Fox fue al bastión priísta de Atlacomulco a ``hablar bonito''
Blanche Petrich, enviada, Atlacomulco, Méx., 6 de septiembre Ť Don Alberto González, campesino de San Antonio, que es un ejido cercano, se detuvo a la mitad del jardín Isidro Favela cuando escuchó que anunciaban mitin político.
Desde la tarima el presentador anunciaba al orador invitado:
-Con ustedes, el flamante gobernador de Guanajuato, el señor de las botas, el que dice, y qué bien lo dice, que nada tiene que hacer aplastado en un sillón mientras ve cómo se desbarata el país... nueeeestro candidaaaaaatoooo, Vicente Fox Quezada.
Don Alberto respondió, como todo el público -no más de 200 mexiquenses que coincidieron en el centro de Atlacomulco este domingo hacia las 11 de la mañana-, con un cortés ``gracias'' cuando Fox habló de su rancho San Cristóbal, en San Francisco del Rincón, allá en la tierra de José Alfredo Jiménez, y dijo muy al estilo campirano: ``Ahí tienen ustedes su casa''.
Y otra vez ``gracias, señor'', como si fuera diálogo, cuando Fox dijo que ``yo y mis cuatro queridos hijos estamos ahí, a sus órdenes''.
Don Alberto asintió cuando Fox expresó, muy coloquial: ``Todos nosotros, ustedes y yo, nos hemos sobado el lomo durante largas jornadas de trabajo, sábados y domingos también, para llevar el chivo a casa. Pero a mí, como a ustedes, mientras más trabajamos, peor nos va''.
Rió, sintiéndose medio cómplice cuando Fox repitió uno de sus clisés favoritos: ``Sacaremos a los bueyes de Los Pinos''. Entrecerró los ojos cuando oyó que en el micrófono el señor candidato, bajo un sol picante, jorongo de lana sobre los hombros, regalo de los panistas de San Felipe del Progreso, decía: ``Y óiganme bien los banqueros y los ricachos, esos del Fobaproa''. Más entrecerró los ojillos, hasta casi cerrarlos, cuando ya bien entrado en su discurso el candidato advirtió ominoso: ``Cruzar el umbral del año del año 2000 con un gobierno del PRI sería fatal, sería como un mal agüero anunciándonos otros 50 años de vacas flacas''.
Se compró su nieve de limón cuando Fox cerraba el acto, como suele hacerlo, con su tronante frase culinaria: ``Este arroz ya se coció''.
Al final, como la mayoría de familias y rancheros paseantes de ese domingo, don Alberto no aplaudió para despedir al señor candidato y dejó que la pequeña bolita de simpatizantes se apretujaran solitos acompañando al altote hasta su camioneta Suburban azul y blanca que lo sacaría raudo de ahí.
¿Que cómo la vio? Se ríe, socarrón: ``Todos hablan re bonito cuando andan queriendo''.
-El dice que tiene soluciones para los campesinos, para los ejidatarios, que con él, sí...
-Según, ¿verdad? Ya le digo, platicadito suena bien. A ver. Y adiós.
``Esto no es un ensayo, ya es la campaña''
Minimítines de contacto con los sectores populares -baños de pueblo, dirían los escépticos- parece ser la nueva etapa de la estrategia foxista hacia el año 2000, una carrera larguísima, si se mide el tiempo de aquí a cuando en realidad sea la hora para que cada uno de los partidos políticos elija, según sus propias reglas, a su gallo para la madre de todas las peleas.
El sábado se canceló un acto similar en Anenecuilco, Morelos, en el Sur donde, según Fox y su discípulo, el ese sí flamante gobernador de Aguascalientes, Felipe González, se descansa, mientras en el centro -¿será el Bajío?- se piensa y en el norte se trabaja.
