Puebla, Querétaro y Guadalajara, en la ruta del robo de autos en el DF
Humberto Ortiz Moreno Ť En la capital del país hay una ruta de impunidad que recorre sus calles procedente de por lo menos tres ciudades del interior de la República: Puebla, Querétaro y Guadalajara.
Allá, en talleres ex profeso, está la estructura piramidal de la industria de robacoches y autopartes de origen ilícito --que encabezan Guillermina, alias La Mema, y Arturo Hiroshi Hernández, quien preso y todo maneja sus negocios ilegales--, donde mandan desarmar los automóviles producto del asalto con violencia en el Distrito Federal y los traen en partes para venderlos nuevamente en la extensa red de refaccionarias ubicadas en las delegaciones Iztapalapa y Xochimilco, y en las colonias Ex Hipódromo de Peralvillo, en la zona mejor conocida como La Ronda, y la Buenos Aires, de trágicos recuerdos en el mes que empieza pasado mañana.
Según informes de inteligencia obtenidos en la Policía Judicial del Distrito Federal (PJDF), La Mema es, sin lugar a dudas, la zarina de la pujante actividad ilícita de robo, desmantelamiento y comercialización ilegal de autopartes, permanentemente amparada por sus influencias de alto nivel entre servidores públicos.
Su socio, Hiroshi Hernández, procesado en el juzgado 3o. penal e internado en el reclusorio preventivo norte, la sigue surtiendo con fluidez aun desde presidio. Allá en el rumbo de las Lomas de Chapultepec, el capo acopia las ganancias estratosféricas que genera este negocio. El emporio criminal está identificado.
Desde Querétaro, Puebla y Guadalajara, los vasallos de la organización delictiva desarman los vehículos y los envían en camiones de 3 toneladas y media. Las piezas vienen ya sin números que las identifiquen e incluso con facturas que amparan su supuesta procedencia legal.
Nunca introducen motores, transmisiones ni chasises, que vienen marcados y pueden ser detectados por las autoridades. Todo lo dejan, regularmente, en el estado de Puebla.
La cadena de complicidades entre los hermanos Arturo y Jesús Hernández Hernández con las hermanas Camarillo Chi data de hace por lo menos 10 años. El padre de las mujeres encabezaba la corporación criminal y tenía en su hijo al heredero inmediato. Sin embargo, el vástago al parecer murió y tuvo que dejar a sus hijas en el mando de las empresas.
Las Güeras Camarillo, así conocidas en la Buenos Aires y en La Ronda, se hacen íntimas amigas de La Mema y así comienzan a fraguar planes de fusión con la estructura de Hiroshi y Makoto, como son identificados en el hampa organizada los hermanos Hernández Hernández.
Integrados ya, aprovechan sus contactos de alto nivel y empiezan a desarmar en Puebla los automóviles robados en la ciudad de México, producto de violentos asaltos que en no pocas ocasiones han provocado muertes.
Introdujeron, y siguen haciéndolo, autopartes a la ciudad --medios carros, asientos, cofres, toldos, espejos, etcétera-- en camionetas de tres toneladas y media que desembarcan sus cargamentos en las refaccionarias de Iztapalapa, desde donde son distribuidas a La Ronda y la Buenos Aires por las Camarillo y los Hernández. La Mema se encarga de lo demás. Así ha funcionado, así opera todavía el mercado negro de refacciones robadas.
El rostro de la impunidad
Hace una semana hubo audiencia de confronta en el juzgado 3o. penal y los hermanos Hernández intentaron dar muestra de su poderío criminal. No sólo amenazaron de muerte, desde atrás de la reja de prácticas, a los comandantes Linares y De Anda que los detuvieron, sino que su abogado, Francisco Sodi, a gritos calificó de inepto al juez José Antonio de Alba de Alba y le aseguró que lo ``correría'' del cargo con una denuncia ante el Consejo de la Judicatura.
``Se los vamos a meter'', amagaron Hiroshi y Makoto entre los barrotes.
El impartidor de justicia prefirió retirarse a su oficina sin hacer caso al litigante. Los agentes judiciales exigieron que se asentaran en autos las amenazas de los delincuentes y el secretario de acuerdos al parecer lo hizo sin notificar a los solicitantes.
``Voy a escalar instancias más altas para que lo corran'', insistía Sodi, abogado que defendiera los intereses de la finada lideresa de comerciantes ambulantes del Centro, Guillermina Rico.
Hoy, de acuerdo con los informes de inteligencia policiaca, Hiroshi sigue controlando desde la cárcel el ilícito negocio de las autopartes robadas, ahora extendiéndose hasta Xochimilco.