Patricia Peñaloza Ť Hoy por hoy, Ricky Martin no consume drogas, y se confiesa profundamente espiritual. Nacido en el 72, Ricky Martin es sensible, frágil, vulnerable. Tras su fama mundial, la cual ha llegado hasta Asia (sobre todo después de interpretar el tema de la Copa del Mundo Francia 1998); tras los 10 millones de copias vendidas de su disco Vuelve (Sony, 1998), Ricky posee un halo de ingenuidad, contradicciones, pero mucha experiencia. Su rostro, más aniñado que viril, es tan bello que empalaga. Es zurdo, y habla muy bajito, con sencillez y soltura.

Una tailandesa de seis años canta frente a las cámaras: ``u, do, té, alé alé olé''. Largas filas de adolescentes de ojos rasgados de ese país, o de Corea, Singapur, Indonesia, Japón, Hong Kong, Malasia o Taiwán, corren por el autógrafo, esperan en el aeropuerto, o dicen en un inglés oriental: ``he is very handsome'': se trata del video que nos presentaron en el hotel Marriot a los entrevistadores (éramos muchos y pasaríamos por grupitos) mientras esperamos a café y galletita casi dos horas: los de la tele iban primero.

Aún no nos sentábamos en una mesa a su alrededor, y ya el cantante saludaba de beso a todas y de mano a todos. Comienzo: ``En tu video dices que no crees en la energía de la masa, sino en la individual. ¿De dónde viene la tuya, que siempre apareces sonriente?'' Responde: ``El silencio, señores (su muletilla favorita), es mi medicina para conocerme, escucharme y espantar los fantasmas que me puedan intimidar. Tengo miedos, temores, pero me ayuda parar 40 minutos en un día: son sagrados. Antes llegaba a una habitación y prendía el radio, la televisión, porque tenía problemas y no era quién para resolverlos. Ahora digo: basta de torear todo eso. Estoy rodeado de gente muy creativa, sana, y señores, el que se siente solo es porque quiere, o porque no entrega su fe a un ser superior. Creo en Dios y simplifico en El lo que intimida a muchos... ¡es tan simple! Dios es amor, paz, alegría, no castiga''.

Comenzó a trabajar en los escenarios a los 12 años, como miembro del grupo Menudo. Participó en una telenovela mexicana y ha grabado tres discos como solista: Ricky Martin, Me amarás y A medio Vivir. Participó en el musical Los miserables, en Broadway, en el papel de Marius. Interpretó la voz cantante para Hércules, de Walt Disney y, gracias a su sencillo María, se internacionalizó y ganó fama en Latinoamérica y Europa: ``Al principio trabajaba mucho para evadir mis problemas. Recién me reconcilié con mi papá, quien no estuvo porque no quise, durante diez años. Fue un hueco espantoso. Ahora trabajo porque me gusta y porque quiero romper estereotipos...''.

``¿Cómo que romper estereotipos, si tu música sólo fusiona estilos ya conocidos?'', interrumpo. Martin: ``Me refiero a llegar a otros países y decir: `Soy Ricky Martin, de Latinoamérica, y no llegué en burrito, sino en avión'. Señores, hay tanta ignorancia sobre Latinoamérica que da pena. Quiero hacerles saber que somos un continente lleno de cultura, de música rica, de poesía, cine, de sabios e intelectuales''. Le preguntan si no temió enfrentarse a públicos que no entienden español: ``Señores, todos tenemos alma y sentimos la música. Cuando no sientes es porque estás drogado o deprimido, pero si no, vas a bailar ritmos árabes o flamencos, sientes su cultura. ¿Por qué pensar que será difícil ser aceptados en otros países? Pensar así te hace un perdedor''.

Sus composiciones pop recientes están hechas por KC Porter y Robi Rosa, extraordinario rocanrolero boricua.

Le pregunto si alguna vez compondrá sus propios temas: ``Hay grandes de la música que no escriben sus letras: Tony Braxton, Barbra Streisand, Julio Iglesias. Mi abuelo era poeta y decía que el poeta no inventa, sólo escucha. No soy poeta, pero he aprendido a escuchar, aunque aún me da terror expresar mis pensamientos. Sólo traduje en este disco una canción brasileña de Renato Russo, fallecido a causa del sida, que habla de lo mismo, pues hay ignorancia e improvisación cuando se habla del tema''. ``¿Y qué has escuchado, según la enseñanza de tu abuelo?'', indago. Dice: ``Veo que nos quejamos mucho. En la India vi a un niño que se arropaba con basura. De él aprendí que no debes ver las cosas como crees que deben ser; me dijo: `todo está bien, este es mi viaje, en otra vida seré millonario'. Me dije: `qué tontería, estaba yo sintiendo lástima, cuando él es feliz así'. Estos viajes me han dado serenidad. No hay que aferrarse a lo carnal, hay que tener simplicidad''. Sin embargo, no desprecia la fama: ``No conozco otra cosa. El día que sea infeliz, señores, renuncio''. Después de recorrer el mundo, expresa que aún puede tener retos: ``Siempre habrá algo más grande. Ahora puede seguir un disco en inglés, o hacer cine: dirigiendo, no actuando''