La Jornada 25 de agosto de 1998

En ese nivel, 8 de cada 100 reprueban, 3 desertan y 20 no llegan a secundaria, indican cifras oficiales

Claudia Herrera Beltrán Ť A Martha se le ocurrió contar los lugares vacíos en la fila del sexto B. Hace cinco años, cuando ingresó a la primaria, estaban Alejandro, Dora, Martín... el primero reprobó y está en quinto grado, su amiga desertó para ayudar a su mamá en un puesto de comida, y de los otros no sabe, quizás ya no viven en la colonia.

Martha pertenece a los 23 millones de estudiantes de prescolar, primaria y secundaria que ayer regresaron o pisaron por primera vez el salón de clases, pero hay otro grupo que este lunes no lo pudo hacer y que integra la estadística de niños sin escuela, reprobados o desertores.

Aunque este ciclo escolar son 102 mil 700 alumnos de educación básica más que el anterior, las cifras oficiales indican que más de un millón y medio de mexicanos entre 6 y 14 años no tienen acceso a la escuela y en primaria reprueba 8 por ciento, deserta cerca de 3 por ciento y menos de 20 por ciento ingresa a secundaria.

``Fue una mañana caótica'', dijo una de las madres que acudió a la primaria República Española y que se sumó a la masa de padres que acompañaron a casi 2 millones de niños y adolescentes a su primer día de clases en el Distrito Federal.

Después de seis semanas de vacaciones, muchos niños vieron de nuevo el amanecer. Desde las seis o cinco de la mañana comenzaron a alistarse: uniformes; mochilas repletas de cuadernos y libros, y desayunos dispuestos en la mesa, si hubo oportunidad o tiempo.

Lo siguiente, un ir y venir de autobuses, automóviles, microbuses, vagones del Metro llenos. Era la ciudad de México congestionada por la preocupación de cientos de miles de madres y padres capitalinos por no fallar a la primera cita de sus hijos a la escuela y de decenas de miles de directores, supervisores y maestros dispuestos a iniciar el ciclo escolar.

A la escuela primaria de la colonia Viaducto, donde se inauguraron los cursos en la capital del país, los padres comenzaron a llegar desde las 7:30 horas; atrás había quedado la calzada de Tlalpan y otras muchas repletas de coches, minutos de angustia, discusiones, regaños y para pocos, la tranquilidad.

Así, uno tras otro fue llegando al zaguán de la escuela y luego vinieron las despedidas, la entrega del refrigerio, las recomendaciones, el no vayas a portarte mal, si llego tarde me esperas; algún berrinche de novato y, finalmente, los niños tras las puertas de los salones.

Como si hubieran pasado años, los infantes se mostraban inexpertos en la formación de las filas. La maestra repetía una y otra vez que se mantuvieran en calma, que se portaran serios, que guardaran silencio, pero de nada servía. Adriana continuaba platicando de su falda nueva y Miguel Angel seguía aventándose.

Pero, cuando se escuchó la voz del director dando la bienvenida, muchos callaron y más aún cuando apareció la escolta. De nuevo la posición de firmes, cantar el Himno Nacional y las palabras de ánimo para el año escolar que empieza. ``Cada día serán mejores'', oyeron muchas veces.

Fue un ejército de niños que desde las primeras horas de la mañana se integró a las labores escolares con ilusiones de todo tipo: ``pasar al siguiente año, terminar la escuela, echarle muchas ganas, no tronar materias, ver a mis amigas, hacer la tarea, pasar los exámenes''.

En su estreno como alumna de primaria, Florencia, de seis años, no se muestra inexperta. Todo lo contrario, dice que la escuela es muy bonita y que le gustan las matemáticas. Y de las palmeras que ro-dean el patio de la escuela se queda sorprendida: ``¡se ven bonitas!'', exclama.

Ya en el salón de sexto año, en el segundo piso del centro escolar, el profesor Francisco Espino comenta que al principio se dedicará a platicar con los ``muchachos'' para darles confianza y como un deseo repetido desde hace seis años -cuando se inició como maestro- quiere que ``todos los chicos'' aprueben.

