La Jornada 13 de septiembre de 1998

En marcha, contraofensiva de la Casa Blanca

Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 12 de septiembre Ť Los abogados de la Casa Blanca emitieron este sábado un nuevo documento para defender a su famoso cliente, mientras se evidenció que las primeras víctimas del escándalo serán los congresistas demócratas que casi seguramente sufrirán derrotas adicionales en la elección legislativa que se celebrará en solo siete semanas, todo como resultado de un mayor desencanto con el presidente Bill Clinton entre su electorado.

Aún es temprano para medir el impacto de los sucesos de la semana sobre el propio presidente; algunos creen que sólo durará meses antes de renunciar, otros afirman que no llegará a tan dramática conclusión.

Las encuestas iniciales demuestran una opinión pública dividida: una encuesta de CNN-Gallup encontró que 62 por ciento aprueba la gestión de Clinton, mientras que una encuesta de ABC registró que 50 por ciento opina que existe un caso fuerte a favor de la destitución presidencial, 57 por ciento dijo que Clinton debe renunciar si se comprueba que mintió y 59 por ciento estima que su presidente violó la ley.

Casi todos los editoriales de los principales periódicos del país criticaron al presidente, pero hasta ahora sólo el ultraconservador The Washington Times y el Atlanta Constitution han pedido que Bill Clinton renuncie.

Para el presidente y sus asesores la cuestión central es cómo montar, al mismo tiempo, una defensa legal contra las aseveraciones y acciones del fiscal independiente Kenneth Starr y, por otro lado, diseñar una defensa política a través de las relaciones publicas para intentar rescatar el apoyo del electorado estadunidense.

La defensa legal, tal como se evidenció en una nueva réplica detallada a las acusaciones de Starr emitida este sábado por la Casa Blanca (la tercera en dos días), incluye un rechazo punto por punto del informe del fiscal independiente.

Se niega que Clinton haya mentido, obstruido la justicia o intentado influir a testigos que comparecieron ante el gran jurado.

La versión de la Casa Blanca reconoce que el presidente sí hizo ``declaraciones engañosas'' sobre su relación sexual con Monica Lewinsky, pero sostiene que no pueden definirse legalmente como perjurio.

``Ninguno de los alegatos (de Starr) satisfacen la prueba constitucional requerida para la destitución'', argumentó el abogado personal del presidente, David Kendall.

El fiscal independiente, agregó, está intentando deliberadamente humillar al presidente con descripciones detalladas y explícitas de sus relaciones sexuales en la Casa Blanca.

Pero cada vez que los abogados del presidente aparecen ante las cámaras de televisión para presentar estos argumentos legales muy cuidadosamente armados, minan más la estrategia de relaciones públicas diseñada por el equipo de asesores políticos de la Casa Blanca.

Esta estrategia política busca reducir el impacto de la crisis con una serie de disculpas y argumentos de que sólo hubo una ``falla'' en la conducta personal, y no oficial, del presidente.

Por un lado, los abogados se ven obligados a negar que hubo cualquier acto que podría interpretarse como una violación de la ley, incluyendo mentir, pero la estrategia paralela de relaciones públicas está basada en una serie de confesiones públicas del mandatario estadunidense, que parecen estar teniendo cierto éxito en ganar la simpatía de sus conciudadanos.

``He pecado --dijo Clinton ayer--. El lenguaje legal no debe de ofuscar el hecho de que he hecho algo mal''.

Varias personas entrevistadas en diversas partes del país por programas radiales y televisivos en las últimas 24 horas manifiestan una reacción positiva ante las disculpas presidenciales.

Pero las acciones de su equipo legal podrían nutrir lo opuesto ya que ambas estrategias presentan a Clinton diciendo una cosa en público, mientras sus abogados argumentan otra.

Suena mucho como la famosa declaración de Clinton durante su campaña presidencial en 1992, cuando confesó haber fumado mariguana, pero sostuvo que nunca la inhaló.

Este baile legal tampoco tiene buenas implicaciones para los demócratas en el Congreso: los 435 puestos de la Cámara baja y un tercio del Senado están en juego en las elecciones del 3 de noviembre.

Los republicanos tienen una mayoría de solo 21 votos en la Cámara de Representantes y de ocho en el Senado.

Cuando estalló el escándalo, y hasta principios de este verano, los demócratas consideraban muy posible reconquistar la mayoría en la Cámara y algunos optimistas pensaban que había una pequeña posibilidad de hacer lo mismo en el Senado.

Ahora, lo único que se comenta es la dimensión de las pérdidas en ambas cámaras.

El analista político liberal Mark Shields pronosticó hoy que los republicanos po-drían ganar hasta cinco votos más en el Senado y tal vez otras 20 curules en la Cámara como resultado del desencanto público con el presidente, la figura máxima del Partido Demócrata.

Un influyente senador demócrata, Bob Kerrey, opinó que el electorado no castigará a su partido en la elección, pero varios de sus colegas no escondieron su ira contra el presidente por el impacto negativo que tendrá el escándalo en las perspectivas electorales del partido.

Sin embargo, la mayoría de los políticos y los expertos, así como los editorialistas, estaban preparados para ofrecer una condena final del presidente.

El editorial principal del diario The New York Times denunció este sábado a Clinton por sus ``tristes'' aventuras sexuales con Monica Lewinsky y advirtió que ``un presidente sin respeto público o apoyo legislativo no puede durar''.

Pero a pesar de esta dura evaluación, la junta editorial no se arriesgó a pedir la destitución o la renuncia del mandatario.

Mientras tanto, una empresa dedicada a las apuestas en diversos eventos en Londres reportó el viernes, según Reuters, que estaba recibiendo un alto flujo de apuestas sobre qué tanto durará Clinton en la presidencia de Estados Unidos.

``Ha habido un monto enorme de comercio'', comentó Patrick Jay, director de la operación de apuestas de actos deportivos, que también se encarga de apuestas políticas, en la empresa IG Index.

Miles de libras esterlinas se han apostado, informó la empresa, y la mayoría está especulando que Clinton durará entre cinco y nueve meses más.