Marcos Winocur
Más sobre el psicofut

Siempre, el fut. No se acaban los ecos del Mundial cuando ya el torneo nacional de invierno abre sus puertas. De estar todos unidos tras la camiseta verde de la selección, pasamos cada uno a bregar por su equipo. De uno u otro modo, el fut, ese masivo consumidor de las energías, ese fiel de la balanza para decidir quiénes son los mejores, siempre el fut. Hace parte de las competencias deportivas ocupando en nuestro país un lugar abrumadoramente mayoritario. Allí, al centro de los cerrados combates por las perfecciones: el mejor fut, la mejor jugada, el goleador, el mejor gol y, en definitiva, el equipo ganador de los encuentros y luego del campeonato. Al ciudadano le significa más el triunfo de su camiseta que el del partido político por el cual vota; solamente y dentro de ciertos sectores del público, los cantantes o las estrellas de cine logran hacer palidecer a los astros del fut. Siempre él, una fábrica de sueños al alcance del anónimo hombre de la calle.

Un ejemplo: los argentinos perdieron la guerra contra los ingleses y las islas Malvinas continúan en manos de éstos; no importa, los argentinos mandaron a casa a los rubios hijos de... Albión en el Mundial de fut, y eso no sólo les sirve de consuelo sino mucho más: vale tanto como haber ganado una nueva guerra de las Malvinas.

Así, pues, el fut.

Y bien, otra vez estoy sentado frente a mi amigo Erasmo, capuchinos de por medio. Está molesto.

--No te autoricé a que me balconearas ni mucho menos que te sirvieras de mí para hacer una nota.

--¿Te refieres a la publicada en La Jornada sobre Psicofut? Perdóname, no volverá a suceder, en adelante no reproduciré ni uno solo de tus comentarios.

Y diciendo esto, llevo mi mano a la altura de la panza a lo Napoleón, y disimuladamente pongo en marcha la grabadora que llevo entre la ropa.

Erasmo se ha distendido y retoma su tema, el fut. Lo hace cuando lo provoco.

--¿Sigues pensando que Hernández falló un psicogol ante el portero alemán y entonces todo se vino abajo?

Sonríe y dice:

``Hay algo que nos ha pasado por alto, pero también a otros, se trata de las declaraciones que Hernández hace tan pronto concluye el partido contra el equipo Alemania...

--¿Dijo ute libech von der kerkov unt ube siler hunt, para que lo entendieran los teutones?

--Y eso ¿qué quiere decir?

--Quiere decir chinguen su madre, cabrones.

--No --y esbozó una sonrisa--, aunque tal vez lo pensó. Lo que dijo fue: ``no es tiempo para malinchismos. Hay que unirnos''.

--¿Y eso cómo se entiende? Suena como consigna política.

--Me figuro que con malinchismos se refiere a reverencia ante los otros equipos, los que sí saben jugar, no como nosotros, y especialmente ante los teutones vencedores, así lo veo.

--¿Y unirnos?

--Unirnos los mexicanos tras el equipo y el entrenador, y esto dicho al momento de ser eliminados, se proyecta hacia el 2002. Es una continuidad, la batalla no termina en 1998 ni tampoco ha comenzado ahora. ¿Sabías que durante una etapa de 32 años no ganamos un solo partido en los mundiales de fut? Venimos de cero, rompimos esa mala y larga racha para alcanzar el nivel de octavos de final. No es suficiente, lo sé, pero es infinitamente más que aquellos negros comienzos. Claro, resulta como el vaso medio vacío o medio lleno, según lo vea un pesimista o un optimista; y ese modo de ver es parte de la decisión que a todos toca: expulsar los fantasmas del pasado, permíteme que insista. Nos debemos al lema de las Olimpiadas: más alto, más fuerte, más rápido, siempre, en el fut, rendir más, no hay de otra.

La conversación con mi cuate ha llegado a su fin. Pagamos los capuchinos y nos levantamos. Erasmo recoge un libro de la mesa, alcanzo a ver su título, es un clásico, se llama Elogio de la locura.

Cada uno se marcha por su lado y mientras camino, solo, sigo pensando.

¿Por qué hemos resucitado el tema, si el Mundial ya pasó? En mí influyeron, ahora me doy cuenta, noticias deportivas leídas poco después del campeonato. La derrota en la Copa Davis ante el equipo de Bahamas, ``no hay excusa, ninguna excusa'', declaró el capitán. Y luego, el accidente de Adrián Fernández, el único mexicano bien clasificado en la competencia mundial de fórmula cart, quien había logrado muy buena colocación, con el saldo de tres muertos y varios lesionados. Y para terminarla de amolar, la escaladora mexicana Karla Susana Wheelock, a punto de ser la primera latinoamericana en alcanzar el techo del mundo, el Everest, se quedó ¡sin cuerda cuando estaba junto con sus compañeros a 80 metros de la cima! Malas noticias y, para peor, juntas. Pero la escaladora supo reaccionar y declaró a la prensa: ``Fue curioso leer y escuchar en algunos medios que eso (quedarse sin cuerda) sólo le podía pasar a un mexicano (...) no se vale esa mentalidad de que a nosotros siempre nos pasa todo lo malo, porque no es cierto''.

En ese sentido van estas líneas e insistencia en el tema, cuando, como de encargo, llega la noticia del tiempo mexicano en el pentatlón moderno por equipos, mientras esperamos los resultados de los Juegos Centroamericanos y del Caribe que se desarrollan en Maracaibo. Como dice el refrán: ayúdate, que Dios te ayudará.

Y perdone el lector, me marcho, mi cuate Erasmo debe estar buscándome armado de un palo.