Astillero Ť Julio Hernández López
Es posible que, con la vista puesta en su relevo, Rodolfo Debernardi repitiese la famosa frase con la que advirtió que aún no había nacido el hombre que acabase con la delincuencia en la ciudad de México.
En efecto, y aún teniendo en su favor una capacidad normal para hilar palabras y conceptos, el jurista Alejandro Gertz Manero no aparece de entrada en el escenario policiaco con buenos augurios.
El escepticismo que ha rodeado su designación no proviene, ni siquiera, del tufo grupal que le dejó el hecho de que su máximo acercamiento a nivel importante en la lucha contra la delincuencia se haya dado hace más de veinte años, cuando Luis Echeverría Alvarez era presidente de la República y Pedro Ojeda Paullada procurador federal. Tampoco es causa de esa insipidez la diversidad de tareas públicas que ha emprendido y en las cuales no hay constancia de una vocación arrolladora por los asuntos de la seguridad pública.
Más bien las reservas respecto de su nombramiento parecieran provenir de la sensación de que el doctor en derecho Gertz Manero fue nombrado para una ciudad equivocada y para un momento inadecuado.
Don Alejandro, como lo muestra su currículum, ha transitado sobre todo por la academia (alguna vez fue subdirector de la Escuela de Derecho de la Universidad Anáhuac, catedrático de la UNAM y, hasta el viernes reciente, rector de la Universidad de las Américas), por la mediana burocracia (procurador federal de la defensa del trabajo) y por los terrenos culturales (subsecretario de Asuntos Culturales de la SEP, secretario general del Instituto Nacional de Antropología e Historia).
Un buen instrumento para medir la intensidad y el tenor de las preocupaciones intelectuales del doctor Gertz Manero lo da el título de los libros que, según se dio a conocer el día de su nuevo nombramiento, ha escrito: Antología del pensamiento de John F. Kennedy, Biografía de Guillermo Prieto, La defensa jurídica y social del patrimonio cultural, Proyecto para una nueva ley federal sobre monumentos y zonas arqueológicas, artísticos e históricos y La estadística computacional al servicio de la impartición de justicia...
No es, sin embargo, y justo es decirlo, ajeno a las tareas policiacas: antes fue agente del Ministerio Público Federal, oficial mayor de la PGR, fundador y director del Instituto Técnico de la propia PGR, coordinador de la primera campaña nacional contra el narcotráfico y, desde abril del presente año, presidente del Consejo Consultivo en materia de procuración de justicia y seguridad pública de la ciudad de México.
Un México muy lejano
Pero, salvo este último cargo honorario, el resto de su experiencia en materia de seguridad pública proviene de un México demasiado lejano. De décadas atrás, cuando los niveles de acción y organización de la delincuencia eran tan distintos que parecen de jardín de niños comparados con los de hoy.
Bajo tales consideraciones, pareciera que el secretario Gertz Manero hubiese sido una designación extraordinariamente positiva y bienvenida en otro tipo de ciudad y en otro momento, pero no en la de México, convertida hoy en plaza sitiada por una delincuencia atroz.
Hoy, en esta urbe en estado de guerra entre ciudadanos por un lado, y delincuentes y policías por otro, se requiere un perfil distinto para encabezar las tareas de seguridad pública. Cuando menos, un conocimiento más directo y actual de las cosas, y una relación práctica, directa, con las estructuras policiacas. No bastan, en este momento de extrema crisis, ni los buenos modales ni los títulos académicos: se requiere el conocimiento y el manejo preciso, exacto, de una realidad para cuyo enfrentamiento exitoso no ha nacido todavía nadie, según el diagnóstico del antecesor.
La delincuencia en la calle, las grillas en las oficinas
Pero, y éste es otro punto importante para el análisis del caso, se necesita, sobre todo, una actitud política distinta del grupo en el poder capitalino. No es posible continuar en esta materia tan delicada con las batallas facciosas al interior del gobierno de la ciudad de México, ni con la toma de decisiones al amparo de los rejuegos palaciegos.
Debernardi ha sido, sin lugar a dudas, el nombramiento más dañino que ha hecho el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas. Con él entregó a plenitud la conducción de los trabajos de la procuración de justicia y del mando de los cuerpos policiacos a Samuel del Villar. Los resultados están a la vista: no sólo no disminuyeron los índices delictivos, sino que se incrustó en puestos de mando a secuestradores, violadores, torturadores, ladrones de autos, partícipes en el Batallón Olimpia del 68 e indiciados en diversos casos delictivos. La hermandad, y los rescoldos de Javier Coello Trejo, retomaron el control de los cuerpos policiacos del Distrito Federal.
(Pero, aun con esos malos resultados, a Debernardi no se le manda a su casa -o a comparecer a algún juzgado, diría alguno de sus malquerientes extremos- sino que se le nombra coordinador de la Unidad de Protección Civil, donde irá a encargarse de manejar, por ejemplo, los asuntos de los bomberos a cuyo jefe quiso y no pudo destituir meses atrás. La actitud y las declaraciones de la secretaria de Gobierno, Rosario Robles, al dar a conocer la sustitución y nuevo nombramiento en la SSP ilustran la tendencia a negar los hechos por evidentes que sean. El relevo de Debernardi, dijo Robles, no fue por negligencias o errores, sino como producto de cambios normales en un gobierno de cambio.)
Ahora, con Gertz Manera se tienen condiciones distintas. En primer lugar se rompe la dependencia absoluta que el titular de la SSP tenía respecto del procurador Del Villar. (Recuérdense las insistentes versiones que corrieron el jueves recién pasado de que don Samuel renunciará a su cargo por diferencias con el jefe de gobierno).
El retorno de la civilidad
Otro punto importante es el hecho de que asuma el mando policiaco un civil y no un militar y que ello abra el paso al retorno a los cuarteles de los distintos cuadros castrenses comisionados para atender cargos de seguridad pública en la capital del país.
Con esta decisión se cumplen la letra y el espíritu de las leyes vigentes y se corrige una severa desviación pero, al mismo tiempo, se abre el camino para un incremento coyuntural de la delincuencia, ya por venganzas, enviciamientos o estrategias político-electorales.
En este marco de dificultades es necesario, sin embargo, desearle la mejor de las suertes al doctor Gertz Manero, sobre todo por la salud de esta ciudad de México terriblemente agobiada por la criminalidad, y por el éxito del retorno de los civiles al mando de las policías.
Así es que, parodiando al sub: Bienvenido a la pesadilla...
Astillas: Una buena noticia: no pudo Mario Villanueva imponer a su candidato a gobernador en Quintana Roo. Jorge Polanco Zapata, su delfín, fue declinado. Quedan tres precandidatos oficiales y serán los únicos que compitan en la elección interna: Joaquín Hendricks Díaz, quien era secretario estatal de Promoción Económica (distanciado de Villanueva, cercano al grupo del ex gobernador Miguel Borge), Addy Joaquín Coldwell, diputada federal y hermana del ex gobernador y ex varias cosas de nombre Pedro, y la secretaría general adjunta del CEN del PRI, Sara Muza... En Guerrero, René Juárez fue registrado como candidato por la cúpula del figueroísmo, del que destacaron ni más ni menos que José Rubén Robles Catalán, quien era funcionario con Rubén Figueroa y fue involucrado en el asunto de Aguas Blancas, y Héctor Vicario, actual secretario general del PRI estatal. A nombre de la corriente política del gobernador sustituto, Angel Aguirre Rivero, fue también registrado su primo, Manuel Añorbe Baños...
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