La Jornada 3 de septiembre de 1998

Destacan legados de Barros Sierra en torno a democracia y autonomía

María Esther Ibarra Ť Del legado del rector Javier Barros Sierra destaca su postura respecto a que la autonomía de las universidades debe estar ligada a la democracia, la libertad de cátedra, el análisis y las discrepancias, afirmó el escritor Gastón García Cantú, al reivindicar la figura y el pensamiento de un universitario que, dijo, enfrentó con decisión y valentía la defensa de la UNAM durante el movimiento estudiantil de 1968.

A su vez, Gilberto Guevara Niebla, integrante del Consejo Nacional de Huelga en ese año, dijo que el tema de la libertad debe ser guía en las reflexiones sobre los sucesos del 68, porque fue el eje que estaba en el centro del conflicto, ya que el sistema político mexicano venía evolucionado hacia formas muy autoritarias, según planteó.

Al iniciar ayer el ciclo de mesas redondas tituladas ``Diálogos sobre el 68'', organizado por el Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM y el colectivo La Nave Va, ambos ponentes dedicaron su exposición a rememorar los principales momentos de Barros Sierra durante el conflicto estudiantil de hace 30 años. En este acto, a diferencia del que recientemente organizaron estudiantes y consejeros universitarios, estuvo ausente la familia del llamado ``rector democrático''.

Tanto García Cantú como Guevara Niebla coincidieron en que a diferencia del rector Ignacio Chávez, quien fue una ``eminencia científica, pero un partidario del autoritarismo'', Barros Sierra asumió la rectoría bajo el principio de hacer valer la autonomía como un principio fundamental para un país democrático.

García Cantú precisó que el doctor Chávez -antecesor del ingeniero Barros Sierra- fue un médico excepcional y hombre irreprochable, pero ``se forjó en los modelos políticos del autoritarismo y la UNAM fue considerada como un reducto académico de severa disciplina para que los resultados intelectuales y académicos fueran los mejores''.

En este ambiente, recordó García Cantú, el ingeniero Barros Sierra supo mantener la calidad académica sin claudicar en su propósito de hacer de la UNAM un campo para el análisis y las discrepancias entre los universitarios.

Destacó que estos objetivos, enmarcados dentro de la autonomía universitaria, eran diferentes a los que esperaba el gobierno, por lo que su rectoría fue combatida ferozmente cuando se enfrentó posteriormente al gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, quien desde que fue secretario de Gobernación se caracterizó por utilizar la fuerza pública para reprimir movimientos sociales previos a los sucesos de 1968.

De los jóvenes participantes en ese gran movimiento social, García Cantú dijo que nadie podía advertir lo que podía suceder con ellos, pues por un lado estaban educados en la disciplina de su hogar y del autoritarismo escolar, pero por otra parte ya tenían una conciencia de la realidad para transformarla.

Es por ello, agregó, que Barros Sierra tenía la idea de que los estudiantes debían ser hombres integrales con conciencia política, cívica e histórica, y con conocimiento de las revoluciones por las que había atravesado el país.