La Jornada lunes 7 de septiembre de 1998

¿DOS PARTIDOS EN UNO?

Las declaraciones formuladas ayer por el gobernador saliente de Puebla, Manuel Bartlett, en el sentido de que los únicos precandidatos presidenciales de que dispone el Partido Revolucionario Institucional son Roberto Madrazo y él mismo, son un indicio más de la enconada disputa por el poder que aflora en el partido gubernamental y de los alineamientos alrededor de los cuales se desarrolla esa contienda.

La lucha por la postulación presidencial, que en otras formaciones políticas es un fenómeno rutinario y reglamentado, en el PRI resulta actualmente una perspectiva incierta, en la medida en que esa organización, acostumbrada por décadas a las certezas y a las órdenes del poder, enfrenta ahora su selección de candidatos, a la Presidencia y a los otros cargos de representación popular, sin un método para ello y sin una vida partidista autónoma, sólida y -valga la paradoja- institucional.

Esta circunstancia se complica por el hecho de que, según declaraciones, documentos, idearios y acciones, las siglas y el emblema del Revolucionario Institucional cobijan por lo menos dos proyectos partidistas, políticos, económicos y sociales profundamente distintos, si no es que contrapuestos, y unidos sólo por el interés de mantener sus respectivas cuotas de poder: el del grupo gobernante desde el sexenio pasado, de corte tecnocrático, y el de los políticos ``al viejo estilo'' popularmente conocidos como dinosaurios, del cual el gobernador poblano es un caso emblemático.

Las diferencias entre unos y otros son casi innumerables, pero si un contraste puede sintetizarlas es que, mientras los tecnócratas han priorizado la concentración de la riqueza en unas cuantas manos y han propiciado, por encima de todo, la privatización del poder económico, los dinosaurios añoran el monopolio del poder político y, en consecuencia, perciben todo avance democrático en el país como una concesión innecesaria desde el poder público y desde el PRI.

Aunque la confrontación entre unos y otros está a la vista de todos, resulta difícil hacerse una idea de la profundidad de la pugna y sus posibles implicaciones para el escenario político del futuro inmediato.

Desde la perspectiva de los intereses ciudadanos, ha de señalarse que la coexistencia, en un solo partido, de dos -o más- proyectos tan contrastados se traduce en un factor de confusión.

En estas circunstancias, una segunda paradoja que no puede dejar de anotarse es que, mientras las dirigencias de las dos principales formaciones opositoras llaman a recuperar y garantizar la estabilidad política y económica de cara a las elecciones del 2000, las confrontaciones en el seno del partido gobernante generan uno de los principales factores de incertidumbre e inestabilidad en la escena política del futuro inmediato.