miles de millones de fraudes cometidos en la vía pública. Léase, volados...
KID: ¡Protesto, señor juez! Aquí el señor de Rocha y de Gorra...
GASTON: ¡Casquette!
KID: ...me acusa de miles de millones de fraudes, pero sabe que mi fortuna asciende a 100 centavos. En cambio, a él se le conocen pocos fraudes, pero su fortuna asciende a miles de millones. Y no hablo de miles, y no hablo de millones, señor juez; hablo de miles de millones de dólares, tantos como 67 mil millones de dólares. Y también léase volados...
JUEZ: Protesta denegada. Prosiga, don Gastón.
GASTON: Todo comenzó un 20 de diciembre en Tijuana...
JUEZ: ¿De qué año?
GASTON: Diciembre de 1994. Yo entonces apoyaba económicamente al Kid. Era su patrocinador, tenía fe en el muchacho.
Cambio de situación.
Kid se sienta en un banquillo, como si estuviese en una esquina del ring. Gastón lo ayuda a ponerse los guantes. El juez se quita el birrete y la toga, y debajo de ésta lleva una camisa blanca de manga corta y una corbatita de moño que lo convierte en réferi.
JUEZ: ¡Pelearaaán 10 rounds! En esta esquina, con el mayor número de oro en barras jamás acumulado en la historia del boxeo, ¡Saaammm Dólar Wilsonnn! (Voltea hacia Kid.) Y en esta otraaa... de 3 pesos con 50 centavos, el campeón de los pesos mexicanos, ¡Kiiid Napinnng!
Kid saluda bailoteando al respetable. Gastón dice como locutor:
GASTON: ¡Y ahí lo tienen, señoras y señores! Todo un campeón. ¡Y yo me pongo de pie ante el peso mexicano más fuerte de todos los tiempos! Ni su bisabuelo, el gran Morelos de plata que durante muchos años valió 4 pesos por dólar, ni su bisabuelo, repito, alcanzó el poderío, la pegada, el alcance de Kid Naping, que esta noche marcó en la báscula 3.50. ¡Un verdadero milagro!
Suena la campana. Kid empieza a tirar golpes ante un enemigo imaginario. El réferi hace lo suyo. Gastón camina a proscenio y dice al público:
GASTON: La moneda estaba en el aire. El Kid salió confiado, un poco lento al principio, quizá porque aún recordaba las palabras de nuestro señor presidente, que lo había llamado por teléfono para decirle: ``Sí se puede''... Pero a partir del cuarto round, después de recibir un nuevo telefonema de Los Pinos, el Kid salió picando como mariposa y flotando como abeja, haciendo todo mal, todo al revés.
Mientras Gastón habla, Kid ilustra con movimientos chuscos lo que el otro dice.
GASTON: En el quinto round, Kid retomó la iniciativa. Yo gritaba en mi palco: ``¡Ese es mi Kid!'', y en mis adentros pensaba: ¡Yo lo hice! ¿Quién lo obligó a entrenar todos los días? Yo, señoras y señores. ¿Quién lo sacó del vicio, quién le quitó tres ceros? ¿Quién le pagaba psiquiatras y analistas para mantenerlo estable? Yo, yo, yo... Por eso no dudé en apostarle toda mi fortuna. Si ganábamos aquella noche, el próximo combate sería por una bolsa tan atractiva como la Bolsa de Nueva York.
Sorpresivamente, Kid se derrumba.
JUEZ: ¡Te dejaste caer! ¡Falta!
KID: ¿Qué falta?
JUEZ: Media pelea, huevón. Párate.
KID (levantándose): ¡No me dejé caer! Yo nomás cumplo lo que me ordena mi mánager, el Cuyo Mancera. Me dice: ``Flota, Kid, flota'', y yo obedezco, jefe. Mire... (Kid salta y se derrumba de nuevo.) ¿Ya vio?
El juez cuenta implacable:
JUEZ: Ocho, nueve y... ¡Fuera! ¡Se devaluooó!
GASTON (al público): Y fue así, damas y caballeros, como esa noche perdí toda, toda mi fortuna. (Se enjuga una lágrima.)
El juez vuelve al estrado, se coloca toga y birrete otra vez. Da tres martillazos.
JUEZ: Tiene la palabra el acusado.
KID: Todo lo que ha dicho este hombre es falso, señor juez. La historia es muy distinta. Usted se acuerda, ¿no? López Portillo nacionaliza la banca, ¿no? De la Madrid indemniza a los banqueros, dándoles casas de cambio y de bolsa, ¿no? Y así aparecen los nuevos grupos financieros que ahora son dueños de México, ¿no?
JUEZ: No editorialices. (Tres martillazos.) Sigue...
KID: En 1988 llega al poder el Muchaoreja, ¿no?, y en complicidad con el Perico Aspero, alias el Alcayata, ¿no?, le entregan los bancos limpiecitos a don Gastón. ¿Me estoy explicando?
JUEZ: ¿Quién es el Muchaoreja?
KID: Salinas, jefe, Salinas...
JUEZ: No caricaturices. Sigue...
KID: Como dueño de todos los bancos, don Gastón se va a Estados Unidos y empieza a pedir a los bancos de allá. Pedía un millón de dólares, vamos a suponer, y se lo prestaban al 8 por ciento, ¿no? Entonces venía a México, y a través de sus bancos prestaba ese mismo millón pero al 16 por ciento. Así, regresaba a Estados Unidos, pagaba el préstamo, pagaba el interés, y se ganaba otro 8 por ciento para sus gastos de bolsillo, ¿no?
