Jodorowsky: los chistes, textos sagrados de creación colectiva
Pablo Espinosa/ I Ť De enfant terrible, creador genial, polifacético hacedor de mitos y corrientes estéticas, hasta sabio sereno en plena cosecha y aplicación de tal cúmulo de experiencias, aprendizajes y enseñanzas, la figura pública de Alejandro Jodorowsky es constante, perenne. Un alto surtidor de buenas polémicas. Desde París, donde reside, llega ahora con un nuevo libro: La sabiduría de los chistes. Historias iniciáticas (Grijalbo), a propósito del cual es la siguiente entrevista.
Este libro, explica, es fruto de una serie de conferencias. ``No es literatura, lo dicté; es una manera de compartir lo que he aprendido en todos estos años''. En cuatro apartados y un prólogo --en el cual narra su iniciación en la sabiduría zen, con su maestro Ejo Takata-- el autor cuenta chistes que son historias populares y ofrece sus interpretaciones, mismo procedimiento que aplica --de acuerdo con los apartados subsiguientes-- con historias zen y japonesas, con los koans (adivinanzas zen) y las narraciones de Mulla Nasrudin (personaje que existe tanto en las tradición oral china como en diversos países del este, con diversos nombres: Mulla Nasrudin, Molla Nasrodine, Ch'ba, Joha, Toto, etcétera). Lo cual, advierte el autor de Cuentos pánicos (1963) y, entre otras novelas, Las ansias carnívoras de la nada (1991), es un acto inédito hasta ahora, pues se supone que tanto los koans como las historias sagradas son objetos de meditación que pueden durar toda una vida, pues el propósito es lograr la iluminación.
Peligroso, hablar de religión
--¿Cuál es el riesgo de interpretar las historias japonesas, las anécdotas de Nasrudin y los koans, ¿en qué consiste esta aventura?
--En que todos los ortodojos (sic) del zen que pasan años sin permitirse explicar un koan, se enojen. Por otro lado, a mí los koans y las aventuras de Nasrudin siempre me dijeron que eran iniciáticas y cuando sabía lo que significaban, uno se iluminaba. Empecé a estudiar el zen un año, dos años, hasta atreverme a tomar el toro por los cuernos y decirme: bueno, se puede hablar de ellos, de esas historias sagradas, y se puede guiar a las personas a que los entiendan.
El riesgo --continúa Jodorowsky-- ``es que las personas que lean el koan no entiendan nada, lean la explicación y tampoco entiendan nada. Pero creo que ese riesgo ya pasó; creo que lo hice bien en este libro, que es muy osado porque nadie se había atrevido a formular interpretaciones de esas historias sagradas. ¿Por qué?, porque el verdadero zen se hace en los monasterios; todos estos grupos zen que están en el mundo son como las academias actuales de yoga, es más bien como ir a meditar una horita o dos. A uno le parece muy importante eso, pero cuando de pronto sabe que hay monjes que en toda su vida nunca se han acostado en el suelo para dormir, que han seguido meditando y han dormido en posición de meditación, que en toda su vida nunca han comido una buena comida, que han comido peor que los presos, que nunca en toda su vida han estado solos, han vivido en comunidad, ni para ir al baño solos, entonces uno se da cuenta que el zen es otra cosa de lo que se cree''.
Y uno advierte también --reflexiona-- ``que para ellos era importantísimo tener un koan y pasar 20 años pensándolo, porque había personas que llegaban con la cabeza llena de supersticiones búdicas, y eso es medieval, había que limpiarles todas las supersticiones y decirles: te realizas cuando te encuentras a tí mismo. Tú eres el buda y punto y no hay ego, somos un ser colectivo, estamos unidos a todo el universo. Esa es la verdad pura y simple de todo este cuento. Es decir, el individuo es un ser unido, el yoga es unión-religión y no hay un yo definido en uno, hay el yo supremo que es el de todos. No hay un buda exterior a uno, uno es el buda, no se nace, no se muere, todo es continuación. Eso es tan simple. Veinte años pasan con adivinanzas como ésta: este es el sonido de dos manos (entrechoca ambas palmas) ¿cuál es el sonido de una? Veinte años para responder eso, ya basta ¿no? Entonces, vamos a desmitificar todo eso y a responder, porque esos significados están hablando de lo simbólico, de algo altamente intelectual. Ellos dicen que el koan no es intelectual, pero lo es. Es el intelecto que rompe al intelecto''.
