La Jornada 30 de agosto de 1998

Abogados, nuevos protagonistas políticos en la era de los escándalos

Juan Manuel Venegas y Roberto Garduño Ť En los últimos tres años, en el escenario de los mayores escándalos político-criminales en la historia del país, los abogados dejaron la privacidad de sus despachos y cubículos universitarios para convertirse en protagonistas de la información. Su influencia y actuación determina aún el rumbo de diversos acontecimientos que conmueven a la opinión pública nacional.

Los penalistas han puesto y quitado subprocuradores especiales; litigan en los medios y debaten con la autoridad; son acusados y acusadores, y mediante cartas, desplegados y entrevistas en todos los medios son, prácticamente, los voceros de los políticos, entre ellos del ex presidente de México, y grandes empresarios envueltos en actos ilícitos.

Los reflectores sobre Velázquez

Juan Velázquez, quien presume de conocer ``como nadie'' los expedientes Ruiz Massieu y Colosio, recomendó en su momento a la doctora Olga Islas para que se hiciera cargo de la investigación federal por el homicidio en contra de Luis Donaldo Colosio Murrieta; ante el fracaso de la especialista en derecho, el mismo abogado, gracias a su cercanía con el procurador Antonio Lozano Gracia, puso en esa fiscalía a Pablo Chapa Bezanilla, hasta entonces un oscuro burócrata de la procuración de justicia en el país.

El controvertido penalista -defensor entre otros de Arturo Durazo Moreno, Carlos Cabal Peniche e Ignacio Morales Lechuga- era a finales de 1994, también, representante legal de la viuda del candidato presidencial, Diana Laura Riojas, y de las hijas y esposa de José Francisco Ruiz.

Por esa circunstancia, el mismo Lozano Gracia propuso a Velázquez hacerse cargo de las pesquisas, pero el penalista lo rechazó, comprometiéndose con el procurador panista a buscar a la persona indicada: Pablo Chapa Bezanilla.

En pocos meses, Chapa Bezanilla se convirtió en el fiscal estrella de Lozano Gracia, y a principios de 1995 ``traicionó'' a Velázquez, recuerda con amargura éste. Con engaños, el fiscal convenció al abogado para que trajera a Raúl Salinas de Gortari de un viaje que el hermano del ex presidente de México realizaba por Estados Unidos.

Juan Velázquez era ya entonces el abogado en México de Carlos Salinas de Gortari, al tiempo que mantenía la representación de los deudos de los políticos asesinados en 1994. Y como Chapa acusó a Raúl Salinas de ser el autor intelectual del homicidio contra el secretario general del PRI, Lozano Gracia amenazó al penalista: si intervenía en la defensa del mayor de los hermanos Salinas, lo acusaría de prevaricato.

Y el abogado se quedó fuera del juicio del siglo. Pero siguió cerca de la familia del ex mandatario, especialmente de Adriana y Enrique, al tanto del proceso de la defensa que a lo largo de estos casi cuatro años ha llevado Eduardo Luengo Creel.

Estar fuera del equipo de la defensa no ha impedido a Velázquez aprovechar los reflectores que le han ofrecido los medios de comunicación, y no hay espacio que el penalista deje pasar. A últimas fechas se vio envuelto en otro escándalo: detenido Juan Manuel Gómez Gutiérrez, contador y prestanombres de Raúl, Velázquez se apuntó su defensa y logró su libertad bajo fianza. Esta circunstancia fue aprovechada por el abogado y su cliente, para que éste se diera otra vez a la fuga.

En medio de la turbulencia, de nuevo, la PGR tiene la mira puesta en la actuación de Juan Velázquez, al que ahora se investiga por su presunta participación en operaciones de lavado de dinero, atribuidas a sus dos amigos: Raúl Salinas y Juan Manuel Gómez Gutiérrez.

El tejido fino de la defensa: Luengo

Eduardo Luengo Creel se hizo cargo de la defensa de Raúl Salinas de Gortari desde marzo de 1995. Para el caso del homicidio de Ruiz Massieu, integró su equipo con Raúl González Salas y Roberto Hernández; en el proceso que se le sigue también al hermano del ex presidente por delitos fiscales, se sumó Raúl F. Cárdenas, y para atender la demanda que se presentó contra Paulina Castañón se contrató los servicios de Xavier Olea Peláez.