JUEZ: No noíces. Sigue...
KID: El 20 de diciembre de 94 no hubo pelea, jefe. Don Gastón se había ido de copas con el Muchaoreja y otros gangsters, y en un burdel muy famoso de Polanco, ya borrachos, se jugaron las reservas internacionales del país en un volado. Y perdió don Gastón.
GASTON: Porque te caíste del lado que más te convino, Kid, no mientas.
KID: ¿Ya vio, señor juez? Ya reconoció que no hubo pelea.
JUEZ: Pero te acusa de algo más grave.
KID: ¿Grave? Pero de qué puede acusarme.
GASTON: Cuando este desgraciado se dejó caer, tal como le dijo el Muchaoreja, yo que me quedé en la calle...
KID: Sí, vomitando en la banqueta.
GASTON: Su señoría, déjeme ponérselo de otro modo (dice acomodándole el birrete al juez.) Por cada millón de dólares yo debía 3.5 millones de pesos. Pero después de la caída del Kid, de la noche a la mañana resulta que debo 7 millones de pesos por cada millón de dólares. ¿Qué podía hacer como banquero? Pues lógicamente lo obvio, señor juez. Me fui a mis bancos y les dije a los gerentes: ``A partir de hoy, todos los intereses de la gente que nos debe subirán 100 por ciento''.
JUEZ: ¿Cien? Más, don Gastón. A mí me los subieron como 300 por ciento.
GASTON: ¿Y no ha pagado, verdad? Claro: nadie pagó. Nadie. Así de malagradecidos son los mexicanos. Pero por culpa de usted, señor juez, y (señala al público) por culpa de toda esa gente que está allí aplastadota en lugar de trabajar para pagarme, yo, honesto banquero mexicano, me volví incapaz de pedir más dinero en Estados Unidos, me volví incapaz de pagar mis propias deudas y, lo peor que puede pasarle a un banquero que ama su oficio, me volví incapaz de prestarle más dinero a mis clientes para ver, cada día, más y más caritas risueñas. (Y rompe a llorar desconsolado.)
KID: Protesto, señor juez. Exijo que el señor de Rocha y de Gorra no llore como deudor lo que no pudo defender como prestamista de la Mercé, de plano. Porque además ni le duró tanto la angustia. ¿Quiere saber, señor juez, cómo salió don Gastón del hoyo? Que apaguen las luces. Voy a presentar un video. (Da tres palmadas.) ¡Corre proyección!
Cambian las luces del escenario. Entra una muchacha con disfraz de bastonera (opcionalmente pueden ser más y hacer una coreografía con numerito musical incluido).
MUCHACHA: ¿Necesita dinero al instante? ¡Con Fobaproa sí se puede! (Se dirige a Gastón.) Sólo tiene que traernos todas sus carteras vencidas y nosotros se las cambiamos por magníficos regalos. ¡Joyas! ¡Lavadoras de dólares de tres velocidades! ¡Refrigeradores de cadáveres! ¡Y ya estufas! ¡Con Fobaproa sí se puede!
JUEZ: Un momento, señorota. (Da tres martillazos.) ¿De qué se trata esto?
MUCHACHA: ¿Usted tiene carteras vencidas?
JUEZ (sacando una billetera muy vieja): Nada más ésta.
MUCHACHA: Confiscada. Ahora su problema es problema del gobierno. Tenga. (Le entrega un montón de papelitos de colores.)
GASTON: ¡Uuuórale! ¡Bonos del Fobaproa!
Baja un pequeño telón que representa un tablero para jugar Turista.
MUCHACHA: Y ahora (le acaricia, coqueta, la barbilla a Gastón), ¡a seguirse divirtiendo, amiguitos! (Vase.)
GASTON (al juez): ¿Jugamos? (Su actitud se vuelve infantil.) Pido ser el Muchaoreja.
JUEZ: Y yo pido ser Cabal Peniche.
GASTON: No, también soy Cabal Peniche.
JUEZ: Entonces pido ser Hank.
GASTON: No, yo también soy Hank.
JUEZ: Entonces pido ser Lankenau.
KID: Y yo Jorge Campos.
GASTON: Yo también soy Lankenau, yo también soy Jorge Campos, y tú (dice a Kid), ¡tú no juegas! Y tú (dice al juez), tú eres el Banco de México, ¿sale? Voy. (Saca unos dados y tira sobre la mesa.) ¡Ocho! Mmmh, ¡compro todos los hoteles y todos los restaurantes de Cancún, Ixtapa y Huatulco!
JUEZ: Sí, chucha, cómo no. ¿Con qué dinero?
GASTON: Pero cómo serás buey. ¡Pos con bonos del Fopabroa, mano! (Hacen la transacción intercambiando papelitos.) Y ahora vuelvo a tirar. ¡Doce! Mmmh, ¡compro todos los bonos del rescate callejero y todos los bonos del rescate de Gutiérrez Barrios.
Intercambian más papelitos y siguen jugando, ahora en silencio, mientras Kid camina a proscenio y dice:
KID: De este modo, acumulando bonos del Fopabroa, de 1995 a 1998, don Gastón de Gorra y de Rocha acumuló 67 mil millones de dólares, o 552 mil millones de pesos, a razón de 350 mil pesos por cada hora de cada día, incluyendo sábados, domingos y días festivos...
(La semana próxima: La cartera vencida)
*Con información de Rafael Barajas, El Fisgón