Julio Boltvinik
Cosechando lo sembrado
La creciente y terrible inseguridad física de las personas y bienes, y la nueva crisis económica, son dos caras de la misma moneda. Son dos frutos del mismo árbol: las políticas instauradas por los tres últimos gobiernos. En un fastuoso escenario, el gobierno anuncia la puesta en marcha de un nuevo programa contra la seguridad pública. Casi al final del gobierno. En ninguno de los discursos se asoció la creciente criminalidad con la pobreza y la segregación social crecientes. Las medidas anunciadas, de corte policiaco, no atacarán las raíces fundamentales de la creciente criminalidad. Dos de ellas son la enorme desvalorización del trabajo y la exaltación total del dinero hasta convertir su posesión en el único atributo valioso de un ser humano. Ambas están asociadas al modelo neoliberal implantado desde hace 15 años en el país. Cuando ambos se combinan con la impunidad del criminal, el resultado es lo que describieron en la ceremonia un empresario y una madre enlutada: la inseguridad total.
Para combatir el crimen no basta con reprimir mejor, es necesario ofrecerles opciones a los jóvenes y a los adultos. Es necesario que la política económica ponga en el centro al ser humano. Que el equilibrio macroeconómico sea el del empleo bien remunerado (los salarios prevalecientes no ofrecen ninguna perspectiva a los jóvenes) para todos los que quieran trabajar. En lugar de eso, a la política económica vigente sólo importa el combate a la inflación. Mientras, se volvía a caer la bolsa de valores y el peso continuaba su marcha descendente y tocaba la cifra de 10 por un dólar. Durante los dos últimos años Zedillo, Ortiz y Gurría venían repitiendo cansonamente lo bien que iba la economía. No sólo eramos buenos para resolver nuestros problemas, sino que éramos maestros internacionales. Recordemos cuando Zedillo se puso a darles clases a los japoneses sobre cómo manejar su economía. Se nos dijo hasta el cansancio que la economía ahora era fuerte para resistir embates del exterior y que estaba saneada.
Lo cierto es que ni es una economía fuerte para enfrentar tales embates, como se está viendo claramente ahora, ni está saneada. Resultó que el gigante económico que se había construido tenía pies de barro: el Fobaproa donde además está asomando el barro de la asociación delictiva entre el PRI, el gobierno y algunos empresarios.
En efecto, mediante una maniobra gigantesca e ilegal, como han mostrado diversos analistas -destacadamente Alejandro Nadal-, se había aparentado que el edificio bancario ya estaba bien. En la más rancia tradición de giras presidenciales se pintó la fachada, pero por dentro el deterioro continuaba. Igual que en la escuela de Huixquilucan, en la cual el Presidente no quiso ver las aulas ruinosas y quiso quedarse con la falsa imagen de las fachadas remozadas, tampoco quiso, ni quiere ver, que sus soluciones económicas, sobre todo en cuanto a la banca se refiere, son escenografía pura. Si Salinas no veía no oía a la oposición, Zedillo no ve ni oye los signos de la vulnerabilidad y el deterioro económico.
Así, parece inverosímil que siga viva la campaña gubernamental de loas al Fobaproa, a pesar de que incluso el PRI ha manifestado su desacuerdo parcial con la iniciativa del Ejecutivo. Gastando recursos fiscales, que supuestamente se han vuelto muy escasos después de tres recortes -y que usted y yo pagamos-, se nos endilga una propaganda lamentable que, entre otras cosas, dice que gracias al Fobaproa se salvó el país, sin decir que se ``salvó'' de las consecuencias de las propias medidas gubernamentales. Que las acciones de Banco de México y Hacienda (no sólo los errores de diciembre sino los de antes, de Aspe y Salinas, de mantener anclado el tipo de cambio) son las que llevaron a la incapacidad de empresas y personas de pagar sus deudas, y pusieron en quiebra a la banca, situación en la cual en realidad no ha salido, dado que los pagarés del Fobaproa no tienen valor legal alguno. El Gobierno se asemeja al médico que opera mal al paciente, le produce gangrena y luego le dice que le salvó la vida cortándole la pierna.
Pero aún más grave, las políticas restrictivas del Banco de México de estas semanas han disparado al alza las tasas de interés a niveles tales (30 por ciento o más contra una inflación de 15 por ciento) que llevarán abruptamente a la insolvencia a muchos deudores cumplidos. Desde principios de año la calificadora Moody's ``advirtió que el sistema bancario mexicano seguía sufriendo cierto número de males estructurales que podrían dejar abierta la posibilidad de un padecimiento crónico en el sistema'' (Reforma, 27/08/98). Con las recientes medidas, esta debilidad se agravará rápidamente. Nos dirigimos hacia el Fobaproa II. Cosechando lo sembrado.
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