Antonio Gershenson
Del efecto tequila... al vodka

Esta vez, el nuevo detonante de la baja de la bolsa y de otro pequeño aumento del dólar fue el efecto vodka, la caída de la bolsa de Moscú y la baja del rublo. Bajaron también muchas otras bolsas, y entre ellas la mexicana tuvo una caída especial. Sin embargo, cada vez es más claro que nadie puede andarles echando la culpa a otros de los problemas de la economía mexicana.

Lo cierto es que la Bolsa Mexicana de Valores está, como tendencia general, a la baja desde principios de este año. Como dijimos anteriormente en este espacio, el ritmo de crecimiento disminuye sin cesar desde el tercer trimestre de 1997, y ya llegó a menos de la mitad del que se había alcanzado. No está demás recordar que este proceso se inició, desde antes de los efectos llamados vodka y dragón, estuvo el efecto tequila, originado en México cuando las devaluaciones de 1994-1995, y que repercutió negativamente en varios países.

Además, las repercusiones son desiguales de un país a otro, y una economía más débil resiente más cualquier cosa que otra más sólida. A la tendencia declinante, de por sí agravada por el hecho de que hay sectores de la población que no se habían recuperado de la crisis de 1995-1996, se agregan tres recortes presupuestales. Estos significan que el sector público retrasa pagos, difiere o cancela obras y adquisiciones y, en suma, que muchas empresas dejan de recibir ese dinero, a veces repercutiendo esto en sus trabajadores.

Sobre ese panorama ya de por sí recesivo, tenemos un espectáculo cotidiano en torno al Fobaproa. No sólo está la labor de la Cámara de Diputados. Varios de los mismos acusados de delitos de cuello blanco lanzan a su vez acusaciones contra funcionarios federales o contra acciones de éstos.

Primero, Lankenau declara públicamente que no era sólo él, que los hechos de que se le acusa eran compartidos por autoridades y otros empresarios. Ahora, Angel Rodríguez, El Divino, lanza acusaciones públicas contra sus acusadores. Todo esto va contribuyendo a contener posibles inversiones, que de por sí no andaban ya muy bien. De modo que lo del efecto vodka es algo así como una lluvia sobre mojado.

Lo del Fobaproa no es pieza menor en este declive económico en nuestro país. Más de 60 mil millones de dólares de deudas que los bancos no podían o, en algunos casos, no querían cobrar, no son poca cosa. De ellos la mayoría está impugnada. Hay dudas sobre funcionarios que hoy tienen puestos federales.

Hoy domingo hay una votación, en parques y jardines de esta ciudad, a favor o en contra de que las deudas del Fobaproa se conviertan en deuda pública. De esas deudas, de las cuales un buen porcentaje debe y puede ser pagado por los titulares, multimillonarios por cierto, la mayor parte ha sido impugnada. La participación en esta votación será una forma que tendrá mucha gente de que su voz sea escuchada.