La cuna de Emiliano Zapata, que ya es el Sur hedonista, según estos panistas sui géneris, pudiera ser un ensayo interesante para que Fox y González empiecen a lavar la ofensa a la tradición combativa de los sureños. El caso es que no hubo acto en Anenecuilco y sí en el bastión de uno de los grupos emblemáticos del PRI, la tierra del profesor multimillonario Carlos Hank González, en las frías llanuras que rodean Toluca, donde el campo ya no es campo pero tampoco alcanza calidad urbana.
-¿Campaña para la Presidencia o para la candidatura del PAN?
-Me decepciona la pregunta -responde Fox-, ¿qué no se nota? Esta es la campaña para la Presidencia. La empecé desde el 6 de junio.
-¿Y qué dice el PAN? ¿Están todos con usted?
-Yo sé que nadie me va a regalar la candidatura. Pero garantizo que voy a ganar la convención de mi partido con el 75 por ciento de los votos.
Sólo que para dicha convención faltan dos años, durante los cuales Vicente Fox tendrá que mantener el trote que se ha impuesto desde ahora.
Para vender su imagen en estos minimítines de campaña, según se ve, Fox explotará al máximo su carta de presentación favorita, los logros que han hecho de un idílico estado de Guanajuato una tierra de oportunidades como no hay otra.
``Un estado donde prácticamente nadie está desempleado'', dijo Fox, aunque omitió hablar de la masiva e imparable emigración hacia el Norte. Un estado, continuó, que exporta más que cualquier otro, ``desde chanclas y botas hasta máquinas''; un estado donde ``nos llega la tajada del león en inversiones''. Guanajuato, el único lugar ``de cualquier país que yo conozca en donde -dice Fox- se garantiza el acceso al crédito para emprender cualquier negocio, para un ejidatario, para un chichimeca, para el más pobre de los pobres''. Con esos créditos, aseguró, se crearon, en lo que va de su gobierno, más de 40 mil pequeñas empresas, o ``changarros''. Tierra más que idílica, ``sólo en Guanajuato cualquier chiquillo que se comprometa tiene garantizado poder continuar sus estudios hasta llegar a la universidad''. Una entidad, siguió pintando el nuevo panorama guanajuatense, donde ``no hay un solo político en el gobierno, donde el gobernador es agricultor, donde el secretario de Agricultura es el mejor agricultor, el de Salud, el mejor doctor, el de Educación, el mejor maestro. El único estado donde en el gobierno no hay alacranes, ni arañas, ni ratas''.
``Ni promesa ni cotorreo''
Descrita así su gestión, terminó diciendo que en el año 2000 él tomará las riendas del país ``para conducirlo al éxito''. Y remató: ``Esto no es promesa ni cotorreo''.
Dicho lo cual, y para mayor cercanía con la gente, se sentó en el templete para ``escuchar lo que ustedes tienen que decir'', dijo.
Siete oportunidades hubo de preguntar. Las dos primeras retomaron declaraciones de priístas divulgadas en TV Azteca y sirvieron para que Fox asegurara que es ``más mexicano que el chile y la tortilla'' y que los panistas no son ``extractos de ricos'', como dijo el espontáneo. ``Yo no veo por aquí a Hank González, gracias a Dios''.
Otro de los participantes pidió que el gobernador aspirante a Presidente expusiera ``tres puntitos'' sobre cómo piensa lograr ``que ya no seamos los mismos miserables, los mismos sufridos''. Hubo una respuesta exprés: restaurar el estado de derecho y la seguridad, gestionar una economía que funcione para todos y echar a andar una revolución educativa.
Fox dio la palabra a una mujer que se abría paso dificultosamente entre los señores que se apretujaban al pie de la tarima: ``Aquí, el micrófono para mi amigocha''. Sólo que su intervención se frustró porque entre los nervios que le dieron apenas acertó a decir: ``Que vivan las mujeres y arriba los hombres''. Ante el involuntario albur las risotadas golpearon a sus espaldas y los señores del templete miraron al horizonte para conservar la compostura.
Y como todo político, dijo el maestro de ceremonias, ``ahora el señor gobernador tiene muchas cosas que hacer, así que con permiso....'' Y el mitin concluyó.