Julio Boltvinik
¿Y la pobreza?
El cuarto Informe de Gobierno de Ernesto Zedillo apuntó tres logros, reconoció una falla y defendió la política económica y el rescate bancario. Los logros destacados fueron ``la plena democracia'', los avances en desarrollo social y el aumento en ``la productividad del campo''. La falla, en materia de seguridad pública y justicia. Aunque es indudable que se han logrado avances en los procedimientos electorales, resulta una exageración decir que ``la democracia en México se vive ya auténtica y activamente... en las organizaciones políticas y sociales, en los medios de comunicación''. El Presidente debe ver la televisión de otro planeta.
El segundo logro presentado por Zedillo fue la larga lista de avances que expuso bajo el concepto de justicia social, y a él dedicamos este artículo. Enumeró avances en los cuatro años de su gobierno en servicios de salud, seguridad social, educación, el Programa de Educación, Salud y Alimentación (Progresa), y en otros programas de apoyo a la alimentación, seguridad social y servicios de la vivienda. Algunas de las cifras son impresionantes, como la construcción de 2 mil 400 unidades médicas adicionales, lo que igualaría las erigidas por IMSS-Coplamar entre 1980-1982.
Muchas de las cifras, sin embargo, se presentan en valores absolutos, y se oculta o se distorsiona la evolución en el tiempo como ocurre cuando se presenta sólo el dato absoluto del Programa de Abasto de Leche que, según entiendo, tuvo un descenso este año respecto al anterior, lo que queda eufemísticamente expresado con la frase: ``Los programas de abasto de leche y tortilla subsidiadas se han enfocado con mayor precisión hacia quienes más lo necesitan''.
A través de años de lidiar con cifras oficiales en el campo social he aprendido a verlas con desconfianza. Los secretarios de Estado suelen hacer cuentas alegres que elevan las coberturas casi a ciento por ciento en sus campos de acción. Años más tarde, con base en censos y encuestas, y un análisis riguroso, descubre uno que una fracción importante de los mexicanos sigue sin acceso a esos servicios básicos.
Pero el sesgo fundamental de esta manera de presentar las cifras es que oculta que la crisis que se desencadenó con los errores de diciembre aumentó brutalmente la pobreza, y que la tan cacareada recuperación no ha revertido el proceso de pauperización. Que los ingresos de la mayoría de los hogares disminuyeron entre 1994 y 1996, y que se encuentran todavía por debajo de los niveles de 1994.
En la parte final de su Informe, el Presidente señaló la disminución en el último año en la tasa de desempleo abierto y lo ``alentador'' que resultaba que el ``número de trabajadores asegurados permanentes en el IMSS haya llegado a su máximo histórico de 10.1 millones''. Añadió que ``el nivel de salarios es todavía muy bajo'', pero destacó aumentos de los salarios medios en la manufactura y en el comercio respecto al año anterior. Las cifras de desempleo abierto en México, como sabemos, no pueden ser usadas como evidencia de la mejoría en las condiciones de los trabajadores. Por otra parte, la cifra de asegurados pertinente, si se quiere reflejar lo que ocurre en el mercado formal de trabajo, es la suma de permanentes y eventuales.
Además, las cifras absolutas deben expresarse como proporciones de una población activa en constante expansión. En materia salarial, destacar el aumento en un año no es lo importante. Zedillo debió comparar, como lo hizo en otros campos, la evolución de los salarios en el conjunto de su gobierno.
El punto central que quiero destacar aquí es que la evolución de las condiciones de vida de la población, del bienestar que Zedillo prometió para las familias, tiene que evaluarse mirando de manera conjunta la evolución de todas las condiciones de vida, tanto las asociadas a servicios gubernamentales (educación, salud, agua potable, etc.), como las que dependen del ingreso corriente real de las familias. Cuando se hace así, es cuando se puede hablar propiamente de la evolución de la pobreza.
Zedillo no mostró los resultados de su gobierno en materia de pobreza y no quería hacerlo porque, al igual que evitó hablar de Chiapas, eludió este campo donde también ha fallado su política. Evitó hablar de pobreza porque no puede presumir de logros, y sólo podría mostrar retrocesos.
Si no hubiese habido el conveniente ``atraso'' en la publicación de los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares de 1996 (ENIGH96), podría haber calculado la evolución de la pobreza y la desigualdad entre 1994 y 1996. Y de no haberlo hecho le estaríamos replicando mostrando dichos datos. En respuesta al artículo de portada que al atraso u ocultamiento de dicha encuesta dedicó Proceso, funcionarios del INEGI aseguraron que la ENIGH96 se atrasó por razones técnicas y que será publicada en este mes de septiembre, convenientemente después del Informe y las discusiones a que da lugar.