La Jornada 21 de agosto de 1998

El graffiti, código encriptado que de pronto surge entre las sombras

Karina Avilés Ť Una mañana de cualquier día, sobre la barda que se ubica en la esquina de avenida Hidalgo y Reforma, la luz matinal puso en evidencia algo que parecía incomprensible para el entendimiento de los transeúntes. Letras torcidas, en colores brillantes, con trazos entreverados sin destino aparente. El graffiti había surgido de la noche.

Habitantes de las sombras, los artistas del aerosol retan, noche tras noche, lo mismo la incomprensión legal, el arte convencional, que las familias y hasta su mismo talento, para dejar huella, constancia de que allí estuvieron.

Andan en las alturas al igual que en los subterráneos de esta ciudad, que duerme después del caos cotidiano; la noche forma parte de su obra; los artistas del graffiti lo son también de la oscuridad, pues inmersos en ella pintan de memoria, en sólo minutos y bajo la tensión de no ser descubiertos.

En su mayoría, son jóvenes que han creado sus propios espacios de expresión entre bombas de agua, anuncios espectaculares, túneles del Metro o bardas, pero más bien, en la marginación de sus barrios. Por ello deambulan por toda la ciudad marcando sus territorios, ``es como el orín del perro. Estuve aquí, éste es mi lugar'', dicen. Y aunque unos pueden pintar en territorio de otros, la ciudad, sobre todo en su parte oriente, parece cuadricularse en crews o tripulaciones de graffiteros integradas desde tres hasta más de 80 personas.

Una fuerte presencia de los grupos puede verse en zonas como Iztapalapa, donde están las crews ERA y LEP, o en ciudad Neza con firmas de grupos como DEK, PEC y ERA. Otra crew es el CHK (los chicos odian a la policía), una de los más grandes de la ciudad, que pinta en Pantitlán y Neza.

Otras son TNT (Tribu Nueva Tenochtitlan), con obra en Aragón, y la AMX (Artistas Mexicanos Extremos), cuyos miembros pintan por toda la ciudad, pero especialmente en ciudad Nezahualcóyotl, Iztapalapa y Aragón.

El riesgo y el sabor de lo ilegal

De esa manera, en las bardas o en ``cualquier espacio rayable'', los graffiteros expresan ``una forma de sentir, y decir a la sociedad que estamos presentes'', señala Yuka, integrante de la CHK y uno de los más reconocidos entre las crews.

Para entender el graffiti, explica, hay todo un encanto entre el riesgo y el sabor de lo ilegal: ``en los espectaculares, corres el peligro de caerte; en los túneles, de electrocutarte; en el Metro, de que te atropellen los vagones''. Cuanto más riesgoso sea el lugar donde se pinta, más valor adquiere la obra, asegura.

Tal vez por ello, Loto, novia de Yuka, advierte que tiene inconvenientes ser la pareja de un grafittero, porque además de que cuando se hace popular, ``las chavas se le lanzan, hay que tener sangre fría para aguantar las presiones de hacer una obra''.

Pero no sólo la adrenalina es vital, el graffiti queda envuelto por una suerte de magia entre los miembros de una crew o de los mismos oners, que son los artistas solitarios. Armando Vallés, oner de 17 años, estudiante de preparatoria, explica que los que tienen crews van captando el trabajo de los oners, y si son buenos los invitan al grupo.

``Lo que cuenta es la calidad'', señala por su parte el Señor Niuk, quien dice ser el primer artista de graffiti en México. Entre los creadores de dicho arte, explica, existen categorías: los que hacen el tag, que es sólo una firma; los que hacen vomitados (también conocidos como bombas), que son letras redondeadas como si fueran burbujas; los que realizan piezas, ``que por lo general son un nombre y pueden ir con alguna imagen o caricatura'', y los que se dedican al mural y cubren toda la pared.

