Durante un programa de televisión transmitido el pasado fin de semana y en el que participaron casi todos los actores del Fobaproa --salvo el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz-- por lo menos tres cuestiones quedaron claras:
1. El Fobaproa se tejió con un hilo muy fino, de tal suerte que los cochupos que ahí se tramaron fueran imperceptibles, aunque terminaron siendo burdos.
2. La mayoría de los participantes del programa coincidió en que se debe castigar con todo el rigor de la ley tanto a quienes otorgaron los créditos impunemente como a quienes malversaron esos fondos.
3. No hay aún voluntad ni decisión política para dar a conocer los nombres de todos aquellos banqueros (ex casabolseros) que incurrieron en el ilícito, aunque se subrayó que es necesario crear una comisión independiente del Poder Ejecutivo y vigilada por el Legislativo para proceder conforme a derecho ``caiga quien caiga'', subrayó Ricardo Rocha, uno de los conductores de dicha emisión.
Resulta francamente irónico que la gran mayoría del elenco, presentado también por el periodista Joaquín López Dóriga, haya insistido a lo largo de la emisión en que de la intervención estatal fue indispensable para evitar el colapso del sistema financiero. La pregunta es: ¿acaso éste no está colapsado, al igual que la economía nacional?
Otro dato curioso: algunos de los invitados cuestionaron severamente la cultura del no pago entre la población, pero piden a gritos que no se obligue a pagar a los banqueros defraudadores e incluso dijeron que había algunos a los que llamaron ``nacionalistas''. En la primera parte del programa se explicó la situación del sistema bancario cuando estalló la crisis de 1995 y cuáles eran las alternativas que tenía el gobierno federal para hacer frente a esta situación.
Se mencionaron el levantamiento del EZLN en Chiapas, los asesinatos de Colosio y Ruiz Massieu, precisamente en el año en que se otorgaron créditos de manera desproporcionada; cuando muchos de los que administraban las instituciones bancarias se convirtieron posteriormente en prófugos de la justicia.
Participaron José Angel Gurría Treviño, Carlos Gómez y Gómez, David Ibarra Muñoz, Rodolfo Becerril, Fauzi Hamdam, Ricardo Guajardo, José Madariaga Lomelí, Javier Arrigunaga y Eduardo Fernández, entre otros, así como Jesús Silva Herzog, quien por cierto demostró un amplio conocimiento del tema, amén de que presentó un abanico de posibilidades para solucionar el que amenaza con volverse el problema más grave del sexenio zedillista.
También dieron su punto de vista los dirigentes de las principales fuerzas políticas del país y otros actores no menos importantes del sector oficial, quienes advirtieron que si el Congreso no aprueba la conversión de los pasivos del Fobaproa en deuda pública la mayoría de los bancos quebraría y habría una nueva estatización.
Melée
Indudablemente fue un buen programa, en algunos momentos similar a una tragicomedia. El problema grave es que los mexicanos nos hemos acostumbrado a coexistir con el cinismo; nuestros gobernantes hablan de mayor democracia cuando la pobreza ha alcanzado ya a la gran mayoría de la población y cuando la justicia y la igualdad son cada vez más inalcanzables. Y qué decir de la distribución de la riqueza nacional, administrada por un puñado de pillos, como ahí se dijo.