Objetivo ``diplomático'', observar número de tropas y equipo instalado
David Aponte Ť El personal del Pentágono adscrito a la embajada de Estados Unidos ha solicitado al gobierno de México permisos para realizar visitas y observaciones a las bases del Ejército Mexicano desplegadas en Chiapas -entre ellas la zona de Tuxtla Gutiérrez, Rancho Nuevo y otras cercanas a la zona del conflicto- con el interés de tomar nota del número de efectivos y el equipo instalado en la entidad.
Ya en algunas ocasiones las autoridades del Ejército Mexicano han accedido a los requerimientos de sus contrapartes estadunidenses. Los agregados militares extranjeros acreditados en la misión diplomática de Washington han ingresado a las fortificaciones de las fuerzas armadas de nuestro país en Chiapas, de acuerdo con informes recabados por este diario.
Durante la última semana de julio del año en curso, el agregado militar adjunto, mayor Thomas Gillen, y la sargento de primera clase, Elizabeth Krug, entraron a las instalaciones de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) en Tuxtla Gutiérrez, para observar los movimientos de las tropas y el equipo instalado en esa importante unidad castrense.
Los miembros del Departamento de Defensa de Estados Unidos solicitaron información sobre el número de efectivos desplegados en Chiapas, con la idea manejada desde Washington de que tres cuartas partes del Ejército Mexicano están desplegadas en la entidad con motivo del conflicto que se inició en 1994.
Sin embargo, los elementos del Pentágono no pudieron entrar a la base de Rancho Nuevo, ubicada en las inmediaciones de San Cristóbal de las Casas y atacada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional los primeros días de enero de 1994, ni a otras cercanas a los municipios de Altamirano y Ocosingo, instaladas con motivo de la declaración de guerra formulada en contra del gobierno federal.
La agregaduría militar de la legación de Estados Unidos en nuestro país ha solicitado el ingreso de personal del Departamento de Defensa a las instalaciones militares mexicanas en Chiapas, con el propósito de observar el despliegue de las tropas y del equipamiento en la zona de conflicto.
Recientemente los militares estadunidenses pidieron autorización para entrar a las bases de Tuxtla, Rancho Nuevo y la zona de los Altos de Chiapas. La Sedena negó el acceso de Gillen y Krug a las instalaciones ubicadas en el área de conflicto y únicamente autorizó el ingreso a la base militar de la capital del estado, según los datos obtenidos por este diario.
Las autoridades militares mexicanas negaron a los estadunidenses el acceso a las bases militares ubicadas en los Altos y la zona de la Selva, bajo argumentos de ``seguridad militar''. La parte mexicana reservó su derecho de mostrar las cifras del personal y el equipo militar desplegado en esa región de Chiapas.
Con el interés sobre el conflicto y la evolución de las tropas y equipamiento del Ejército Mexicano, el personal militar asignado a la embajada de Estados Unidos ha realizado nueve viajes de menos de cinco días, cada uno a territorio chiapaneco en los últimos 12 meses, según datos oficiales de la propia legación extranjera.
Los agregados militares estadunidenses han efectuado por lo menos el doble de visitas a Chiapas en los siete primeros meses de 1998, en relación con el número de viajes del año pasado. ``Como parte de sus tareas regulares y rutinarias, visitaron Chiapas nueve veces en los últimos 12 meses'', según la embajada de Washington.
El tema de las visitas de los agregados militares estadunidenses a la entidad chiapaneca, llegó a los medios informativos con la retención de Gillen y Krug en la comunidad de Los Plátanos, municipio El Bosque, ocurrida el domingo 26 de julio. Los militares fueron detenidos por miembros de esa comunidad con la intención de revisar sus valijas diplomáticas.
``El agregado militar adjunto y la sargento de primera clase viajaban por Chiapas a bordo de una camioneta Chevrolet Tahoe, propiedad del gobierno de Estados Unidos con placas diplomáticas. Cuando visitaban la comunidad de Los Plátanos, los habitantes del lugar, aparentemente recelosos de los extranjeros, insistían en inspeccionar el contenido de su vehículo. El mayor Gillen y la sargento de primera clase Krug no permitieron la inspección explicando que, como parte del personal diplomático, sus personas y sus posesiones no estaban sujetos a ser inspeccionados'', expuso la embajada en un comunicado fechado el 28 de julio.
El hecho generó diversas polémicas. Por un lado, el Pentágono aseguró que el personal militar estadunidense había sido retenido por ``grupos paramilitares afines al PRI''. El nuevo embajador Jeffrey Davidow salvó el problema con el argumento de que el Departamento de Defensa ``cometió un error'' con esa afirmación.
Por otro, la cancillería mexicana y la embajada estadunidense entraron a un debate sobre la necesidad de que los militares extranjeros informen con anterioridad sobre sus viajes a Chiapas. Las partes decidieron respetar el contenido de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, en el ámbito de la libertad de tránsito del personal acreditado en las misiones.
Más adelante, los representantes de México y Estados Unidos llevaron el debate al terreno de que si la Sedena sabía o no del viaje de los agregados militares de Estados Unidos. La embajada aseguró que sí daba la información ``por cortesía'' y la Defensa afirmó que no tenía detalles del itinerario de Gillen y Krug.
Sin embargo, ninguna de las partes dio a conocer a la opinión pública que los elementos del Pentágono han solicitado el ingreso a las bases militares mexicanas ubicadas en Chiapas y, mucho menos, que la autoridad nacional ha permitido la entrada de los militares extranjeros a sus fortificaciones en aquella entidad.