El artista plástico Felipe Ehrenberg explica que ``son códigos encriptados''. El hecho en México ``no ha tenido esa agresión tan grande --como ha sucedido en otros países o en ciudades como Nueva York--; ha sido una expresión tranquila, que ofende a ciertas buenas conciencias''.

Y añade: ``la superestructura del arte culto siempre ha sido muy renuente a la aceptación de nuevas expresiones'' y, por otro lado, ``por muy homogénea que parezca la ciudad, se constituye de miles de partes; los urbanos no se mezclan con los grupos indígenas, de la misma forma que hay una enorme desconfianza de los que viven en San Angel con respecto de los que habitan en otra zona menos cara. Ninguno tiene por qué reconocer al otro si ya tienen sus espacios''.

Los comienzos

Los primeros graffiti aparecieron en México en los años setenta, aunque la década de los noventa marca un auge en la expresión, según coinciden especialistas y graffiteros.

Una de las grandes influencias se dio cuando el Consejo Popular Juvenil llevó a artistas de Los Angeles a ciudad Neza y a Santa Fe, a principios de esta década, quienes pintaron grandes murales, entre ellos, el graffiti que se ubica en la esquina de Reforma y avenida Hidalgo. Durante su estancia, ``les enseñaron la técnica y se llevaron a algunos a Estados Unidos, por lo que se inició un intercambio'', recuerda el Señor Niuk.

Otra de las influencias fue la película Sangre por sangre, ``en la que extrañamente no se ven graffitti, pero los jóvenes comienzan a interesarse por la cultura chicana, de tal manera que investigan sobre sus formas de vestir, su lenguaje, el arte chicano, y descubren por esa vía el graffitti.

Pero el primer empuje, dice el Señor Niuk, fue la película Ritmo en las calles, ``que habla del hip-hop, un movimiento cultural urbano que en el arte visual se expresa mediante el graffiti, en la música por medio del rap, en el baile con el break dance y en la poesía mediante los mc«s, que es la gente que hace rimas para el rap''.

Sin embargo, el hip-hop llegó a México fraccionado, porque en un principio solamente llamó la atención el break dance y sólo con posterioridad comenzó el interés por el graffiti, apunta.

La búsqueda

No hay un buen graffitero que no haya sido perseguido por los superhéroes, los puercos o las placas, como llaman a los policías en el medio.

``En una ocasión fui a hacer unas bombas de ilegal a una fábrica, para mi sorpresa, cuando acabé ya me estaban esperando los policías. Brinqué una reja, para de ahí arrojarme a la avenida; por poco me atropellan. Pero a mis amigos les quitaron pinturas, botes, relojes, gorras y dinero. Por supuesto, fueron a dar a la delegación'', narra El Peso, miembro de la crew M2TWS.

La persecución en muchas ocasiones se convierte en agresión, ``por eso voy a estudiar derecho, para sacar a mi novio de la cárcel'', dice Loto, quien también habla del menosprecio que existe en el medio hacia las mujeres que hacen graffiti: ``hay machismo; es común que digan: `si es ruca no sabe pintar'. Y si hay menos artistas mujeres es por el riesgo que implica''.

De cualquier manera, hombres, mujeres y niños muestran un especial interés en dicho arte:

Felipe, de 14 años, cuenta: ``cuando entré a segundo de secundaria, veía que mis amigos ponían un placazo; sigo en segundo, porque reprobé, pero para mí pintar significa también estar con los amigos, ver qué están haciendo''.

Por su parte, Rasheny Lazcano, también de 14 años, habla de los problemas de incursionar en el graffiti a temprana edad: ``más que todo, depende del tipo de papás que tengas; soy el único hombre en mi casa, donde todo es rosa. Pero allí, en los departamentos, me pongo a pintar''.

En México, el arte del graffiti mantiene un desarrollo que, aunque ha integrado estilos del exterior, está en la búsqueda de un estilo propio: ``Yo no rayo las paredes, hago el amor con ellas'', afirman.