Alejandro Ordorica Saavedra
Fobaproa-DF

El Fobaproa es hoy un problema de la más alta prioridad nacional, pero tiene también gravísimas implicaciones en la propia capital de la República.

La falta de información sobre este asunto nos impide, por ahora, conocer con precisión su conformación global, así como cada uno de sus segmentos, según se quisiera clasificarlos por tipo de deudores, dimensión del monto o división territorial, como podría ser el caso del Distrito Federal.

Pero aún así podemos inferir algunas consideraciones sobre estas realidades funestas.

En términos del monto hasta ahora reconocido y que representa aproximadamente 550,000 millones de pesos, seguramente una parte mayoritaria tiene que ver con empréstitos generados en la ciudad de México. Un ejemplo sería el caso del World Trade Center.

De igual manera ocurre en el caso de las empresas deudoras, muchas de las cuales sólo tienen oficinas en la capital o aquí ubican su razón social. Y ya no digamos los bancos mismos, con sede principal en el DF.

Así también, por lo que se refiere a los deudores menores de la banca, es decir, el ciudadano medio que tiene su cuenta bancaria endosada a débitos en tarjeta de crédito o de carácter hipotecario, así como los pequeños comerciantes o microempresarios están concentrados en esta ciudad.

Por lo mismo, las protestas legítimas se hacen sentir cada vez con mayor fuerza y beligerancia en esta urbe, como la marcha carnavalesca que con gran imaginación, creatividad e impacto social organizó El Barzón este sábado pasado en el centro de la ciudad.

¿Qué no tenemos derecho a saber de estos asuntos quienes aquí nos tocó vivir (¡Salud Cristina Pacheco!), y conocer cómo afecta a nuestra ciudad, quiénes son estos deudores, cuánto deben, porqué lo deben y cuándo y cómo van a pagar? Queda claro que el caso atañe más que al secreto bancario, al derecho a la información.

En todo caso, el Fobaproa tendrá que resolverse como un todo, pero la solución implica también analizar sus partes y, en este sentido, el Distrito Federal es altamente significativo y bien puede ser un punto de partida para diagnosticar mejor, definir posibles alternativas y aplicar soluciones.

Sin embargo, el gobierno sigue empecinado en negar la información y tal parece que su apuesta política es ganar tiempo para que los partidos de oposición no hagan causa común o buscar una alianza exclusivamente con el PAN, aislando al PRD y evidenciando un supuesto radicalismo.

Ya el Partido de la Revolución Democrática dio a conocer una amplia relación de deudores del Fobaproa para subsanar este vacío informativo. Ahora seguramente sus legisladores encontrarán soluciones, formularán propuestas y hasta desarrollarán su propia iniciativa de ley, pues si sólo se queda en denuncia, el riesgo es que se distorsione como un acto de demagogia coyuntural, que decline por desgaste el interés ciudadano o que frustre el ánimo comunitario ante la inexistencia de salidas razonables.

Se trataría en realidad de conseguir una depuración de esta enorme deuda, renegociar con los bancos, reducir sensiblemente el monto del adeudo y especialmente prestar apoyo a aquellos deudores con montos relativamente bajos en la banca.

El fin último debiera apuntar a que no se convierta en una deuda injusta para los mexicanos; que se impida la impunidad de quienes, por ineptitud o corrupción, abultaron este endeudamiento, y que los ciudadanos tengan un apoyo pleno para efectos de poder cumplir con los empréstitos adquiridos.

Si como lo estamos atestiguando en muchos casos, bancos y deudores mayores se rehúsan a pagar, se propagaría la ``cultura del no pago'' y, por lo mismo, no podrán exigir a los demás que paguen, incluyendo a los que lo están haciendo.

El peligro mayor de un desacuerdo podría tener como el más cercano e inmediato detonante al propio Distrito Federal. Urgen entonces soluciones, voluntad de rectificación y visión constructiva para superar este enorme hoyo financiero y sentar nuevas bases que permitan el surgimiento de un sistema eficaz, probo, justo e impulsor de la economía nacional, que tendría en la ciudad de México un eje fundamental.