La Jornada 31 de agosto de 1998

En zonas populosas de la ciudad, alta participación

Roberto Garduño Ť ``Nos llegó la hora, es la hora de unir las manos de todos los mexicanos, si no lo hacemos...que el Señor nos bendiga.''

Es la señora Alicia Cámara, que a sus 65 años vigiló sin descuido la casilla que se instaló en las calles de Arizona y Nueva York, colonia Nápoles, y pidió a los hombres de todo el país ``menos machismo y más respeto a las mujeres''. Jornada dominical de información y de decisión popular sobre qué hacer con los miles de millones de pesos que se deben y que el gobierno federal pretende que paguemos todos.

Mexicanos pobres y ricos. Trabajadoras y trabajadores. Comerciantes y empleados. Familias enteras. Ciudadanos que hicieron alguna pausa en el día de asueto, de mercado, de futbol o de misa para sumarse a la cruzada por un ¡sí! o un ¡no! a la propuesta gubernamental para convertir los pasivos del Fobaproa en deuda pública.

En barrios, colonias populares, zonas residenciales, parques y plazas públicas se instalaron las urnas con un mensaje: ``La fuerza de la razón está en usted''. Frase que atrajo la atención y la respuesta de los habitantes de la ciudad de México. Ejercicio comparable al Plebiscito de Primavera en 1993, y a la Consulta Nacional por el Diálogo y la Paz en agosto de 1995.

Desde temprano, en el sur de la ciudad, en la colonia Tlalcoligia, comenzó la consulta entre malos augurios por la llovizna que desde la madrugada cayó por aquella zona. Juan Pablo Cuevas, estudiante de medicina, fue el primero en acercarse a la casilla que se colocó en la avenida Yaquis.

-¿De qué se trata el Fobaproa? -interrogó.

-De que el pueblo pague un dinero que no adeuda -le dijo el encargado, quien le explicó la propuesta de convertirlo en deuda pública.

-¡Qué poca madre! -soltó el estudiante.

El cielo se comenzaba a despejar a eso de las diez de la mañana. Hasta el jardín de la delegación Tlalpan llegaban familias de lugareños para festejar al patrono San Agustín de las Cuevas. Frente a la iglesia, una manta amarilla llamaba a votar; incrédulos unos, desconocedores de la solicitud, otros, se inició la consulta. Dos hermanos, uno de veinte y otro de diecinueve años, Félix y Daniel Ramírez, cruzaron en la boleta la propuesta de su elección:

-Yo creo que con esto que nos quieren hacer, en la elección del 2000 pierde el PRI.

-¿Por qué?

-¿Tú crees que la gente y nosotros vamos a votar por alguien como ellos?

-¿Ellos?

-Sí, los del PRI, que nos prometieron bienestar, y cuál, que no vemos nada de eso. Además ya se aliaron en la Cámara de Diputados el PAN y el PRD.

En el mismo sur de la ciudad, entre la calma del domingo y el llevar a los niños a pasear, decenas de padres de familia se congregaron en el parque ecológico Loreto y Peña Pobre. Ahí, estratégicamente, se ubicó otra urna. La mayoría de mujeres y hombres en edad de votar emitieron su decisión. ``Ya estamos cansados de las truculencias que han venido haciendo las autoridades de este país, yo no quiero dejar a mis hijos con una deuda que nunca contrajeron. Esto es una burla y no se debe permitir. Que paguen los que utilizaron ese dinero, a nosotros ni por enfrente nos pasó'', acepta decir Juan Rivera, ingeniero eléctrico, actualmente desempleado y en busca de trabajo.

Pero donde más colonos asistieron a votar fue en los populosos Pedregales de Santa Ursula, Ajusco y Santo Domingo. Entre tianguis dominguero, mercado, gorditas y esquimos, muchas mujeres cargando hijos, bolsas de mandado, acompañadas de sus maridos, hicieron cola en las dos casillas instaladas afuera del mercado de La Bola. Fue ahí donde más copiosa se registró la participación.

-Hasta crees que el gobierno va a aceptar lo que dice el PRD -le reclamó Oliverio Jiménez a su esposa Araceli, quien se hallaba formada en espera de su turno para votar.

