Juan Tonda, Premio Nacional de Divulgación 1997
La ciencia también es noticia
Norma Avila Jiménez
La divulgación de la ciencia enseña a cuestionar, a criticar; a exigir explicaciones sustanciales de los fenómenos naturales; ayuda a entender el funcionamiento de los objetos cotidianos, del mundo y del universo, lo que provoca un placer infinito; contribuye a resolver problemas que afectan al ser humano, como son las enfermedades o la contaminación.
Habla Juan Tonda, subdirector de Medios de Comunicación de la Dirección General de la Divulgación de la Ciencia de la UNAM, y quien fue designado Premio Nacional de Divulgación de la Ciencia 1997. Estudiar la carrera de física, ser editor de libros y revistas, haber escrito más de 100 artículos y ser autor y colaborador de libros relacionados con el quehacer científico, entre otras acciones, se convierten en un cúmulo de experiencias que le permiten afirmar lo anterior.
La difusión científica, subraya, contribuye a salvar vidas ya que, entre otros temas, da a conocer la existencia de vacunas o las medidas para prevenir enfermedades como el sida; incita a ver el cielo más allá de las estrellas cercanas, con miradas en busca del origen, del inicio cósmico, y además ``cumple una función educativa fuera de las escuelas: es el único acceso al conocimiento actualizado no dogmático''.
Su relevancia es tal, destaca, que las grandes cadenas televisivas deberían hacer un compromiso para abrir espacios en horarios triple A dedicados a la clonación, al descubrimiento de agua en la Luna o a informar que el supuesto rostro gigante marcado en el suelo marciano no es más que el resultado de sus depresiones y montañas. ``Por la vía del entendimiento, Televisa y Televisión Azteca deberían admitir lo importante de llevar la cultura al país: la ciencia también es noticia. Y si no quieren hacer el cambio, éste tendrá que darse por medio de la presión, surgirá algún movimiento social''.
Cita el ejemplo del canal Discovery, cuya programación basada en hazañas científicas y artísticas innegablemente atrapa, es vista con atención. ``Existen esfuerzos aislados en Canal 11 o el 22 y en algunas radiodifusoras, como Radio UNAM o la XEW, pero todavía falta invertir más en esa actividad''.
Juan Tonda, quien también fue presidente de la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica en el periodo 1993-95, subraya la importancia que la divulgación de la ciencia adquiere en el planeta. En algunos países ya se imparte como maestría y doctorado, y en México ya se están dando los pasos para lograr eso: se organizan diplomados y en la UNAM es considerada materia optativa en el posgrado de comunicación. La figura profesional del divulgador de la ciencia va abriéndose camino. ``En la Universidad Nacional se estudia cómo evaluar esta actividad en el área académica; eso mismo se necesita hacer en otras universidades del país. El que logre comprenderse lo trascendente de esta labor implica una tarea de hormiguitas.
``Es una disciplina independiente de la investigación y la docencia o la preparación escolar'', acota. Es una vía para la formación integral del ser humano, porque quienes se acercan a ella llegan a sentir placeres infinitos, como el detonado al observar la bóveda celeste -por eso, dice, ``cada vez más jóvenes se interesan en construir telescopios''-; sensibiliza ante los problemas ambientales, lo que incita a proponer soluciones: enseña a cuestionar.
El Premio Nacional de Divulgación de la Ciencia se otorga en memoria de la física Alejandra Jaidar, quien comenzó la colección de libros La ciencia desde México, que edita el Fondo de Cultura Económica en colaboración con la Secretaría de Educación Pública y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.