En las elecciones para gobernador y diputados locales en Veracruz el gran ganador fue el PRI y los grandes derrotados fueron Ignacio Morales Lechuga y el PRD. El PRI recuperó cerca de 90 de los 108 municipios perdidos en las elecciones municipales del año pasado, y de 24 diputaciones de mayoría en disputa obtuvo 21. Estos hechos tendrán consecuencias importantes de cara a las elecciones del año 2000.
Miguel Alemán obtuvo una votación cercana a los 950 mil votos, lo cual significa un incremento de casi 10 por ciento respecto a la votación que obtuvo el PRI en las elecciones municipales pasadas. Sin embargo, esta cifra es mucho menor a la de un millón 200 mil votos que obtuvo el propio Alemán en 1991, cuando consiguió la senaduría por Veracruz. Puede considerarse que, dada la inversión impresionante e incuantificable que realizó el PRI en las elecciones de gobernador, la votación final obtenida por Alemán no deja de ser baja, reflejando el voto duro del PRI. En la elección de diputados, el partido oficial obtuvo solamente 870 mil votos, lo cual indica que Alemán fue mejor visto como candidato.
El gran derrotado es el PRD, partido que había obtenido en las elecciones municipales anteriores 677 mil votos, mientras ahora sólo logró 380 mil en la elección para diputados y 340 mil en la votación para gobernador. El voto diferenciado refleja un cierto rechazo popular a su candidato a gobernador. El PRD quedó limitado a su voto duro, que representa, de acuerdo con las tendencias, 17 por ciento del electorado. El PRD sólo obtuvo una diputación de mayoría, en Coatzacoalcos.
La situación es peor todavía para Ignacio Morales Lechuga, quien no logró alcanzar los 100 mil votos, mientras que los partidos que lo postularon (PT y PVEM) lograron 125 mil en las elecciones para diputados. Esto indica que el prestigio de Morales Lechuga fue irremediablemente dañado por el veto del grupo cardenista a su candidatura, por lo cual el público dejó de considerarlo un candidato viable.
Por su parte, el PAN logró aumentar sustancialmente su votación, obteniendo casi 550 mil votos para su candidato a gobernador, a quien el público consideró el único candidato relativamente viable, pero 30 mil votos menos para sus candidatos a diputados. Estas cifras le permiten al PAN ganar dos diputaciones de mayoría (Veracruz y Boca del Río) y consolidarse como la segunda fuerza electoral en el estado, con cerca del 27 por ciento del voto.
El triunfo de Miguel Alemán fue facilitado por el pésimo manejo que el PRD hizo del proceso de designación de su candidato, lo cual redundó en un sonado fracaso electoral que pone en duda las posibilidades de recuperación de este partido de cara a las elecciones presidenciales.
Que el triunfo de Alemán no fue tan completo como se presuponía lo demuestra el hecho de que la abstención no disminuyó, sino que siguió manteniéndose cercana a 50 por ciento del electorado. Por tanto, el factor relevante en estas elecciones ha sido la caída del voto del PRD. El hecho de que la Convergencia Democrática de Dante Delgado no actuara en conjunción con el PRD, como lo había hecho en las pasadas elecciones municipales, no parece haber sido un factor determinante en este proceso, pues el PRD contó con una maquinaria electoral formidable y de facto parte de los dantistas ayudaron a la campaña del PRD.
En Veracruz el PRI volvió a actuar como el viejo partido dinosáurico que es. De acuerdo con el reporte de la Alianza Cívica Veracruzana, los medios de prensa le otorgaron alrededor de 60 por ciento del espacio y las imágenes y reportajes le fueron siempre favorables. En los noticieros de televisión local el tratamiento fue similar. Pero lo más grave es el hecho de que la Comisión Estatal Electoral no pudo (y tal vez no quiso) llevar un control real sobre los costos de campaña, lo que permitió al PRI llevar a cabo una campaña costosísima que condujo a una competencia totalmente inequitativa.
La lección más relevante de este proceso es que el PRI no estará acabado mientras los partidos de oposición no sean capaces de proponer candidaturas viables y mientras no se logre alcanzar un verdadero control de los gastos de campaña, el cual es el factor que encierra el secreto de la sobrevivencia del PRI.