El trabajo de Luengo Creel se ha caracterizado por las escaramuzas públicas que ha tenido con los procuradores y subprocuradores de la República. Con él, dicen los funcionarios, se inauguró en México la era de los litigios en los medios.

Con Antonio Lozano escenificó grandes debates en los medios. La osamenta en El Encanto, el pago de 500 mil dólares a Fernando Rodríguez González -uno de los testigos de la PGR contra Raúl- y la presentación de pruebas que se le desvanecían a la fiscalía de Chapa Bezanilla, las aprovechó Luengo Creel para desacreditar ante la opinión pública la indagatoria del fiscal.

``Me ha tocado hacer el tejido fino de la defensa'', ha dicho Luengo Creel, siempre atento a las declaraciones, filtraciones y documentos públicos de la PGR. ``Si Lozano no quiere litigar en los medios, entonces que ponga freno a las filtraciones. El procurador no quiere que nosotros opinemos, pero con su actitud lo que pretende es avalar ante la sociedad pruebas que no tienen sustento frente al juez'', dijo en su oportunidad el abogado.

La llegada a la PGR de Jorge Madrazo Cuéllar no cambió el debate público entre la fiscalía y la defensa de Raúl, y Luengo Creel ha protagonizado auténticos agarrones con el subprocurador José Luis Ramos Rivera, quien insistentemente ha llamado a los medios de comunicación a ``dejar de hacerle caso a esos abogados''. En uno de estos debates públicos, el funcionario de la PGR repartió críticas que alcanzaron al juez federal Ricardo Ojeda Bohórquez, provocando la intervención de La Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Muy cercano al trabajo de Luengo está Juan Collado, abogado que se ha hecho cargo de la representación en México de Mario Ruiz Massieu, quien en estos momentos enfrenta un quinto intento de la PGR por extraditarlo a México, ahora con la acusación al ex subprocurador de fomento al narcotráfico.

El glamour de Mariano Albor

Académico, articulista y severo crítico de la PGR, Mariano Albor dejó su trabajo periodístico para hacerse cargo de la representación legal de Carlos Salinas de Gortari, de quien se ha convertido prácticamente en su vocero.

Su más reciente aparición como abogado del ex mandatario ocurrió hace dos meses, cuando demandó al fiscal francés, Patrick Fievet, quien vino a México a recabar información sobre el fraude que cometió el ex director de Aeroméxico, Gerardo de Prevoisin.

La querella del abogado, profesor de filosofía política en la Universidad Nacional Autónoma de México, se debió a que Fievet filtró a algunos medios que la indagatoria que lleva a cabo en su país involucra a De Prevoisin con Carlos, Enrique y Raúl Salinas de Gortari en operaciones financieras supuestamente realizadas para encubrir el enriquecimiento ilícito de Raúl. Albor también es abogado de Gerardo de Prevoisin, detenido en Suiza con fines de extradición a México, y quien aportó ocho millones de dólares a la campaña del PRI en 1994.

El Fobaproa: los empresarios y sus abogados

Uno de los empresarios que mayores escándalos ha provocado en los últimos meses es Angel Isidoro Rodríguez Sáez, El Divino, quien cuenta como abogado con el experimentado José Luis Nassar, hijo del ex director de la desaparecida Dirección Federal de Seguridad, Miguel Nazar Haro -y de quien cambió de su apellido, la z por la doble ss-.

Nassar ha logrado que su cliente tome la ofensiva, aprovechando cada una de sus presentaciones en el Reclusorio Sur para hacer tronantes declaraciones. La última cuando reveló que aportó recursos para el pago de los seguros del personal que trabajó en la campaña presidencial de Ernesto Zedillo, así como el alquiler del edificio que albergó al comité de finanzas zedillista.

Otro empresario en capilla es Jorge Lankenau Rocha, ex presidente del grupo financiero Confía-Abaco. A él lo representan en los tribunales José Gómez Mont y Salvador Rocha Díaz, éste senador del PRI.