Pero, no es fácil, comenta mientras hace un conteo de sus alumnos y recuerda que del grupo de primer grado que atendió se han ido quedando en el camino como unos veinte, entre los reprobadores, los que abandonaron repentinamente la escuela y los que se cambiaron de casa.

De pronto, se rompió la aparente calma de su grupo: varios alumnos que andaban de pasillo en pasillo se asomaron y preguntaron si allí estaba el profesor Francisco. Sí, contestaron al unísono los nuevos compañeros de banca.


María Esther Ibarra Ť El sistema educativo medio y superior atraviesa por una crisis crónica que ha cerrado sus puertas a miles de jóvenes en edad de estudiar, además de que se convirtió de manera vertiginosa en un espacio que refuerza la marginación, la segmentación y la frustración profesional, ya que la tasa de atención no llega a 60 por ciento en el bachillerato y a 18 por ciento en el nivel universitario, afirmó la senadora priísta Elba Esther Gordillo.

A su vez, Armando Chavarría Barrera, presidente de la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados, aseguró que en todos los niveles se resienten los efectos de los desvaríos y fracasos de la política educativa gubernamental, al grado que el país ``no puede con la carga de analfabetos funcionales, niños y jóvenes inmersos en esa catástrofe de la educación básica''.

En tanto, Rigoberto Nieto López, presidente de la Comisión de Educación de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, criticó que las autoridades educativas hayan disminuido la matrícula, cerrado grupos y turnos en las escuelas formadoras del magisterio -la Nacional de Maestros y la Normal Superior-, las cuales de tener 10 mil inscritos actualmente apenas atienden a mil 200.

Ponentes en el primer Foro Metropolitano sobre Educación Media y Superior, organizado por la Fundación para la Democracia y efectuado en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, los legisladores coincidieron en demandar que el gobierno modifique su política educativa en todos sus niveles, otorgue mejores presupuestos al sector y genere alternativas, en particular, de enseñanza a la población rural e indígena, tradicionalmente marginada de los beneficios educativos del país.

Para Gordillo, ex líder del magisterio, son válidas y legítimas las críticas a la calidad, la eficiencia, el bajo impacto social y la pertinencia de la educación media superior y superior, particularmente de las instituciones públicas, derivadas de fallas de planeación y de las crisis recurrentes en otros sectores del país. Advirtió que de no modificarse la política educativa del gobierno, ``en los albores del próximo milenio será insostenible'' esa crisis, ya que además los títulos y diplomas de las escuelas públicas estarán totalmente devaluados

Indicó que en la actualidad, entre 85 y 90 por ciento de los alumnos que, a escala nacional, egresan cada año de la educación superior, consiguen un empleo, pero más de 60 por ciento percibe un ingreso de menos de 3 mil pesos mensuales. Y en diez años -estimó- egresarán 2 millones 452 mil alumnos de las universidades del país, de los cuales 70 por ciento (un millón 740 mil) se emplearán en actividades distintas a las que estudiaron.

Para Gordillo el problema también proviene de los otros ciclos escolares, pues con base en las estadísticas de la Secretaría de Educación Pública, señaló, de cada mil alumnos que ingresan a la educación primaria, sólo 80 logran ingresar a la educación superior, y de estos últimos, solamente egresan 37.

``Ello significa que la eficiencia terminal del sistema educativo desde la primaria hasta la educación superior es de menos de cuatro por ciento'', dijo Gordillo.

A su vez, Nieto López, afirmó que la deserción en el bachillerato es de 18.1 por ciento y sólo termina 51.6 por ciento, entre otras razones por los diversos planes de estudio que ``no tienen una justificación sólida y no responden a las necesidades de carácter social''.

Al respecto, el diputado perredista Chavarría Barrera manifestó que los grupos que siempre han sido marginados de los beneficios de una escolaridad continua y ascendente siguen siendo los mismos, pero ``cada vez más depauperados y con menos posibilidades de ascenso en la pirámide educacional''. De tal suerte que -refirió- ``tenemos 18 millones de adultos, dos millones de niños y jóvenes entre los 6 y 14 años de edad y otros 3 millones de jóvenes que se acumulan como rezago estructural a la educación secundaria y superior.