¡EUREKA!
Colores e identidad cultural
Si no existiesen la capacidad técnica y el conocimiento químico para producir colores, nuestra vida cotidiana prácticamente sería en blanco y negro, como en épocas pasadas. Durante muchos siglos, la obtención de los colores se hizo mediante recursos naturales y minerales como el añil, los caracoles, el lapislázuli, el carbón y varios tipos de árboles y flores. Actualmente, gracias a la química se puede tener una infinidad de tonalidades, señala Helio Flores, de la UNAM.
Los colores en la historia de la humanidad han dado identidad a los pueblos, tanto en la guerra como en su jerarquía religiosa y política. Los más usados eran a partir de minerales; sin embargo, había un gran problema para su fijación, ya que la roca pulverizada no duraba mucho tiempo adherida a la fibra de las telas. Eso costó muchos siglos de estudios, y se logró apenas en la pasada centuria.
En el siglo XIX, la variedad de colores era muy limitada, y no fue sino hasta que el químico William Perkin, en su afán de sintetizar la quina quina, obtuvo como resultado el primer colorante que no existía en forma natural: el violeta. Lo que logró el entusiasta investigador fue sintetizar la anilina, que si bien no es un colorante estrictamente hablando, a partir de ella se pudo obtener una riquísima gama cromática.
A fines de nuestro siglo existen grandes aplicaciones en el color. La humanidad, a través de la química, ha podido imitar a la naturaleza en cuanto a su variedad cromática, y no existe rincón en la Tierra donde no exista la inquietud de vestir con los colores que hay en ella. Este es otro de los beneficios de la química: cualquier tonalidad está al alcance de todos, según sus preferencias.
A partir de los descubrimientos científicos sobre el color, surgieron dos grandes compañías que desarrollan todavía en nuestros días la mayoría de las tinturas que utilizamos en telas, plásticos y alimentos. Estas son la Badiche Anilin n'Soda Fabrique, de Alemania, y la Imperial Chemical Industries de Gran Bretaña.