-Yo sí. A poco crees que nuestros hijos van a pagar ese dinero; no seas flojo, tú mismo ayer estabas muy decidido, pero como ya va a ser hora del futbol no quieres perder tiempo. Ahora te friegas y votamos.

-Voy, voy, voy...

Muy cerca de ahí la ebullición futbolera rondaba en el estadio de Ciudad Universitaria; los Pumas se enfrentaban a las Chivas. Dentro del inmueble las goyas vencían a las porras chivas. Pero afuera cuatro casillas recibían y recibían votos, sobre todo de jóvenes universitarios, que hasta canciones entonaban: ``roba, roba, roba, dí no al Fobaproa''. La animación en CU continuó, también la afluencia a las casillas.

Anaid Espinosa tachó su boleta al tiempo que reclamaba más información sobre el Fobaproa: ``No es posible que quieran lanzar más pobres a la calle, llevamos años siendo la generación de la crisis, ahora estos cabrones nos quieren ver la cara de nuevo''.

Hacia el centro de la ciudad, en la colonia chic por excelencia, la Condesa, el ambiente era más relajado. Entre vinos chilenos, cortes de carne y mesas al aire libre, los comensales departían entre risas, y gozosos por sus modernas prendas de vestir. No le hacían mucho caso a la casilla escondida en el cruce de Vicente Suárez y Tamaulipas. Era más importante comer en La Garufa, La Condesa del Mar, Los Arroces, La Casa de la Empanada o el Mama Rosas. Sólo algunos con porte cool de intelectual se acercaron a votar:

``Es necesario que tengamos conciencia, hay mucha gente pobre, y también a uno se le afecta el bolsillo. Yo creo que eso del Fobaproa es una chingadera, porque quieren que paguen los pobres'', dijo Arturo Blanco, subgerente de una sucursal del banco Bital.

A eso de las cuatro de la tarde algunas casillas se fueron levantando, las boletas asignadas ya se habían acabado. Como en el Parque México, donde la feria y el festival dominical congregaron a cientos de familias. Ocurrió igual en Chapultepec y Salamanca.

Kilómetros adelante, en la Plaza de Santo Domingo, un viejito, Rodolfo Guzmán, fue el último que alcanzó boleta. Tachó con rojo su opción y regresó a la vecindad donde vive desde hace 30 años, en la calle de Venezuela, cual peregrinación por el dolor que siente en una de sus piernas. ``Mira hijo, más mal no podemos estar; yo creo que si no cambia esto nos va a llevar el carajo. No te voy a decir por qué voté, pero te lo puedes imaginar...''

En pleno Centro Histórico, por la calle Soledad, prostitutas, rateros y comerciantes se dedicaban a sus oficios. Casi esquina con la Viga ya se había levantado la casilla; votaron pocos, la situación ni siquiera da para votar.

Rumbo al poniente de la ciudad, en otro escenario, Polanco, la consulta ciudadana fue otra cosa. En el parque Benjamín Franklin, las dos urnas se hallaban prácticamente llenas a eso de las 17:30 horas. Dos mujeres de buen vestir, acompañadas de sus perros malteses, se hicieron cargo de una de ellas. Pasaron todo el día a la espera de votos. Sobre Julio Verne otra casilla también recibía continuamente las boletas. De forma ordenada, una a una las personas que llegaba cruzaban su elección y se retiraban.

``Creo que la mayoría de los mexicanos debemos concurrir a estos llamamientos, es importante dar nuestro veredicto con un sí o un no, eso es lo más importante'', respondió Eduardo Páramo, uno de los muchos votantes.

``Son muchos miles de millones de pesos que se encuentran en la discusión pública...

''El Fobaproa es un tema delicado que debe analizarse con mucho detalle y cuidado. Ya no debe cargarse sobre los hombros de la sociedad una deuda de la que no somos responsables nosotros. Debemos aprender a exigir a nuestras autoridades información y manejos claros de los recursos que no les pertenecen a ellas, sino a nosotros.''

Domingo del ¡sí! o del ¡no!