Después de las elecciones para gobernador y diputados locales en Oaxaca --estado mayoritariamente indígena--, son evidentes, tanto los altos índices de abstencionismo, como el rechazo abierto a un sistema electoral que no responde a las formas y mecanismos políticos de los pueblos y sectores que coexisten en la entidad.
Por citar un ejemplo: en el distrito electoral 20, que corresponde a los Mixes y Choapan, formado por 24 municipios que se rigen por el sistema de usos y costumbres, el nivel de abstencionismo fue de 52.31 por ciento, según datos del Instituto Estatal Electoral. Sólo 47.69 por ciento de los electores sufragó en las citadas elecciones.
En este distrito en las cabeceras municipales mixes de Alotepec y Ayutla no pudieron efectuarse las elecciones por diversas razones. En el primero, supuestamente se ``robaron'' las boletas electorales, aunque poco después fueron recuperadas y la comunidad determinó, por la tensión generada, no llevar a cabo las votaciones. En el segundo, por asuntos de confrontación política con el PRI, la Asamblea determinó abstenerse de toda labor relacionada con elecciones externas.
Los casos anteriores deben movernos a reflexionar sobre las alternativas políticas limitadas que ofrece el sistema político-jurídico mexicano. Sería lamentable que frente a estas diversas situaciones asumiéramos una actitud de indiferencia o de simple condena. Nuestro régimen político no puede reducirse únicamente al régimen de partidos políticos.
En Oaxaca existe un precedente muy importante en cuanto al reconocimiento de los mecanismos propios para la elección de autoridades municipales bajo el sistema comúnmente conocido como ``usos y costumbres'' y que es diferente al sistema de partidos políticos. Debido a esto, en las elecciones para los cabildos municipales de este año, 417 de los 570 municipios oaxaqueños, habrán de elegir a sus autoridades por el sistema de ``usos y costumbres''.
Contrario a lo que afirmaban algunos analistas, el número de municipios que se rigen bajo el sistema de usos y costumbres ha crecido en los últimos años: de 412 en 1995, ha aumentado a 417. ¿Por qué este crecimiento y aceptación en los municipios oaxaqueños? Según datos recogidos por Servicios del Pueblo Mixe, este fenómeno se debe a las ventajas que este sistema ofrece para mantener la armonía y coherencia comunitaria.
Pero la construcción de caminos alternos y diferentes al régimen de partidos políticos no puede ceñirse exclusivamente al ámbito municipal. Frente al alto grado de abstencionismo y rechazo al sistema electoral partidista se requiere explorar otras vías que permitan la participación indígena en las instancias de debate y decisión estatal y nacional.
En algunas regiones indígenas, fundamentalmente en la Sierra Norte --que incluye los distritos de Ixtlán, Villa Alta, Mixe y Choapan-- se han estado discutiendo y construyendo alternativas que permitan la participación indígena en los congresos local y federal por mecanismos propios. En el trayecto de esta inédita experiencia nos hemos dado cuenta de la importancia que pueden jugar las asambleas comunales y municipales, como las bases de decisión y legitimación de nuestros representantes frente al Estado.
El nuevo mecanismo de acceso para la representación indígena en los congresos, debería partir de estas asambleas locales, y a partir de ella constituir asambleas regionales, en donde se definiría dicha representación. Lo anterior significa que en las regiones mayoritariamente indígenas debería darse una redistribución electoral previa, a fin de que dichos distritos sean acordes con la distribución de las comunidades y municipios indígenas.
Para que esta demanda añeja sea posible se requieren profundos cambios constitucionales, legales e institucionales. La primera ventana que alimenta esta esperanza son los acuerdos de San Andrés sobre Derechos Indígenas. De ahí la enorme importancia de su concreción constitucional conforme a la propuesta de la Cocopa. También resultan fundamentales el impulso de estas iniciativas en nuestras regiones, y más concretamente en las instancias de debate y decisión estatales. Pero el camino de la discusión y la construcción de esta alternativa propia está abierta y depende de todos su avance o retroceso para gracia o desgracia de la democracia a la cual aspiramos.