--Hay en todas las culturas un uso religioso de las historias, las fábulas, la Biblia, por ejemplo, está llena de parábolas. ¿Propone este su nuevo libro un uso religioso de las historias?
--Bueno, hay que definir entre religión, misticismo y análisis de lo iniciático. Hablar de religión significa hablar de algo muy peligroso, porque la religión en la época actual ha ido a extremos como en el islam, como en las peleas religiosas en Inglaterra, en Yugoslavia. La muerte es sinónimo, ahora, de prejuicio mortal. La religión es peligrosa, no así el misticismo. En el misticismo la persona se pregunta: ¿vivo en la ignorancia?, ¿tiene que haber un creador de todo esto? Algo. Y si no lo hay, ¿cómo lo invento? Si Dios no existe y lo tengo que inventar, ¿cuál es el Dios que yo invento? Esa es la pregunta esencial.
Ser bufón, primer acto público de Cristo
``Los textos sagrados, las cartas del tarot, los símbolos aztecas y mayas no definen cosas específicas, intelectuales. Son símbolos, y la cualidad del símbolo es que es interpretable, diferente por cada nivel de conciencia, por cada persona. Entonces, un texto sagrado es un texto de cada persona que lo va a recrear, va a revivir, va a reinterpretar. Si el texto sagrado no es interpretado, es un texto muerto. Los chistes para mí son textos sagrados, obedecen a lo sagrado, ¿por qué? En primer lugar, porque son anónimos y un texto sagrado debe ser anónimo. Es una creación colectiva popular. Está al margen de todo lo establecido. Lo sagrado no acepta el mundo real, sino su propio mundo. Los chistes, entonces, tienen un contenido sagrado.''
Sin embargo --propone Jodorowsky-- ``si tú me quieres hablar de religión, te diré que la primera actuación pública de Cristo fuera de sus discípulos es chistosa. Es decir: lo toman como un loco que provoca risa, se ríen de él. La primera actividad de Cristo es ser el pobre rey loco, lo toman por un bufón y él no niega, se presta a que se rían de él. Aceptando la risa de los otros por su actitud después, demuestra que hay una profunda sabiduría en él y una profunda dignidad pero nunca niega al principio lo cómico, acepta ser un objeto risible. Entonces, hay la risa en lo sagrado. En Abraham y Sara, cuando van a crear la humanidad, a los 90 años por primera vez está encinta, según le dice Dios y ella se pone a reír, pare a Isaac y le llama a Isaac precisamente porque ese nombre significa en hebreo `el que hace reír'. Y así nacemos, toda la sociedad nace así. Del patriarca que hace un hijo que hace reír, y así nacemos de la risa ¿eso está bonito, no? Está bonito''.
--Hay un referente imprescindible: El chiste y su relación con el inconsciente.
--¿De Freud? Es casi su primer libro, él empezó el sicoanálisis estudiando el chiste. Es un genio: el primero que le dio relevancia al chiste, importancia terapéutica y después los siconalistas lo dejaron de lado durante muchos años porque querían que el sicoanálisis fuera una ciencia seria, para últimamente darse cuenta que tienen que volver al chiste, al humor.
--Fuera de lo hermenéutico, ¿es este un libro de adoctrinamiento zen?
--Puede ser zen. Adoctrinamiento, no lo siento así. Es un libro de enseñanzas, de todo lo que aprendí en esta larga vida. Pero no encuentro que lo que pueda ser sabiduría sea obligatorio llamarlo adoctrinamiento. Es más bien mostrar que de cualquier hecho se puede obtener una enseñanza positiva. Inclusive de la nota roja, que puede ser tan sagrada e interpretable como esto: los secuestradores, pensaba yo esta mañana leyendo el periódico, son útiles porque nos demuestran el valor de la persona humana. Tenemos un alto precio. El cortador de orejas nos demuestra que éstas son esenciales y que hay que aprender a escuchar. Son esenciales, nos valorizan la oreja. Entonces cualquier ser humano por la interpretación puede ser llevado a una enseñanza. Todo es iniciático. Las cartas del tarot lo son no por la verdad que transmiten, sino por las proyecciones, las asociaciones de ideas y reflexiones que despiertan.